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Chapter 523: Mundo Shinobi - PGM - 188

-¿Por qué no ocupas tu técnica especial joven?- preguntó Chuugi enfundando su espada y tomando una postura de iai -te he mostrado mi cortesía dos veces, pero por tu actitud, siento que estoy siendo subestimado-

Sakumo, apoyado contra el pilar de madera, se puso de pie mientras tosía por el choque contra el pilar. Tomo su espada con ambas manos y retomo su postura de combate -un amigo me dijo que no es bueno ocupar un mismo truco dos veces. Si la gente sobrevive puede aprender a contrarrestarlo-

Sakumo saltó hacia delante tomando la iniciativa, Chuugi se preparó para desenvainar y cuando vio la distancia propicia, tiro de la empuñadura, desenvainando poco a poco su espada, lista para cortar a Sakumo por la mitad. No obstante, esta vez Sakumo activo el chakra del tipo viento que recubrió su espada y acelero el corte. Chuugi estaba a mitad de camino, lo iban a cortar, pero en vez de seguir con la trayectoria de su corte, puso su chakra en la punta de los dedos de sus pies y se empujó hacia atrás.

La espada de Sakumo paso cortando el aire y Chuugi cayó a un metro de distancia, perdiendo el equilibró, rodando y chocando con una viga de madera.

-Veo- dijo Chuugi con una sonrisa en los labios, tosió por el golpe, pero se levantó admirando la habilidad -¿Hatake?-

Sakumo no contesto, pero su silencio y la espada rodeada por el chakra tipo viento fue más que suficiente para Chuugi.

-Creo que fui demasiado arrogante desde el principio, puede que mi suerte se haya agotado- dijo Chuugi poniéndose de pie y retomando su postura de iai.

-Yo no predije tu derrota- respondió Sakumo, impulsándose hacia adelante.

Chuugi abrió los ojos amplios ante el terrible incremento de velocidad, desenfundo su espada calculando la llegada de Sakumo, pero fue inútil. La espada de Sakumo paso cortando la espada y al él al mismo tiempo. Su rostro se deformo en una mueca de incredulidad mientras caía al suelo.

-Increíble…- dijo Chuugi en el suelo

Sakumo lo miró durante un instante, lo decapito para estar seguro de que había muerto y después agito su espada para limpiar la sangre.

Una vez que Sakumo bajo al segundo piso, se encontró con una amplia habitación, como si fuera la separación entre el pasillo que daba al primero piso y la recamara del noble dueño de la mansión. Del lado del pasillo que daba al primer piso, dos siluetas se traslucían a través de las puertas correderas. Sakumo miró las sombras de los dos shinobis apostados a los lados y desenfundo su espada. Él se acercó a paso lento sin hacer ruido y se posiciono por detrás de las puertas. Entonces cerró sus ojos y se concentró en escuchar la cantidad de respiraciones que había del otro lado. Una vez que estuvo seguro de que solo eran los dos shinobis, abrió sus ojos y lanzo un corte a cada sombra. La espada atravesó la puerta de papel y decapito a los shinobis. Ambos cuerpos cayeron al piso separados de sus cabezas, pero nadie se alteró en el primer piso.

Después de asegurar la salida, fue al otro extremo de la habitación y escucho un murmullo espeluznante.

-Yo no fui, yo no fui, fue ella, yo no fui-

Sakumo frunció el ceño y abrió la puerta corredera. Del otro lado de la puerta había una lujosa habitación, llena de adornos de oro, cuadros de ancianos y cabezas de animales. Al fondo de la habitación había una enorme cama con dosel y un hombre con kimono blanco sentado en el suelo mientras se agarraba la cabeza.

-Yo no fui, yo no fui, fue ella, yo no fui- repetía el hombre en un murmullo lleno de terror

Sakumo reviso los alrededores y se dio cuenta de que el tipo estaba solo. Así que abrió la puerta y entro, solo para encontrarse con una mujer muerta en la cama. Su cuerpo desnudo era hermoso, pero su rostro estaba hinchado, amoratado y deformado. Apenas si estaba reconocible, pero Sakumo frunció el ceño al imaginarse quien era. Avanzó hasta el tipo al lado de la cama, se agacho y le tapó la boca con una mano mientras que con la otra llevaba la espada al cuello.

-Escúchame- dijo Sakumo apretando con dureza el agarre sobre la mandíbula, casi podía escuchar como crujían los huesos. El hombre grito de dolor, pero la mano de Sakumo ahogo el ruido -Escúchame- continuo Sakumo soltando un poco su agarre -¿Quién es ella y donde están los niños?-

Sin embargo, el noble al verse sobrepasado por la emoción negó. Sakumo frunció la nariz y movió su espada a la rodilla. El noble se puso tenso al ver el filo de la hoja, pero no pudo hacer nada y Sakumo le clavo la espada en la pierna, atravesando la carne hasta llegar al hueso. El noble volvió a gritar mientras se retorcía queriendo escapar de Sakumo. Sin embargo, en términos de fuerza, un civil no puede hacer nada contra un shinobi.

Sakumo sentía ira pensando que esa mujer muerta sobre la cama podía ser su cuñada, así que le retorció la espada y el noble volvió a gritar con más fuerza hasta caer inconsciente. Sakumo soltó un suspiro ante su propia inmadures, lo importante era rescatar a sus sobrinos, no torturar a esta basura. Sakumo busco en su mochililla, saco un sello de restricción corporal y se lo coloco al noble en la frente para que no pudiera escapar. Después fue a la cama, miró a la mujer iluminada por la luz de las velas. Su rostro estaba imposible, amoratado e hinchado ¿Seguía siendo humana? Se preguntó.

Sakumo soltó un suspiro, cubrió el cuerpo con una sábana y le dio la espalda -no te preocupes, hermana, haré todo lo posible por Tsunade y Nawaki-

Sakumo dejo las sutilezas y salió de la habitación. Llego al pasillo y bajo al primer piso donde encontró a diez shinobis bebiendo de lo lindo (a lo sumo eran de nivel chunin). Sakumo desenvaino su espada y dijo -tienen una posibilidad, díganme dónde están los niños-

Sin embargo, en lugar de responder con palabras, los shinobis corrieron a buscar sus mochilillas y armas. Sakumo negó con la cabeza y se movió como si fuera un fantasma vengativo, cubriendo las paredes y el piso de sangre. Los gritos de agonía llamaron la atención de los ocho shinobis en el patio trasero, pero a Sakumo le dio lo mismo y los cortó a todos. Una vez que termino la masacre, Sakumo se quedó mirando los cuerpos mutilados.

-¿Qué haces Sakumo?- preguntó una voz femenina

Sakumo miró hacia la entrada y vio a Akane -limpiando la basura- dijo con seriedad

Akane frunció el ceño y negó. Sin embargo, en vez de recriminarle la masacre, se acercó a él y le pregunto -¿Encontraste a los niños y a tu cuñada?-

Sakumo negó -parece que Kumiko murió en la habitación del noble. No lo sé a ciencia cierta, pero creo que es ella- dijo

Akane se llevó la mano a la boca y quiso decir algo. Negó con la cabeza y continuo -debemos buscar a los niños y antes de acercarte a ellos, cambiarte de ropa. No es apropiado presentarte delante de ellos así-

Sakumo se miró la ropa manchada de sangre y asintió. No sentía enojo como tal, pero ¿Era la importancia de no poder salvar a alguien? Quién sabe, no es como si hubiera sido cercano a Minoru, pero por alguna razón le molestaba no tener el control de la situación. Si Tsunade le pregunta por su madre ¿Qué le iba a decir? Soltó otro suspiro y pensó que nunca debió haber aceptado está misión.

Al final de la búsqueda encontraron a Tsunade y Nawaki en el subterráneo de la mansión. Ambos niños habían sido puestos a dormir a base de medicamentos. Parece que llevaban varios días así porque Tsunade y Nawaki se veían delgados. El que se veía peor era Nawaki, quien se había enfermado por la humedad del lugar. No obstante, al estar inconscientes, aliviaron la angustia de Sakumo, quien no sabía cómo explicarles a los niños que ya no podrían contar con su madre nunca más en la vida.

Akane le indico a Tatsumaru que recogiera toda la información que hubiera en la mansión y después se la llevaran a la capital. Después de eso, ella y Sakumo llevaron a los niños a la capital y se los entregaron a Yahiko, quien rompió en llanto al saber final de su hermana Kumiko.

El anciano daimio finalmente se suicidó al saber cómo resultaron sus planes y Yahiko fue nombrado daimio por los ancianos consejeros del anterior daimio.

Varios días después Yahiko tuvo varias tareas difíciles. Una de ellas fue explicarle la situación a Tsunade, quien solo tenía cinco años. Fue difícil, muy difícil. Por otro lado, arreglo todo para que la policía militar volviera a la capital y escoltarán a Tsunade y Nawaki a Konoha, con su abuela. Él sería daimio y tendría mucho de que ocuparse de ahora en adelante. Sin contar, que puede que su reinado solo sea de semanas, hasta que Tobirama se entere de lo que hizo su abuelo y se vengue.

Por otro lado, Yahiko antes de la partida de Tsunade y Nawaki, mando a llamar a su hermana y Murasaki. Ambas muchachas, vestidas con elegantes kimonos de colores, se presentaron a la habitación del daimio. Kasumi le dijo a Yahiko que podía demoler, utilizar de bodega o cualquier cosa la habitación de ese anciano testarudo, pero Yahiko dijo que no. Estar en la habitación de su abuelo le recordaría para siempre lo que era la debilidad y la locura. Ambas igual de malas consejeras.

-Por favor, déjenos solos- dijo Yahiko desde el sillón de su abuelo, mirando los cuadros de sus antepasados en la pared. Se había agregado uno nuevo, el de su abuelo.

Los dos ancianos consejeros se retiraron e inclinaron su cabeza en señal de saludo a Kasumi y Murasaki. Ellas le devolvieron el gesto con una reverencia pronunciada y después esperaron a las palabras de Yahiko.

-Kasumi, Murasaki, vengan aquí- dijo Yahiko desde el sillón

Kasumi y Murasaki avanzaron por la hermosa alfombra burdeos y se pararon delante del sillón. Vieron a un Yahiko más serio y maduro vestido con las ropas doradas del daimio. Su rostro se veía igual, pero sus ojos denotaban una madures que proyectaba tristeza.

Kasumi y Mursaki se sentaron en seiza sobre la alfombra y se postraron llevando sus manos y frente al suelo.

-Está bien- dijo Yahiko con una sonrisa -levanten su rostro, ambas son mis hermanas pequeñas. Crecimos jugando y riendo, no necesitan hacerme sentir más solo de lo que ya estoy-

-Nii-sama- dijo Kasumi levantando su rostro y al ver la tristeza en los ojos de su hermano, sus ojos se pusieron acuosos. Sin embargo, ella sonrió para él y Murasaki a su lado hizo lo mismo. Eso hizo sonreír a Yahiko.

-Como hermano mayor he sido un inútil, Kasumi- dijo Yahiko

-Nii-sama no es así…-

Sin embargo, antes de que Kasumi pudiera argumentar, Yahiko levantó la mano para que ella se callara y él continuo -no pude proteger el trono, lo gano mi abuelo de mala manera para mí y nuestra hermana pago un alto precio. Fui inútil, es el único veredicto al que puedo llegar. No obstante, soy daimio y debo ocuparme de esta nación. Nuestra gran falencia en esta ocasión fue la debilidad de nuestro linaje. Durante siglos ocupamos a los shinobis como arma y mi abuelo pensó que eso seguiría siendo así. Fue un gran error. Ahora estamos a merced de alguien que tiene real poder y la única forma de asegurarme de que estes a salvo, es enviarte con Kain Uchiha. Él nos protegió una vez porque según él me explico, creía en la visión de su tío, Hashirama Senju. Solo espero que haya heredado más que solo su visión- Yahiko metió su mano derecha a un bolsillo de su túnica dorada y sacó una carta -entrega esta carta a Mito Uzumaki-sama, ella sabrá ayudarte y si todo sale bien, te convertirás en una novia, Kasumi. También he pedido lo mismo para ti Murasaki, sin embargo, depende de ti aceptar este destino. Tu no estas relacionada por sangre, así que Tobirama debería dejarte fuera de su venganza-


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