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Chapter 4: Cap - 3 : Encuentro

Me llevaron al patio exterior a la expectativa de todos los pobladores. Así como la radiante Luna fue testigo de mí llegada, el resplandeciente Sol será testigo de mi partida. Traté de borrar todo pensamiento malo y morir en paz, porque sabía que mi destino era morir de una manera u otra, ya no había nada que yo o alguien pudiese hace en mi defensa, en si quien quisiera verme viva si todos buscaban mi muerte.

Pero hay que verle el lado bueno a todo, al menos después de mi muerte esta libertad será eterna y nadie más me va a apresar. Me puse a pensar y tal vez esta me forma de actuar, mi actitud. Yo soy una chica optimista que le gusta verle el lado bueno a todo, alguien que le gusta ayudar a la gente y ágil cuando está en peligro pero al mínimo descuido se vuelve la persona más torpe de todo este universo.

Estaba absorta en mis pensamientos, quería salir un momento de mi cruel realidad.

Cuando llegamos afuera me encontré con un montón de gente hipócrita, algunos estaban llorando por mi muerte pero yo sé que cada una de esas lágrimas, eran totalmente falsas ellos querían quedar bien con la sociedad, ellos podrán engañar a todos menos a mí, me daban ganas de gritales que muestren lo que sienten porque su hipocresía no me estaba gustando para nada, se sentía amargo, pero tenía la garganta seca cada vez que intentaba halar solo salía un hilo voz inaudible.

Por otro lado había gente que si se reían de felicidad, aunque me doliera su forma de actuar es mejor que sean así, sentía que poco a poco el odio se invadía de mi corazón cosa que rotundamente iba a impedir. Luna tú no eres como esa personas, tu eres de un buen, amable y puro corazón, no dejes que un sentimiento tan vil como el odio te invada, me lo repetí a cada instante en mi mente.

Pero sucedió algo, algo en mi interior... Como si me tratase de decir algo, era como si el viento hablará, como si un ángel guardián me protegiera y me estuviese ayudando en estos momentos.

<<Voltea..., Luna voltea..., Voltea ahora..., gira tu rostro tu salvación está más cerca de lo que esperas>>

En esta ocasión, decidí hacer lo que aquella melodiosa voz me dijo.

Mi corazón latía a mil por hora.

Mis piernas flaquearon y la planta de mis pies ardía como si pisará lava ardiente.

Tenía la respiración agitada.

El miedo me invadia. Mi mente decía Luna voltea, pero mi cuerpo no reaccionaba, el temer era un sentimiento que no deseo a nadie. Levanté mi cara, en una especie de balcón vi a tres señores sentados supuse que ellos eran el rey, el archiduque y el príncipe, por ser unos de los mayores títulos nobiliarios. No sé pero sabía muchas cosas, que ni se dé donde las saqué tal vez..., abre sido alguien muy inteligente y estudiosa de dónde vengo, tal vez con el tiempo lo descubra.

Pero algo que logré ver muy en el fondo me llamó mucho la atención eran un par de chicos, para ser exactos cuatro, tenían un traje muy resaltante que los distinguía de los demás una capa negra algo vieja con un símbolo muy peculiar de una rosa. Nadie le tomaba importancia era como si no los pudieran ver, fue muy raro que con tantos guardias allí, porque no sospechar de aquellos cuatro. Tal vez eso sea mi salvación.

Nuestras miradas cruzaron, entendí que eran personas peligrosas.

Sentí como mi cuello chocaba con la dura madera, ya ni quería mirar arriba a aquella filuda cuchilla la cual sería empapada con mi sangre..., con mi vida.

—Tus últimas palabras antes de morir —me preguntó un chico de traje negro y la soga en mano.

—¿Quién dijo que moriría hoy? —dije irónica. Yo no me iba a rendir, si estos fueran los últimos momentos de mi vida, me iría al otro mundo en paz sabiendo que luche hasta el último momento.

—No creo que puedas hacer nada, estas atada de pies a cabeza y ahora que dijiste tus últimas palabras, adiós —sin piedad alguna soltó la soga.

De un impulso me tiré hacia atrás y la guillotina no se llevó mi cabeza

Nadie me tomó importancia, porque los jóvenes de antes se quitaron sus capaz, las guardaron en sus bolsillos, su vestimenta era algo ligera y pegada a su cuerpo. Debía imitar su forma de vestir por que se veía más cómoda para correr, este vestido me dificultaba mucho la movilidad de cada extremo de mi cuerpo.

Cuando pude pararme del lugar observe muchas cosas que salían disparadas por el aire, un cadente y cegador fuego, plantas que tenían vida, objetos y personas que salían volando por el aire y un escudo de agua que los rodeaban. Todo estaba hecho un caos, había muchos heridos pero, no de gravedad, la gente que trataba de salvar su vida.

Un cuchillo impacto contra mí rompiendo las sogas de mis manos, hoy día la suerte estaba de mí lado. Arranque mi huida tenía todo en mi contra, lo más probable es que salga muerta de acá, había un 0,000001% de probabilidad de sobrevivir, pero ese mínimo porcentaje yo lo usaría a mi favor.

Tenía el corazón acelerado.

Cuando escapé del castillo, me fui lo más lejos de Deon, tal vez seguía en el mismo reino, pero al menos estaba fuera del alcance de los guardias.

Solo podía ver una inmensa arboleda y animales silvestres, no había nada fuera de lo común.

Una corriente eléctrica me recorrió.

Me sentía acechada como si alguien o algunas personas me estuviesen vigilando, sentía como una mirada me recorría de pies a cabeza, primero supuse que eran simples animales pero al poco rato me percaté que no lo era, era algo mucho más grande.

Respiré hondó.

Miles de flechas volaron hacía mi dirección, incline un poco mi pecho y no me cayó una directo al corazón, solo roso mi brazo. Lo que me dieron a entender es que las personas que estaban tras de mis pasos eran asesinos. A los pocos minutos yo ya estaba acorralada, mi espalda oprimida a la pared y mi cuello siendo amenazado con una filuda daga.

-¿Amiga o enemiga? -preguntó el chico que me tenía acorralada.

Aquel chico tenía el cabello color negro con algunos mechones plateados, unos ojos color ámbar y una tez blanca.

—Futura conocida —respondí en mi defensa.

—No te hagas la graciosa, en la situación en la que te encuentras no estas para hacer bromas. Mira que la que va a salir perdiendo eres tú -a cada segundo que pasaba la presión que ejercía aumentaba.

—No es que me haga la graciosa pero, no importa lo que responda terminará corriendo sangre por aquí —con mis manos traté de alejar la daga, pero él no me lo permitía.

—Así que eres más lista de lo que pareces. Creí que era un tonta —con la otra mano libre me apretó el cuello.

-Jayden ya dejala, parece inofensiva -otro chico salió de no sé dónde y le tocó el hombro a su contrario.

-Te estoy vigilando -empezó a alejar la daga poco a poco de mi.

Me sentía más tranquila, pensaba en escapar, pero cada una de esas palabras por más absurdo que suene quedó grabadas en mi mente. Parecían asesinos seriales solo que se estaban conteniendo, porque si ellos quisieran ya me hubieran matado hace algunos instantes.

—Pueden salir, pero no bajen la guardia —dijo en voz baja el antes mencionado como Jayden.

Salieron dos chicas más de entre los arbustos.

—¡No soy un ser ruin y despreciable! —di un gritó caso ahogado en mi defensa. Tenía mi garganta hecha un nudo. En ese instante sentía un sinfín de emociones.

­­­­­­­­­­­Porque todos desde que llegué aquí me han tratado con un fenómeno, como la peor y más vil de todas las calañas.

—Ella es la chica de la guillotina —dijo una hermosa chica de largos cabellos rubios.

Aquella chica tenía unos cabellos rubios lacios que se movían al compás de viento hasta parecían que estaban hechos de oro, que le llegaban hasta la cintura, adornando su frente por un mechón que le daba hasta los hombros, que iba inclinado hacia el lado izquierdo. Unos ojos azules como el mar, una tez clara pero no blanca con un pequeño lunar al lado de su ojo derecho.

—Cierto es ella a la que iban a matar hace unos instantes -la otra chica se paró al lado mío.

Aquella chica tenía el cabello marrón oscuro lacio que parecía chocolate, eran tan delgados que parecían hechos de un fino hilo, que le llegaba hasta los hombros, un cerquillo que se iba más al lado izquierdo. Unos ojos azules como el de la chica anterior. Una tez morena, algo clara.

En una bolsa llevaba plantas y demás cosas.

Piensa, piensa rápido.

Traté de aprovechar lo poco que sabían de mí -pero yo tampoco sabía mucho- a mi favor, iba a engañarlos, a intimidarlos, a buscar una forma de liberarme de esto. Rogaba en mi mente que todo mi plan salga bien.

—Acaso ustedes saben porque me iban a matar en la guillotina una de las peores condenas que existen, saben que se están metiendo en graves problemas —mi mirada de asustada y tímida, cambio a una desafiante.

—No, ni nos importa —el antes mencionado como Jayden malogro mis planes antes que empezarán.

—Un momento..., será posible...., ella es uno de nosotros —su voz sonó sorprendida, entrecortada poco a poco se iba agudizando cada vez más. Sus pupilas se empezaron a dilatar. La castaña estaba sorprendida.

—¿Una de ustedes? —estaba perdida otra vez.

Vi como la peli marrón me señalaba, para ser más específicos mi hombro derecho, donde se encontraba mi marca aquella que me había traído muchos problemas.., bueno fue solo un problema solo que poco a poco se iba agrandando, mejor no pienso en nada y me concentro en la realidad.

La castaña estiro su panti en la parte de su pantorrilla izquierda, allí estaba su marca que se notaba a penas. La rubia alzo su polo un poco y al lado derecho de su ombligo tenía la marca, parecía un tatuaje o un símbolo mágico por la posición y el lugar en el que se encontraba. El ojiambar alzo algunos mechones negros y plateados que caían por su frente en forma de cerquillo. El azabache señalo su cuello donde se dejaba ver una pequeña parte de su marca, parecía ser el más reservado de todos.

—Espera... —quería que respondan mis preguntas. Tal vez sin querer llegué al lugar donde siempre tuve que estar, el destino es incierto de ser una vagabunda solitaria apuntó de morir, terminé encontrando personas como yo..., tal vez lleguen a ser como una familia para mí, ahora siento que poco a poco voy encontrando mi lugar en el mundo.

Se escucharon provenir a lo lejos un par de pisadas, cada vez se oían más cerca como un par de piedras cayendo al agua. Al rato la reconocí no era de humanos, era algo más grande, pesado y ágil, era un animal... ¡eran caballos! habían demasiados y jinetes que gritaban: ¡Se fueron por allí! ¡Atrápenlos son un peligro para el reino! ¡Los vi, allí están!

Había entrado en una pequeña crisis.

—Oigan —moví mis manos tratando de llamar su atención a como dé lugar porque de eso dependía su vida y la mía.

No me hacían caso.

Suspiré pesadamente, estaba aburrida de que me ignoren.

Los caballos y sus jinetes se acercaban a paso rápido, solo quedaban segundos para que estemos acorralados. Recogí un par de piedras del tamaño de mi pulgar y se las lance a cada uno en su cabeza. Ellos voltearon furioso.

Alcé mi dedo hasta la altura de mis labios en señal de que se callarán.


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