Se quedó sorprendido cuando esa mujer sacó dos simitarras, no era ninguna tonta supo escoger adecuadamente el arma contra sus guerreros. Sin embargo que las tuviera no significaba que supiera usarlas, él se divertiría viendo la lucha cualquiera fuera el resultado.
-Ataquen y no la dejen ir- gritó autoritariamente a sus hombres.
Ante la orden sus guerreros rodearon a la chica y pretendieron atacarla en tres frentes pero repentinamente saltó y con una gracia infinita y velocidad desarmó a los tres.
Mi***a, esos movimientos solo correspondían con el entrenamiento de los guerreros jaguar, aquellos que había llevado a la extinción, cómo demonios le había hecho aquella chiquilla para sobrevivir.
-¡Retrocedan, yo me haré cargó!- ordené mientras decendía habilmente de mi caballo.