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Chapter 552: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 102: La belleza.

Golpeando una de las últimas puertas de la 'Casa del Deseo' que estaba sellada, la puerta se abrió de repente.

"Gg…"

Aurora pudo escuchar el gemido de una 'bestia humana' que estaba arriba de un cuerpo y ella al sentir solo la presencia del hombre, se acercó pateando al hombre que salió volando y golpeó la pared.

El cuerpo de una chica que ni siquiera alcanzaba la mayoría de edad fue revelado bajo la 'bestia' y Aurora vio las marcas en el cuello, la sangre en la entrepierna y la herida en el pecho del cuerpo sin vida de la joven.

Su respiración se hizo más pesada, sintiendo náuseas y repulsión que se combinaba con su deseo de vomitar, pero ella trató de resistirlo.

Esta era la más joven que había en este asqueroso lugar y tan solo pensar en ese hecho, ella se preguntó si esta joven hubiera sido salvada, si ella se hubiera movido más rápido.

Ante tal pensamiento, Aurora apretó el agarre de su espada con fuerza y crujiendo sus dientes, observó al hombre que estaba en el suelo.

"¿Quién mierda eres?" Preguntó el hombre sin miedo mientras estaba desnudo.

Confianza, calma y excitación como si creyera que ella era parte de un juego interesante, y que mostrara su masculinidad con orgullo, solo lo volvió aún más repugnante.

"Yo…"

Balanceando su espada, la cabeza de ese hombre cayó al suelo, pero incluso con ver el cadáver de ese hombre, su sed de sangre no pudo ser contenida y su ira no mermó.

Aurora trató de controlarse.

No solo controlar esos pensamientos que la culpaban por no haberse movido antes, culpándola por las muertes que podría haber evitado, sino que también esa ira que le gritaba que cortara a todos los que estaban este lugar.

Que la empujaban a enloquecer y ella solo se mordió los labios por quinta vez hasta que sangraron y una vez que se curaron por su regeneración natural, volvió a salir de este lugar.

Acercándose a la siguiente puerta abierta, pudo ver a Abdellah sacando a una anciana desnuda de un jacuzzi de sangre.

Colgados en el techo como animales se encontraban jovencitas desnudas que estaban degolladas y la sangre estaba cayendo al jacuzzi.

El hombre anterior estaba profanando el cadáver de una joven y esta anciana se estaba bañando con la sangre de varias mujeres.

¿Por qué? ¿Con qué objetivo? ¿Qué pasaba por su mente?

Las preguntas en su mente fueron ingenuos incluso para ella y la única respuesta que obtuvo fue simple.

"Mátala." Ordenó Aurora y al darse cuenta de que la ceja de Abdellah se levantaba, añadió. "No, mejor tráela. Lo haré yo misma."

No quería que otro hiciera el trabajo que ella quería hacer.

"¿Cómo te atreves? No sabes quién soy…"

A mitad de sus palabras, una distorsión espacial apareció en su cabeza y al instante siguiente cayó al suelo.

La sangre que salía de los oídos y boca se juntaron con la sangre de las víctimas… Y Aurora ni siquiera pudo sentir al menos un poco de satisfacción por verla muerta.

Dio una mirada a Abdellah, quien se limpió la mano y camino a la salida.

"Que lo hagas tú o lo haga yo no cambia nada." Dijo Abdellah de forma indiferente y mirándola, preguntó. "¿Vamos por el Señor de los Muertos?"

Estaban en la parte superior de la 'Casa del Deseo', que en realidad era una mansión y esta era uno de los últimos clientes que habían eliminado.

Algunos mercenarios capturaron a otros clientes que estaban en la sala y también detectaron al Señor de los Muertos en su laboratorio en el sótano.

Fue sellado por un paladín, impidiendo que escapara y a la vez evitando que se diera cuenta lo que sucedía arriba.

Estaba siendo vigilado, pero necesitaba ser capturado y más cuando la Señora de las Batallas y la Señora de la Mente no pudieron ser encontradas.

Aurora le dio una mirada a ese hombre, quien no dejo ver ninguna emoción.

Le hizo la pregunta, ya que se dio cuenta de que ella estaba a punto de ir a asesinar a todos los que había capturado y en vez de criticarla por su falta de control, solo la guio a otro lado.

"Sí, vamos." Respondió Aurora caminando a la sala principal que dirigía al sótano.

Se decía que necesitaba controlarse, calmar sus pensamientos y tomar el control de su ira, pero no podía.

El agarre de su espada no se reducía y el aura roja de su espada se estaba volviendo escarlata ante la intensa sed de sangre que estaba emanando.

Incluso le estaba costando controlar su presencia dando la impresión de que era una inexperta.

Al llegar a la sala, Aurora les echó un vistazo a los clientes de este lugar.

Mujeres, hombres, ancianos y jóvenes, en este lugar se encontraban todo tipo de personas, la mayoría pareciendo tener cierta riqueza y prestigio.

Extranjeros que venían desde lejos para satisfacer sus deseos más oscuros que no podían saciar en sus respectivos países.

Padres de familia, dueños de empresas, aventureros y decenas de otros individuos.

"He conseguido la lista de clientes." Dijo Melgar que estaba presente y con una sonrisa, informó. "A este paraíso para degenerados, le gusta atar a sus clientes. Grabaciones de habitaciones, listas de nombres. Solo nos faltan sus cuentas bancarias y… Podemos terminar con esto de inmediato."

A mitad de sus palabras algo animadas tal vez porque estaba viendo como aquellos que casi lo llevan a la muerte estaban cayendo, se detuvo al ver su expresión y su tono se volvió profesional.

Aurora mantuvo su expresión seria y apartando la mirada de los 'clientes', se dirigió a la entrada del sótano.

"El Señor de los Muertos sigue realizando su experimento sin darse cuenta de la situación." Informó el paladín mientras sus ojos brillaban de forma misteriosa.

¿Estaba conectado al poder de su dios? Este individuo era uno de los paladines que vinieron de aquellos que lucharon en la guerra europeo-demoniaca y sus formas de utilizar los poderes de su dios, eran mayores a los paladines simples.

Aurora asintió y cuando estuvo por entrar, vio como el espacio se distorsionaba alrededor de Melgar y otro 'Melgar' apareció a su lado.

Ambos disfrazados como Jasar, solo que el primero que estaba aquí había sido la sombra y el segundo el verdadero.

Desde la sombra del verdadero, Alice se movió y se elevó de la oscuridad.

"No he encontrado a la Señora de la Mente y a la Señora de las Batallas." Dijo Alice y le dio una mirada a ella.

Era una mirada algo preocupada notando su estado, pero Aurora solo mantuvo su expresión fría, haciendo una señal de que se concentrara en la tarea que tenían adelante.

"¿Pueden encargarse del Señor de los Muertos? Entre más rápido mejor." Dijo Aurora observando a Melgar y a su hermana.

El primero tenía una sombra y era sigiloso, no solo sabiendo ocultarse, sino que también su sombra era capaz de moverse por su cuenta.

Por su parte, Alice era similar y era capaz de ocultarse de prácticamente de la mayoría de las personas y ni hablar de un rango S.

Ambos asintieron y mientras Abdellah lanzaba un hechizo para ocultarse, Aurora utilizó un artefacto de sigilo y entonces ambos se adentraron.

Melgar utilizó un artefacto para disfrazarse de un guardia cercano al Señor de los Muertos y su sombra desapareció por completo mientras que Alice fue similar.

Una vez que ese demonio entro al lugar, Aurora junto a Abdellah lo siguieron ocultos por los artefactos.

Lo suficiente lejos como para que el Señor de los Muertos no lo notara, pero lo suficiente cerca como para intervenir en caso de necesidad.

Al bajar la escalera, notaron la diferencia de la sala superior con este lugar.

El pasillo estaba bien decorado, con cuadros y estatuas de toda clase a cada lado mientras que las puertas llevaban a diferentes lugares.

Algunas partes eran salas de investigación en donde se encontraban cuerpos dentro de tubos y en otros lugares estaban no-muertos parados en silencio.

El Señor de los Muertos utilizaba las ganancias de la 'Casa del Deseo' para pagar todos sus experimentos y por lo que Melgar sabía, buscaba convertirse en un 'lich'.

Un no-muerto reconocido por su 'inmortalidad'.

Para aquellos que estaban en la última etapa de su vida o que padecían de alguna enfermedad, convertirse en un no-muerto era una de las mejores opciones que podían hacer.

En el caso del Señor de los Muertos, estaba envejeciendo y sus días estaban contados, por eso trataba de convertirse en no-muerto, un lich que podría vivir durante mucho tiempo.

Al menos eso era lo que decía el informe de Melgar y en este momento no importaba demasiado.

"¡Señor! ¡Señor!"

Melgar gritó como si estuviera alarmado y corrió entrando al laboratorio gigantesco en donde estaba la presencia.

Un anciano de barba blanca y con bastantes arrugas en su rostro, dio una mirada sorprendida y luego frunció el ceño al ver al 'guardia' acercándose como si le faltara aliento.

"¿Qué sucede?" Preguntó el anciano algo alarmado.

"¡Nos están atacando!" Gritó Melgar acercándose al hombre como si quisiera afirmarse en él y cuando estuvo a una distancia cercana, se movió tratando de clavar su daga en el estómago del viejo.

Ese viejo retrocedió ligeramente, pero desde la espalda una figura negra apareció atrapándolo del cabello y poniendo otra daga cerca del cuello.

"Si te mueves, te mueres." Dijo la sombra con la misma voz de Melgar.

La sombra estaba mostrando su verdadera naturaleza, logrando que el anciano abriera sus ojos sorprendidos al reconocerlo.

"Dinos a donde está la Señora de las Batallas y la Señora de la Mente." Ordenó Aurora con una voz fría.

Deseaba terminar el trabajo y no quería que dos de los gobernantes de Jartum se fueran de este lugar, vivos.

No era que temiera una venganza, era que sabía que podrían volver a crear estos lugares en otras partes en donde su alcance no llegara.

Antes de que ese anciano pudiera responder, Abdellah agitó su varita creando una barrera espacial alrededor de esta pequeña sala.

Era una barrera que sellaba todo tipo de conexión mental o de otro tipo y en caso para este anciano, significaba que no podía ordenar a los no-muertos que controlaba.

Habían pasado por algunas habitaciones que tenían no-muertos y nadie deseaba que este nigromante diera una orden y causara un daño mayor.

"¿Y qué obtengo a cambio?" Preguntó el anciano sin verse perturbado y con una sonrisa, declaró. "Les digo y me envían a prisión o no les digo y voy a prisión. No veo diferencia, Protectora de Zerzura."

Una voz indiferente sin miedo a que su investigación fuera detenida en este momento.

Ir a la prisión para un anciano que no le quedaba mucho tiempo como ese hombre, seguramente iba a ser lo mismo que morir, por tal razón no tenía miedo.

Aurora no sorprendió de su respuesta y tampoco de que la reconociera, ya que estaba seguro de que algunos estaban informados de quien era.

"Podemos sacar la respuesta por las buenas o por las malas. He visto tanta mierda esta noche, que no me importaría ver como los demonios torturan." Respondió Aurora y viendo que la expresión del anciano se volvía solemne, cuestionó. "¿Prefieres pasar el resto de tu vida en prisión? ¿O sufrir lentamente a manos de un demonio que te odia?"

¿Pensaba que era una niña que no estaba preparada para sacar a la fuerza la respuesta que buscaba? Para Aurora era un chiste.

Había visto tantas cosas en tan solo esta mansión, que estaba asqueada y todavía no podía mermar la furia que quemaba su interior, pero que no la pudiera borrar, no significaba que no la pudiera ocultar.

Podía dejar que Melgar lo tortura o que buscara la ayuda de Celina que como una maga de ilusión podía hacer algo e incluso llamar al paladín Claus para que rezara a su dios para que le mostrara el pasado.

Había bastantes caminos para encontrar una respuesta correcta y Aurora se aseguraría de utilizar cada uno de ellos para descubrir la verdad, pero también se iba a asegurar de algo.

"Elige. No quiero perder el tiempo." Ordenó Aurora en total calma.

No importa lo que eligiera o dijera ese hombre, de aquí no iba a salir con vida.

De eso, se aseguraría ella.

******

En medio de la República de Djibouti, como era conocido oficialmente, cerca de la costa en el golfo de Adén, estaba sucediendo una reunión.

Una plataforma plana fue construida mientras que a cada lado se encontraban algunas luces mágicas que se elevaban iluminando los alrededores.

La brisa del mar y el ruido del agua golpeando a la costa, fue agradable de escuchar, excepto para una persona.

Arwa, estaba cubierta con una armadura de placas de cuerpo completo que cubría su rostro y trataba de actuar como una simple subordinada.

Su mirada se dirigió al grupo presente en este lugar.

Del lado de Etiopia, estaba un joven de piel oscura que se llamaba Príncipe de Etiopia y que para Arwa, solo era un idiota que buscaba hacerse con el control de la región, pero que no tenía la fuerza necesaria para hacerlo y por eso estaba aquí en busca de aliados.

A su lado está un mago de rango S, que según los informes podía utilizar magia de aire.

Cerca de ellos, estaba la Señora de la Mente, una mujer que daba la impresión de utilizar bastante maquillaje para cubrir sus imperfecciones.

Estaba acompañada de un caballero cubierto por una armadura de placa mientras que cargaba con su escudo y espada enfundada.

A su lado estaba la Señora de las Batallas, con dos espadachines de rangos S y ella llevando una masa colgando en su cintura.

Por el físico de la mujer y los músculos, estuvo claro que se ejercitaba y Arwa se preguntaba si era dura como los informes decían, o las batallas que ganaba en el Coliseo solo estaban arregladas.

Esos tres Señores de la Guerra estaban hablando con un hombre que estaba al frente de ella.

Barba ordenada, traje de batalla, espada enfundada en su cintura y expresión solemne, digno de un experimentado negociador.

Gustav Strittmatter estaba representando los intereses del Rey de Arabia en esta reunión y a la vez estaba representándola a ella, que era conocido como la Señora de la Guerra la Salvaje.

Un título estúpido, si ella tenía que decirlo.

Había venido del Reino de Arabia a esta zona para luchar, pero fue bastante simple vencer a otros señores de la guerra y tomar el control de estas tierras.

Era una pena que pronto estuviera por terminar, pero era inevitable que sucediera.

El Rey Yazid Abdur el-Hossain deseaba imponer paz en estas tierras y ahora estaba en la primera reunión, que determinaría si el Rey de Arabia podía obtener beneficios de este lugar o no.

Y hasta ahora, Arwa no le veía interés.

"Si me apoyan, podre conquistar Etiopia. Hay muchos que desean unirse y hay algunos que hablan de formar un país, no queriendo que la Iglesia ni Zerzura intervengan en sus negocios." Dijo el Príncipe de Etiopia y con una sonrisa arrogante, declaró. "Crearé un Reino como lo está haciendo Víctor Pellegrini y lo gobernaré. Para eso necesito una Reina."

Sus últimas palabras fueron dichas mirando a su dirección y Arwa que estaba cubriéndose con su armadura de placas y llevaba el casco, soltó una pequeña risa coqueta.

Dando la impresión de que estaba de acuerdo en convertirse en la Reina que gobernara a su lado, pero Gustav se puso ligeramente tenso antes de controlar sus emociones.

"Estoy muy interesada, mi príncipe." Murmuró Arwa, logrando que Gustav se pusiera aún más tenso.

El idiota sacó pecho orgulloso antes esas palabras, pero la Señora de la Mente y la Señora de las Batallas, se dieron miradas de reojo y cambiaron de tema.

Volviendo a hablar sobre los beneficios que los Señores de la Guerra les podría dar al Reino de Arabia, manteniendo la estabilidad en estas tierras y evitando que los lunáticos se extendieran.

Buscaban dejar en claro que ellos no deseaban causarle problemas al Rey de Arabia, quien seguramente tenía bastante trabajo con las fronteras al norte.

Eliminarlos también garantizaba el mismo beneficio y si bien extenderse en estas tierras, parecía interesante, a la vez no lo era.

Demasiados refugiados en el norte llegaban a las tierras del Rey de Arabia y no necesitaban más problemas en este momento.

Ambas señoras de la guerra hablaron de los beneficios que Jartum podía ofrecer e incluso hablando por el Señor de los Muertos que no estaba presente.

Preguntándose quien daba esos nombres tan cutres, Arwa notó varias figuras que venían desde la dirección de donde vinieron ambas gobernantes de Jartum.

"Debe ser el Señor de los Muertos. Estaba ocupado en una investigación y mencionó que si terminaba vendría." Dijo la Señora de la Mente, tratando de dar calma.

Básicamente queriendo que no creyeran que esto era una emboscada de su parte, pero el problema era que… Lo era, solo que no de su parte.

Arwa pudo notar las figuras con claridad y cuando todos los demás lo notaron, sus expresiones se volvieron serias.

Una joven llevando una armadura ligera de combate con un espada rodeado de aura roja en su mano y en la otra la cabeza de un anciano.

Ojos de color negro y cabello del mismo color, sus rasgos dejaban ver cierta juventud en ellos, mostrando que ni siquiera alcanzaba la mayoría de edad.

La Protectora de Zerzura… Ese título le vino a la mente y lo conecto con los informes de esta región.

Luego estaba un hombre pálido cuya apariencia concordaba con el Señor de la Guerra que gobernaba el Obeid y que recientemente había estado realizando negocios con la iglesia y Zerzura, luego estaba un mago con una túnica lujosa.

Su mirada fue a parar la jovencita que estaba utilizando ropa de ejercicio de color negro y Arwa cuando vio los ojos negros que miraban a los presentes como si fueran cadáveres andantes, le pareció… Una belleza.

¿La otra Protectora de Zerzura? Esa pregunta vino de repente mientras una barrera cubría todo el lugar.

La cabeza del Señor de los Muertos atrapó la atención de todos y nadie vio a los paladines que creaban la barrera para impedir que escaparan.

"Arwa…" Murmuró Gustav sacando su escudo y poniéndose delante de ella para protegerla.

Ella lo ignoró y vio a la joven cuya mirada la había atrapado y solo dio una pequeña exclamación al ver que sacaba brazos negros de su espalda.

Según el informe ambas eran jóvenes que aparecieron de repente en medio de África, levantando una ciudad junto a la iglesia… Al menos eso decía la red de información del Reino de Arabia.

¿Ambas hermanas tenían la misma edad? Esa pregunta rondó su mente, cuando vio que el grupo empezó a atacar.

Jasar el Pálido se dividió en dos y se dirigió al Príncipe de Etiopía y al mago de aire de rango S, enfrenando a ambos.

La Protectora de Zerzura, atacó a la Señora de las Batallas junto al mago espacial, enfrentándose a dos cada uno de ellos.

Debido a que su grupo se retiró a la esquina y Gustav levantaba su escudo a la defensiva, la joven restante se dirigió a la Señora de la Mente que estaba protegida por el caballero.

"¿Crees que tienen la edad de los informes?" Preguntó Arwa en voz baja mientras los choques de batalla comenzaban.

La jovencita con los brazos negros tenía facciones ligeramente más maduras muy diferente al espadachín cuyas facciones eran algo delicadas y juveniles.

Su pregunta fue ignorada y la batalla empezó.

Fue evidente que Jasar era falso y la mayor razón fue ese 'clon', el cual atacaba de una forma feroz y ambos solo necesitaron un corto intercambio, para dejar una herida al mago de aire.

Por parte de la Señora de las Batallas y su compañero espadachín, se tomaron a la ligera a la Protectora de Zerzura y esa jovencita utilizando una rápida velocidad y esquivé, había logrado cortar el tobillo del espadachín y casi lo decapita, si no fuera porque la Señora de la Mente realizó un ataque mental a todos.

"Sucia… Asquerosa… Tus gustos son desagradables…"

Una pequeña voz se escuchó en su oído, entre lo real y lo irreal y Arwa pudo notar que no era la única que escuchaba voces.

Un ataque psiónico que literalmente traía voces directamente para que todos lo escucharan y tan solo ese ataque dejo ver lo habilidosa que era la Señora de la Mente.

Como no era un ataque dirigido a ella, fue ligero, pero notó que la Protectora de Zerzura y la joven guapa que había sacado brazos de su espalda, lo recibieron directamente.

Los dos 'Jasar' también fueron golpeados, solo que uno perdió su forma y se volvió una figura negra que empezó a temblar.

El mago espacial había creado una barrera para protegerse, pero la Protectora de Zerzura fue la que más fue afectada, ya que las voces eran más fuertes de ese lado.

La belleza de brazos negros estuvo por moverse a proteger a su hermana, pero se detuvo al ver que ella se acercaba.

"Fue tu culpa… Debiste haberte movido… Asesina… Murieron por tu culpa…"

Arwa que se acercó con su lanza en mano, pudo escuchar las voces alrededor de la Protectora de Zerzura que se había protegido en un domo celeste.

"Bastante joven para tener tantos arrepentimientos…" Murmuró Arwa atravesando con su lanza la Señora de las Batallas.

La armadura que llevaba esa señora de la guerra evitó que su lanza atravesara su estómago, pero el daño que hizo fue alto y cuando extrajo la lanza, la Protectora de Zerzura se levantó y le cortó la cabeza.

Ambas se miraron por un momento y esa jovencita observó al espadachín, antes de desviar su espada con golpes rápidos y empezaba a contraatacar con su aura roja.

Arwa en vez de ayudarla, avanzó a la Señora de la Mente, pero antes de alcanzarla el caballero se interpuso con su escudo.

"Estarás sola… Para siempre…"

"Niña desagradable… Tus gustos son asquerosos…"

*BOOM*

Las primeras voces eran de su nueva compañera y la segunda voces eran para ella, pero Arwa dio una sonrisa y golpeando el escudo con su lanza generó una explosión de fuego cuando su aura de lanza apareció.

Tan ardiente como siempre, ella utilizó su lanza para intercambiar golpes, tratando de cortar la armadura de su contrincante que se protegió lo máximo que pudo, hasta que una masa oscura le tragó desde la cabeza.

"¡Hraaa!"

La masa negra vino de un brazo negro de la joven que había venido a apoyar y que utilizó su ataque repentino para ir por la Señora de la Mente.

Arwa no se sorprendió al ver el cadáver de la Señora de la Mente caer al suelo, con la mitad de su torso cortado en dos y atravesado por decenas de lanzas negras.

Cualquiera se asustaría al ver esa vista grotesca, pero Arwa dio una sonrisa que solo aumentó de fascinación al ver el brazo negro que había cubierto la cabeza del caballero.

La masa negra se apartó y el cuerpo del caballero cayó y al golpear el suelo, el casco rodó por el suelo dejando ver un cuello carcomido hasta la mitad.

Sangre tiñendo el suelo con un cuerpo que se agitaba por movimientos involuntarios que todavía permanecían, solo consiguieron que Arwa observaba a la persona que había hecho eso.

Esa joven tenía manchas de sangre en sus mejillas blancas y los ojos negros e indiferentes a la vida, también la miraron detenidamente por un segundo.

Su cabello negro suelto y la luna brillando alrededor de los brazos negros que se retorcieron, solo aumentaba la belleza de esos ojos negros tan cautivantes.

La segunda Protectora de Zerzura, conocida como Alice Campbell estaba al frente de ella y…

"La voz decía que mis gustos eran asquerosos, pero… Eres toda una belleza." Murmuró Arwa con una sonrisa coqueta y al darse cuenta de que sus palabras podían sonar mal, añadió. "Eso estuvo mal… Soy Arwa el-Hossain, un gusto conocerte."

La joven levantó su ceja y luego en vez de atacarla, saltó a la batalla de vuelta sabiendo que no era una enemiga.

Arwa pudo ver que la batalla continuaba, solo que una vez que la Protectora de Zerzura eliminó a su objetivo fue a apoyar al mago, quien había herido a sus dos oponentes.

El supuesto Señor de la Guerra Jasar el Pálido, había matado al supuesto príncipe y estaba atacando al mago de aire.

"Su Alteza…" Gustav que se movió con un parpadeo, le dio una mirada extraña.

Era posible que ese hombre hubiera escuchado que se presentó con su verdadero nombre, pero Arwa solo observó a la joven que tenía brazos negros saliendo de su espalda.

Ver brazos negros moviéndose como si fueran tentáculos de alguna criatura de horror, hizo que Arwa pensara que era hermosa.

La belleza de una humana que veía la vida como insignificante… La belleza de un 'monstruo'.


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