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Chapter 227: Apócrifo - Gods land - Capítulo 5

Después de compartir dos días juntos y de forma eventual, retrasar el viaje, Kain y las chicas retomaron su camino. Esta vez fueron los tres juntos alineados en el asiento del conductor. Fue un viaje pacifico, casi sin palabras ni preguntas. Solo fue estar con la otra persona y hacerse compañía hasta que toco el momento de despedirse. Un kilómetro antes de llegar a la ciudad amurallada de Orario, la carreta se dividía en un cruce. Por un extremo, iba a una ciudad portuaria. Por el otro lado, llevaba a la ciudad de Orario, lugar de reunión de los aventureros y toda la gente con ambiciones. Según Riveria, debería esperar en la costa mientras permanecía al cuidado de un dios y trataba de encontrar a un dios que la aceptara en su familia. No sería cosa fácil, dado que es de la familia real del reino de los elfos, era peligroso para el anfitrión que le pasara algo a Riveria. Si ella llegaba a morir o ser herida de gravedad, los problemas escalarían a un nivel sin precedentes. Incluso había la posibilidad de que se inicie una guerra. Así que por mientras, Riveria esperaría en la costa a que algún loco dios le dé la oportunidad. Kain le dijo que podía entrar con él, conocía a una buena cantidad de dioses, pero Riveria se negó. Dijo que esta fue la condición que le dio su padre para poder viajar, de lo contrario, tendría que volver al reino. Si en dos años no conseguía que nadie la reclutara, entonces debería volver al reino de los elfos.

Así que mientras el viento ululaba en las planicies y el sol era el testigo de su despedida, Kain beso a ambas chicas. Después estuvieron frente a frente por un minuto sin saber que decir. Kain sonrió y ellas se rieron de lo embarazoso que fue. Habían pasado dos días juntos solo dedicando a amarse, pero ahora no tenían palabras que decir. Una fuerte ráfaga de viento paso y el largo cabello de ondeo en el aire. Entonces cuando amaino el viento, él les dijo -quisiera decir que este es un hasta pronto-

-También quisiera decir lo mismo- dijo Aina con una sonrisa triste y los ojos acuosos

Por otro lado, Riveria mantenía su cara aburrida e intelectual mientras miraba a Kain. Este último estiro sus brazos y ella camino para refugiarse en el calor de sus brazos. Después levanto su rostro y Kain los beso. Entre medio de eso alguien tosió y ambos perdieron la concentración de su beso. Entonces Riveria entendiendo lo que pasaba, se hizo un poco a la derecha para dejarle espacio a Aina. Con Aina a la izquierda y Riveria a la derecha, Kain las abrazo a ambas e intercambio besos con ambas. Después de un tiempo, se separaron y ellas se subieron a la carreta. Aina y Riveria miraron una vez más a Kain y con cierta duda en su mirada, Aina agito las riendas para que el caballo tirara de la carreta.

Kain las quedo mirando un largo rato, por lo menos media hora, pero en ningún momento ellas voltearon. Se perdieron en la distancia mientras avanzaban por la carretera y se internaban en un espeso bosque.

Después de que ellas no se vieron más, Kain por fin camino en la otra dirección, hacia las grandes murallas de Orario. Como otras veces, el acceso a la ciudad estaba custodiado. Gracias a eso, una fila de mil metros de puros carruajes y carretas se extendía por la carretera. Kain paso por al lado, recordando que las personas tenían otro lugar de control. Mientras iba avanzando, pudo contar unos treinta carruajes aristocráticos y unas cincuenta carretas de humilde procedencia. Los caballos que tiraban de estas últimas parecían viejos y estar apestados. Por otro lado, los caballos de los aristócratas parecían jóvenes y llenos de vida. Incluso hubo uno que tenía cubre ojos de oro. Kain pensó que eso ya llevaba el hedonismo a un nuevo nivel de derroche.

Sin embargo, nada de eso era su problema, así que siguió caminando mientras hacia su camino hasta las puertas de la ciudad. Aun costado de la gran puerta de entrada, había una puerta más pequeña. Por lo menos podían pasar dos personas en simultaneo. Antes que él, habían treinta personas que esperaban poder entrar. Al inició de esa cola, había una mujer con lentes sentada en un escritorio, la cual llevaba el papeleo mientras era respaldada por cuatro soldados con armadura.

Kain por lo menos tuvo que esperar una hora para llegar a la aduana. La joven de lentes que lo atendió tenía el cabello castaño y una mirada estricta. Al parecer no le gustaba este lugar.

-Sus papeles- dijo la mujer en un tono cortante

Kain se mantuvo en calma ante tal actitud y le paso una libreta vieja de hace más de sesenta años. La mujer quedo mirando el documento y le dio una mirada molesta -señor, esto no le sirve-

-He andado de viaje- respondió Kain -por eso no he venido en un tiempo ¿Es la primera vez que le muestran tal documento?-

-No, señor. Pero esto no le sirve. Vaya con él- dijo apuntando a uno de los soldados -y solicite sus documentos otra vez-

-Ok-

Después de eso, Kain atravesó el registro y se dirigió al otro lado de la muralla, en donde debería haber una oficina de aduanas. Y ahí estaba, pero a diferencia de la última vez que vino, la aduana estaba bordeada por una gran reja protectora o quizás disuasoria para los listillos que quisieran arrancar sin completar su papeleo.

-Soldado- dijo Kain mientras miraba los alrededores -¿Por qué colocaron la reja?-

El soldado siguió avanzando y sin apartar la mirada de su camino, le dijo -empezaron a buscar maneras de contrabandear cosas. Así que pusieron la reja para que la gente no se salte la aduana-

-¿Alguien no hacia su trabajo-

-Mas o menos, eso fue hace treinta años, yo todavía no nacía, pero mi abuelo me dijo que habían agarrado el truco de entretener a los soldados. En esa época eran todos hombres, así que cuando venía una mujer bonita, los tipos se volvían locos. Los contrabandistas ocupaban esa oportunidad y pasaban su mercancía. El dios Uranos puso el grito en el cielo cuando se dio cuenta de que habían pasado hasta carretas y carruajes porque los guardias perdían la cabeza por una mujer-

Kain se rio a carcajadas mientras avanzaba con dirección a el edificio.

Una hora más tarde, Kain pudo completar el trámite y recién pudo acceder a las calles de Orario. En simples palabras, todo había cambiado. El proceso de urbanización había mejorado la ciudad una enormidad. Kain pensó que faltaban los típicos mendigos y niños en las calles. A lo mejor quedaban tan pocos que ya no se notaban como hace años. No obstante, mientras avanzaba por la gran avenida que llegaba hasta la torre de Babel, vio que habían muchos niños con grandes mochilas. Los cuales eran acompañados por grupos de aventureros. Algunos iban a duras penas avanzando, pero se forzaban a seguir.

Una hora más tarde, Kain llego a la guild de aventureros. Seguía teniendo esa fachada de mansión, pero igual que como cuando se fue, los dos estandartes de las familias principales colgaban a los lados. Kain frunció el ceño mientras pensaba en el molesto dios dueño de una de las familias. Después entro a la guild y se encontró con una asesora. A diferencia de aquella época en la que utilizaban faldas, ahora las asesoras utilizaban pantalones de tela y chaquetas de tela sin mangas, al más puro estiro de los mayordomos. Por su parte, la asesora que se paró delante de Kain, era rubia y emitía un aire de cordialidad. Se veía muy amable y guapa. Con un cabello arreglado en una larga trenza que le llegaba hasta las caderas.

-Buenas tardes, señor. Mi nombre es Isabel ¿En que lo puedo ayudar?- dijo la joven recepcionista con profesionalismo y un timbre de voz claro y agradable. No Parecían tener más de veinte años.

-Buenas tardes, soy Kain- respondió Kain poniendo una sonrisa que hizo sonrojar a la recepcionista -quisiera cambiar lingotes de oro por la moneda local-

No obstante, la joven recepcionista, estiro sus pequeñas manos y se paró sobre la punta de sus pies para poder acallar la boca de Kain. Este último quedo asombrado, era un tacto muy suave y agradable. Por otro lado, una vez que Isabel estuvo seguro que Kain no iba a decir nada más, saco sus manos. Ella puso un rostro serió y en un gesto entre lindo y cómico, le hizo señas a Kain con su dedo índice para que se agachara a escuchar.

Kain se agacho muy cerca de la recepcionista, esta última se sonrojo al verlo tan cerca, pero no perdió su enfoque. Mientras colocaba su mano derecha al lado de la boca como para que nadie los escuchara, ella dijo en un susurro -es peligroso hablar de dinero delante de los aventureros. No se sabe quién trabaja para el gremio oscuro. Así que tenga cuidado-

Kain sonrió y le dijo pavoneándose -puede ser, pero si tienen la habilidad para robarme, pueden llevarse lo que quieran-

Isabel puso un rostro disconforme viendo la poca seriedad que puso Kain. Pensó que a lo mejor sería más inteligente, pero viendo como actuaba, tacho de su mente esa sensual sonrisa que le dio hace un rato y lo elimino de su lista de potenciales enamorados -Te estoy diciendo la verdad- dijo con seriedad.

Kain sonrió y le respondió -yo también-

-Idiota- susurro Isabel en un tono molesto, tomo una gran respiración y se dio la vuelta -por aquí, lo llevare a cambiar lingotes de oro por la moneda local- dijo en un tono alto para que todos la escucharan. Varios aventureros levantaron la mirada pero cuando Kain los miró a los ojos, sintieron como que un trozo de metal les atravesaba la cabeza. En ese momento agacharon la cabeza y ni siquiera pensaron en espiar.

Una vez que Kain completo su transacción, salió de la habitación y de camino a la salida, le pregunto a la hermosa recepcionista -Isabel ¿Tienes tiempo a la tarde?-

-¿Para qué sería?- le contesto Isabel en un tono cortante mientras lo miraba de soslayo.

-Podríamos ir a comer, tú sabes, no he venido a Orario en mucho tiempo y necesito que alguien me ponga al corriente-

-Sr Kain- dijo Isabel en un tono cortante -la relación entre aventureros y recepcionistas está prohibida por las normas de la guild-

-Oh, pero yo no soy aventurero-

-Bueno, eso no importa, nunca saldría con un tipo temerario- respondió mirando hacia otro lado, mientras miraba de soslayo a Kain para ver como reaccionaba.

Sus expectativas fallaron, ya que Kain en ningún momento se vio afectado y solo dijo -es una pena, será para otra vez-

-No lo creo- dijo Isabel con las mejillas sonrojadas -no es no, así que no insistas, no soy un mujer fácil. Si te hace falta compañía, deberías ir al barrio rojo-

-Lo pensare- dijo Kain y le hizo el gesto para que avanzaran.

Una vez que retomaron su viaje a la salida, Isabel camino en silencio mientras pensaba que no entendía a Kain. Por lo usual, los aventureros se volverían molestos después de tal afrenta. No obstante, él se comporta como si le diera lo mismo. Así que se sintió confundida. Después de darse cuenta para adonde se dirigían sus pensamientos, Isabel negó con su cabeza y se dijo que Kain no era un buen tipo. No era un hombre al que una mujer debería aspirar. Ella se ha mantenido firme todos estos años para esperar a alguien como los tres cabecillas de la familia Hera. No se dejaría engañar por un don nadie que más encima es un engreído.

Al final del camino, Kain se despidió como si ella nunca lo hubiera rechazado y solo le dijo que sería bueno que se encontraran otra vez. A lo mejor, podrían ir a comer juntos en otra oportunidad, sugirió Kain. Por su parte, Isabel se puso super nerviosa y roja, así que le grito que no, que nunca saldría con un hombre como él. Kain solo se rio.

Mientras Isabel miraba a Kain avanzar por las calles de Orario, negó con su cabeza y se dijo en un murmullo -no es bueno, no seas tonta, no es bueno-. Pero tenía que admitir que le gustaba como Kain caminaba con pasos seguros y llenos de confianza. Además de que tenía un físico de ensueño y sus facciones élficas le daba ese toque elegante. Si solo llevara el cabello corto como a ella le gusta, Kain sería un diez de diez. No obstante, aunque estaba embelesada por el caminar de Kain, negó nuevamente con su cabeza, estaba vez con más fuerza -no es bueno, no es bueno- dijo y se dirigió de vuelta a su puesto de trabajo con un caminar enfadado. Su rostro era serio y sus tacones repiqueteaban por el piso como si fuera el sonido de una cascabel. Lo mejor era no acercarse, pensaron los aventureros que la vieron.


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