Tenía la cabeza apoyada en el pecho desnudo de Hércules. Nunca se me había pasado por la cabeza que él tuviera un lado tan salvaje y que lo considerara sexy.
Uno de sus brazos me rodea mi cintura desnuda y me atrae más a su cuerpo. Mi espalda chocaba contra su pecho y sentí un calor intenso que me calentaba de una forma familiar. Era como si no quisiera ni tuviera ganas de salir de sus brazos y no despegarme de él. Era como volver a casa.
De nuevo esa sensación de que en los brazos de Hércules eran el lugar donde debería estar y quedarme.
Sentí como sus labios empezaban a besar la base de mi cuero cabelludo. Realmente este hombre iba a matarme.
Me di media vuelta y miré sus ojos soñolientos. Era una obra de arte. Sus ojos azules quedaban ocultos en las pestañas largas y voluptuosas. En las comisuras de su boca se curvaron en una media sonrisa, que podía derretir hasta el corazón más helado.
Pone su mano izquierda en mi mejilla ruborizada y levanté un poco la cabeza, sus labios fueron directamente a los míos. Definitivamente este hombre podía matarme y para colmo yo lo dejaría.
Me acerqué más para profundizar el beso y la línea que separaba nuestros cuerpos se había deshecho. Ya no sabía dónde empezaba el mío y dónde terminaba el de él.
-- No quería involucrarte con lo que sería ilegal hacer-- confesé.
-- Por qué pertenezco al departamento de policía?-- pregunta.
-- No-- meneé la cabeza--. Yo no puedo involucrar a tus principios, posiblemente alguien sabrá a cuántos mandé a la tumba-- refiriéndome a lo que se suponía que hacía antes de perder la memoria.
-- No soy tan puro como crees, Rebecca-- y cuando pronunció mi nombre, no sé por qué me encendí peor que una linterna.
-- Tendrás que arrestrarme una vez que termine de matar a los Stokers-- y traté de que viera a través de mi perspectiva.
-- Y?-- se encogió de hombros--. Yo te ayudaré, Becca. Ellos me arrebataron algo que me era precioso y los haré pagar.
Dios mío. Cómo iba a dejar que él no se hundiera en el mundo al que pertenecía después de lo que me hicieron. No quería dejar que entrara, pero creo y tengo la ligera sospecha de que eso ya era algo tarde para impedirlo.