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Chapter 2: Un regalo de los cielos

Una chica con un hermoso cabello azul tanzanita, apareció repentinamente en el patio de la mansión Lombardi, casi como un milagro que ofrecían los dioses a una noble casa que no era capaz de engendrar herederos.

Una tarde en el patio de la gigantesca mansión Lombardi, una sirvienta gritó horrorizada al encontrar una joven chica desmayada entre las hermosas plantas del jardín que cuidaba con cariño cada día sin falta. La tez de la joven era extremadamente pálida, por lo que no era de extrañar que la sirvienta la confundiera con un cadáver que, sumado a las numerosas heridas que presentaba su cuerpo, simplemente no le daban la mejor imagen de presentación.

Los pasillos de la mansión Lombardi resonaron con el estruendoso grito de la sirvienta, provocando que muchos de los sirvientes de la casa Lombardi se acercaran a los ventanales de la mansión con curiosidad.

—"¡Ahhhh! ¡Un cadáver! ¡Guardias! ¡Guardias!" La desesperada sirvienta gritaba a todo pulmón mientras cubría su boca con horror. "¡Alguien que me ayude! ¡Por favor!" En respuesta a sus repetidos gritos de ayuda, la guardia encargada de proteger la casa Lombardi finalmente aparecieron en el patio.

Los guardias recorrían la propiedad de manera organizada mientras cruzaban los intrincados caminos del gigantesco patio de la propiedad. Recorrer el camino desde la entrada de la propiedad hasta el sitio del que provenían los gritos era una tarea algo extenuante, ya que el patio frontal de la propiedad Lombardi era increíblemente grande, que sumado a las numerosas enredaderas y plantas decorativas que tenían que sortear para llegar, constituían una labor considerable.

—"¿Qué ocurre, Dacy?" – Preguntó con caballerosidad el líder de los tres guardias que habían acudido al llamado.

—"A-Ahí, mire ahí." – La sirvienta estaba asustada, ella nunca había visto un cadáver antes, por lo que sencillamente no sabía cómo reaccionar a tal situación extraordinaria.

El Guardia se acercó al supuesto cadáver y con extrema delicadeza revisó el pulso de la joven. Este no era más que un procedimiento estándar que le dio una gran sorpresa. Los ojos marrones del guardia se abrieron como platos cuando descubrió que la joven no estaba muerta.

Tras un corto proceso mental, inmediatamente estiró su mano con elegancia para dar órdenes a sus compañeros, quienes lo miraban con curiosidad mientras revisaba a la chica tendida en medio de las plantas decorativas.

—"Esta joven aún está con vida." – Anunció el guardia mientras revisaba a la chica. – "Preparen una habitación, no podemos permitir que esto se sepa o la reputación del Duque podría verse afectada." – Sus compañeros inmediatamente reaccionaron y se acercaron para ayudar al guardia a cargar a la joven desfallecida.

Normalmente los guardias no tratarían con tanto cuidado el cuerpo de una joven de origen desconocido que repentinamente aparecía desmayada en el patio de la mansión. No obstante, dicha joven poseía exactamente el mismo color de cabello que el Duque.

Por supuesto, esto no significaba nada, pero al ser un color de cabello poco común, existía la posibilidad que dicha joven fuese una familiar del Duque o en un caso más extremo una hija ilegítima que mantenía escondida por algún motivo desconocido.

Los guardias y la sirvienta se apresuraron a llevar a la joven a una habitación y varias sirvientas fueron reunidas por el camino para atender las heridas de la joven. El estado de la chica no era particularmente alentador, por algún motivo parecía haber salido de algún tipo de batalla y su cuerpo presentaba varios cortes en su delicada piel.

—"¿De dónde salió esta joven?" – Susurró una de las sirvientas a cargo de limpiar el cuerpo de la chica.

—"No lo sé, pero su color de cabello sugiere que está emparentada de alguna forma con el Duque Lombardi" – Explicó una de las tres compañeras que acompañaban a la sirvienta.

—"¿Una hija ilegítima quizá?" – Otras de las sirvientas se aventuró con una peligrosa presuposición.

—"No hay manera, Su Excelencia El Duque no es ese tipo de caballero" – La última de ellas expresó su punto de vista sin reservas.

—"Solo hagan su trabajo o podríamos tener problemas." – Ante la advertencia de una de sus compañeras, las sirvientas se limitaron a limpiar el cuerpo de la joven lo mejor posible mientras los guardias traían a los señores de la casa Lombardi.

Pasaron cerca de quince minutos antes de que la puerta de entrada se abriera precipitosamente, El Duque había llegado acompañado de su esposa a la habitación donde descansaba la joven.

Solo segundos pasaron antes de que la señora de la casa notara el tono de cabello de la joven y observara a su esposo con acusación, entrecerrando los ojos empezó a observarlo con una ligera molestia en su mirar.

—"¿Cariño, quien es esta joven?" – La señora Lombardi era una mujer extremadamente amable. Sin embargo, cuando una mujer se siente traicionada su suavidad habitual puede cambiar completamente en un peligroso y escalofriante estado de ánimo.

El Duque no respondió la exigencia de su esposa, en su lugar se acercó a la cama donde descansaba la joven con incredulidad.

—"Esto no puede ser..." – Comento con completa incredulidad.

—"¿A qué te refieres?" – La señora Lombardi redujo ligeramente su hostilidad al ver el estupefacto rostro de su esposo.

—"Ayer rece a los dioses pidiéndoles un heredero para nuestra casa, pero nunca pensé que pasaría esto"

El motivo por el que El Duque había hecho tal pedido a los dioses, se debía a que todos sus hijos eran niños adoptados de otras casas nobles, todos esos niños habían crecido y contrario a su deseo inicial, algunos le causaban preocupación por su naturaleza ambiciosa o depravada.

El Duque tenía tres hijos, el problema yacía en que no podía confiar en ninguno, ya que, en su crecimiento, muchos mostraron la naturaleza de sus familias originales, algunos derrochaban la riqueza en demasía o abusaban de los sirvientes.

El Duque sencillamente no podía dejarles su casa a tales personas y para empeorar su preocupación los tres hermanos adoptivos habían empezado a pelear entre ellos por el derecho a la sucesión.

- "¿E-Estas diciendo que está joven es la respuesta de los dioses a tus suplicas?" – La señora Lombardi no podía creer una explicación tan conveniente con tanta facilidad. Sin embargo, era un tema que sería respondido en cuanto la chica despertara.

Como respondiendo a sus suplicas, la joven empezó a recobrar la conciencia, sus facciones y figura eran delicadas y hermosas, mientras se levantaba sujetando su frente, exactamente como alguien que sufre de una fuerte migraña.

La somnolienta y confundida joven dio un rápido vistazo a su alrededor solo para sorprenderse por la cantidad de gente que la rodeaba.

- "¿Q-Quienes son ustedes?" – Preguntó con timidez, el temor era claramente visible en su mirada mientras se acurrucaba lo más que podía contra el espaldar de la cama.

- Yo soy El Duque Brohm Lombardi y esta dama junto a mi es mi esposa, Mirelia Lombardi. – La joven los observó con sospecha y temor en sus ojos. – Ahora, me gustaría preguntar ¿Cuál es su nombre joven dama? – La voz del Duque era amable y sus modales impecables.

- "Y-Yo... Y-Yo soy..." – La joven hizo un esfuerzo sobrehumano por recordar, realmente se esforzó al punto que su cabeza empezó a doler sin obtener una respuesta a su auto interrogante.

Al ver la desesperación y la confusión con la que la joven sujetaba su cabeza en busca de una respuesta el Duque quedó completamente convencido de que su conjetura inicial era correcta.

- "Mirelia, está chica debe ser un regalo de los dioses. Estoy seguro. - El conde observo directamente los ojos de su esposa. - No hay otra explicación" – El Duque susurraba al oído de su esposa mientras observaba a la chica.

- "¿Puedes jurar que no me has sido infiel y que esto no es un acto de esa chica?" – Mirelia no era un hueso fácil de roer, ella simplemente no podía aceptar una situación tan conveniente.

- "Yo jamás... Ya sé, hagamos una cosa Mirelia" – El Duque Brohm tuvo una idea mientras intentaba explicarse con su esposa.

- "Te escuchó." – Mirelia observó a su esposo con curiosidad.

- "No importa lo que diga, tus sospechas no se despejaran tan fácilmente. Sin embargo, puedo probar que lo que digo es cierto de una manera bastante sencilla."

- "¿Cómo?"

- "Deja que la joven se quede en la mansión mientras se recupera. Estoy seguro que el tiempo despejará tus dudas de forma natural ¿Qué opinas?"

- "Supongo que no puedo simplemente echar a esta joven a la calle, pero si resulta que me has traicionado, no te perdonaré."

- "En ese caso está decidido." – El Duque se acercó a una de las sirvientas, tras haber recibido el permiso de su esposa. – "Dacy, quiero que cuide de esta joven con la mayor dedicación posible y hágame saber cualquier necesidad que pueda tener."

- "Como ordene, Su Excelencia" – La sirvienta hizo una pequeña reverencia.

- "Por ahora dejemos tranquila a la joven." – El Duque dirigió a todos los presentes fuera de la habitación para que la chica pudiera organizar sus ideas sin presión alguna.

Tras sacar a todos de la habitación, ordenó a cuatro de los guardias que cuidaran la puerta y las ventanas de la habitación respectivamente. También les ordenó que se le avisará cuando la joven se calmara y estuviera en condiciones de hablar.

Por otro lado, la joven estaba sujetando su cabeza intentando recordar algo desesperadamente.

- "¿Quiénes son esas personas? ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?" – La confundida joven parecía estar a punto de caer en la locura, mientras abrazaba su delicado cuerpo con angustia.

Pasaron cerca de diez minutos antes de que la joven finalmente se calmara, un estado más armonioso ayudo a que sus ideas se aclararan y su memoria se refrescara lo suficiente como para recordar su origen.

- "Ahora lo recuerdo... Él dijo que debía deshacerse de quienes tuvieran la sangre de los héroes, cuando mató a toda mi familia frente a mis ojos." Los recuerdos no eran gratificantes, por el contrario, parecían hacer a la joven extremadamente infeliz. Las lágrimas de la frustración caían de sus ojos a medida que recordaba pequeños fragmentos de su pasado. "Haré que pagues por lo que has hecho, Emperador Lain." La ira y el rencor eran claramente visibles en sus ojos mientras recordaba un rostro nada agradable. Luego de un tiempo la chica finalmente se calmó y solo entonces se permitió pensar en la situación en la que se encontraba. "Dije que me vengaría, pero... ¿Dónde estoy exactamente?"


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