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50% La Caja

Chapter 2: Capítulo 2

--Olvide esta cosa…

Dejando de lado el paquete, coloque la comida en la alacena y en el refrigerador, recalentando los restos del café de la mañana y sirviéndolo en una tasa humeante, regrese a la sala para abrir el dichoso paquete.

Sentándome en el sofá y movilizando el paquete con mis brazos, revise las múltiples marcas en el papel de embalaje.

--Marruecos, Rio, México, Boston, Londres, Madrid, Hong-Kong, Seúl… esta cosa dio una vuelta al mundo… ¿Extraño?

Corte las amarras y desplegué con cuidado el papel, el contenido termino siendo una caja de madera lacada, tallada y grabada con multitud de diseños y símbolos dándole un aire artístico e inquietante.

El contenido real un cajón de madera decorativo, un pequeño ataúd.

Pegado a la tapa una carta escrita a mano con una letra suave y cursiva.

[Hola, tal vez no me recuerdes pero yo aún te recuerdo… mi pequeño nieto Albert Greenland, si está leyendo esta carta tal vez ya esté muerto pero no es nada para entristecerse o preocuparse, viví una buena vida al menos hasta que tus tíos dilapidaron todo y limpiaron las arcas de la familia arrastrándonos a todos a la pobreza aunque de cualquier manera, me alegro de que estés sano y bien.

Esta es tu herencia, recuerdo que siempre quisiste estudiar la historia y antigüedades extrañas así que te dejare lo que está dentro, eso puede o no ayudarte a seguir adelante, es tu decisión solo recuerda, una vez abierta no hay vuelta atrás, estarás junto a eso el resto de tu vida e incluso en la muerte. Piénsalo con cuidado y toma tu decisión.

Te quiere, tu abuelo Henos Von Elrick.

P.D. Dale un nombre a lo que yace dentro.]

--¿El Abuelo Henos? Murió hace diez años… sí que tardó en llegar este paquete pero… ¿Darle un nombre?... ¿Qué significa eso?

Revise cada uno de los lados de la caja, examinando cada una de las tayas y diseños, recordando mis viejos días cuando aún creía en que los sueños podrían convertirse en realidad solo con trabajo duro y esfuerzo, cuando aun desconocía la realidad del mundo.

--Runas celtas y nórdicas, glifos sumerios, persas y ¿rumanos? Salmos en hebreo, grabados y tallas de escenas bíblicas y litúrgicas, Pentagramas, ¿Ars Salomonis Goetia?… ¿Qué mierda satánica es esta Abuelo?

Dejando la caja aparentemente satanista en su lugar, me levante del sofá y fui a la cocina, si bien mi fe es increíblemente débil aún tengo cierto recelo contra las cosas del otro lado; tomando una pequeña botella de licor blanco y otra de agua bendita, vertí los dos líquidos en un pequeño vaso y regrese a la sala.

Vaciando el contenido en mi boca, sople, rociando una mezcla de agua bendita y alcohol blanco sobre la sospechosa caja.

Nada sucedió, una ligera sensación de tristeza se mezcló con una de tranquilidad surgieron en el fondo de mi mente dando un sabor agridulce, frunciendo el ceño regrese a mi análisis de la caja.

--Veamos todo primero antes de abrir esta cosa…

Murmurando continúe deslizando mis dedos por todas y cada una de sus superficies, lleno de una extraña y olvidada alegria.

***

Unas horas más tarde.

--Bien dejemos esto por la paz…

Me levante y mire a mi alrededor, una considerable cantidad de papeles están desperdigados por todo el salón, cada un escrito con una copia de las inscripciones de la caja, cada uno con una ligera nota donde plasmaba mi comprensión u teoría sobre cada marca, cada diseño, cada patrón, una olvidada y cálida chispa de emoción y logro llenaba mi corazón y alegraba mi alma.

--Jaja~ pensar que el abuelo me traería devuelta… mi vieja pasión.

Cuando era niño quise ser un antropólogo, un arqueólogo, un investigador y me esforcé para ello, lamentablemente sin talento, suerte y recursos, mis sueños quedaron como eso un simple sueño, algunas cosas pasaron y la situación general se fue a pique, la economía colapso, nuestra familia y muchas otras se empobrecieron de la noche a la mañana, la educación se volvió irrelevante y todo empezó a volverse un caos.

En medio de ese caos perdí el rumbo y termine renunciando, salí del mapa, termine en este lugar y ahora el místico paquete de mi abuelo muerto hace más de una década aparece y me hace recordar mis viejos sueños.

--Jajaja… ciertamente esto es divertido… no me había sentido así en años ¿Cuándo fue la última vez que me sentí vivo?

Perdido en mis pensamientos, limpie un poco el lugar, recogiendo las notas de suelo y colocándolas sobre la mesa.

Observe el reloj y ya era la hora para mi cita forzada con Evelyn, lavándome la cara y tomando alguno de los ingredientes que compre antes, salí de mi apartamento y golpee la puerta del frente.

*Toc*Toc*Toc*

El rítmico sonido de la puerta resonó en el desértico pasillo, al otro lado de la puerta podía escucharse el suave pero constante zapatear de un par de tacones, unos segundos después la puerta fue abierta y una belleza aterradora salió de la oscuridad.

--¡Albert~!

--Evelyn…

--Viniste~

--No me dejaste muchas opciones…

--¿Hoy es un buen día, estas sonriendo más de lo normal~?

--Tal vez si, hoy es un buen día…

Entre al oscuro apartamento guiado por la bella pero algo aterradora mujer.

***

El apartamento de Evelyn tiene la misma disposición que el mío solo que su decoración es algo excéntrica al igual que su dueña.

Paredes empapeladas con tapices cuadriculados bicolor de rojo y negro, alfombra suave color gris, muebles y alacenas de estilo gótico sacados directamente de una tienda de antigüedades. Evelyn vestía conservadoramente esta vez, ocultando su sugerente anatomía un ligero y suave vestido de una pieza blanco con ligeros bordados de plata simulando una telaraña que combinado con su piel pálida y cabello permanentemente graso y despeinado da un aspecto tanto agradable como seductor.

--Albert~ quiero comer algo bueno~

--Veré que puedo hacer…

--Hoy realmente es un buen día~ ¿No estarás enfermo o sí?

Evelyn giro y salto sobre mi espalda restregándome dos grandes montículos en mi espalda mientras colgaba de mi cuello.

--Estoy bien solo estoy de buen humor… recordé algunas cosas del pasado y… me siento un poco mejor ahora…

Libreándome Evelyn se dejó caer en una de las sillas y se dedicó a observarme cocinar.

La cocina de Evelyn esta mejor amueblada que la mía, aunque ella es hermosa "en cierto aspecto" carece de toda capacidad para cocinar por si misma algo más que un huevo esclafado y una taza de café sin quemarlo todo en el proceso, debido a esto y tras algunos focos de incendio, termine cocinando esporádicamente para este curioso personaje.

--Tenemos pasta larga, tocino, leche, cilantro, perejil, yogurt, lechuga, repollo, cebolla, ajo, encurtidos, queso, mostaza, sal y pimienta… ¿Evelyn, algo de pasta está bien para ti?

--Hace mucho que no la prueba~ Hazlo~

--Yes, my lady…

Recibiendo la aprobación del menú comencé a cocinar, lavando, secando, cortando y separando, aplastando y calentando. Colocando una olla con agua con una pizca de sal y una sartén al fuego un par de gruesas rebanadas de tocino dentro, deje que se consumiera, picando la cebolla, el ajo y los encurtidos así como el repollo y la lechuga.

Retire el tocino de la sartén y vertí el ajo en la grasa del tocino dorándolos, removiendo un poco para evitar que se quemaran coloque el repollo, la lechuga junto con algunos encurtidos y revolví.

El olor fragante de la grasa y el ajo lleno la cocina.

--Albert~ huele delicioso~

--Aún falta…

Pique el tocino y lo devolví a la sartén, agregando un poco de leche y una cucharada del yogurt, acto seguido arrojaba la pasta al agua ya hirviente, junto con un toque de aceite, removiendo suavemente ambos recipientes mantuve la vigilancia evitando quemaduras.

En cuanto la pasta llego a punto, saque un colador y una fuente, apagando el fuego de ambas cocciones, cole la pasta y la vertí en la fuente para después bañarla con la salsa blanca, mezclándola con dos paletas, espolvoreé cilantro y perejil picado así como queso rallado finamente sobre la pasta y la deje reposar.

--Albert~ siempre puedo contar contigo para esto~

--De algo sirvió haber estudiado cocina cuando era joven…

--Solo tienes 27 aun eres joven y guapo~ no como yo~ una pobre y arrugada ancianita de 30 años~

Evelyn entrecerró los ojos coquetamente mientras extendía sus largas y delgadas piernas.

--Eve…

Mire con duda a la mala mujer frente a mí, ciertamente Evelyn es tres años mayor que yo pero el decir que esta arrugada es un vulgar y absoluta mentira, conozco cada parte de su cuerpo para mi pesar y ninguna parte esta siquiera cerca de mostrar una mísera arruga, aun ese lugar está perfectamente conservado.

--¿Si~ Albert?

--Olvídalo vamos a comer…

--De acuerdo~ déjame ayudarte~

Evelyn salto como un resorte y corrió hacia la repisa sacando un par de copas de vidrio grabado con arabescos y una botella de vino tinto, retorciendo su insinuante cadera nos movimos a la sala y comedor.

Colocamos dos platos a cada lado de la pequeña mesa y la fuente en el medio, el vapor y el olor pronto inundaron el espacio. Observando a una alegre Evelyn serví los platos y el vino, antes de que pudiera termina la fragante mujer maligna dio un bocado sorbiendo la pasta y manchando su rostro con la salsa.

--¡Delicioso~!

Casi podían verse estrellas en sus ojos negros, ignorando como siempre los modales frente a mí, Evelyn comió a pierna suelta con una sonrisa, por mi parte disfrute mi comida lentamente acompañando con el suave pero agrio vino.

***

--Albert~ Albert~ Albert~

--¿Si, Eve…?

Igual que siempre, Evelyn termino ebria después de la comida, mientras yo tome dos copas, esta excéntrica mujer vacío toda la botella a sabiendas de su poca resistencia al alcohol.

--Cama~ ¡Ahora!

--Estas ebria… comiste y bebiste demasiado… descansa…

La alcoholizada fémina solo negó con la cabeza, su rostro ruborizado por el vino era encantador pero sus ojos más vacíos y opacos que de costumbre eran preocupantes.

--¡Albert, Cama, Conmigo, Ahora!

Repitió levantándose de su silla y tambaleándose a la habitación, temiendo por su integridad física ya que la muy ebria calzaba tacones de aguja aun en la alfombra, abrace su tambaleante y cálida figura.

--Hoy es un buen~ día~

--Si es un buen día…

Evelyn tarareo una pequeña tonada mientras se enrollaba en mis brazos, picoteando besos en mi cuello y lamiendo mi oído. Cargando al espectro etílico a su habitación me resigne a una nueva ronda de ejercicios con ella.

Recostándola suavemente sobre el suave edredón de terciopelo violeta colgué mi camisa del dosel de la cama, mirando hacia abajo, la pequeña y ebria súcubo luchaba por sacarse el vestido.

--*Suspiro* Aquí… deja ayudar…

--Al~bert~

Levantando los pálidos y delgados brazos, el vestido fue sacado de solo tirón y la escena escondía fue rebelada, dos picos blancos gemelos bien formados coronados por dos pequeñas cerezas eran libres mientras que una pequeña gruta aún se escondía detrás de una pequeña pieza de encaje negro.

Su ruborizado cuerpo temblaba por el alcohol y el frio de la noche, si más que hacer, deshice mis pantalones y caí tranquilamente en su trampa.

***

Observe distraído el techo familiar, el papel tapiz violáceo me recordaba las acciones recientes, a mi lado una tierna, bella y algo lamentable mujer dormía con una sonrisa satisfecha y alegre, múltiples mechones de su larga cabellera negra como la brea se derramaba por toda su blanca espalda y la cama, acostada encogida y aferrada a mi brazo solo podía esperar el amanecer o a que aflojara su vicioso agarre.

El olor seguía en el aire y el sudor seguía en nuestros cuerpos, continué observando sin sentido el techo, disfrutando este pequeño momento de felicidad compartida, entre ella y yo.

***

Evelyn solo me soltó cerca de la madrugada, liberándome fui a la cocina, limpie y recogí los platos y las ollas, preparando las sobras y guardándolas, después de eso deje su apartamento y regrese al mío. Tras pasar la puerta me desplome sobre el sofá y me dormí en el acto.

***

Desperté en la madrugada el dolor en la espalda producto de la mala posición en el sofá me paso la factura, revisando el reloj y resignándome, una ducha rápida, un desayuno ligero, tomando un juego limpio de ropa, retome mi rutina diaria y marche a mi trabajo pero no sin antes darle una última mirada a la misteriosa caja que permanecía junto al sofá.

Termine dormitando un momento en el autobús, apoyándome en la ventana viendo pasar los descoloridos edificios y construcciones a medio andar, muchas personas vienen y van todos los días, el crecimiento de esta pútrida ciudad es algo constante, mientras más brillante son las nuevas construcciones en los cascos principales, los suburbios y las zonas grises como esta se vuelven rancias y estancadas.

Una mano se intentaba colar en mis ropas, estire mi mano y tome la muñeca del ladrón. Volteando mi mirada un pequeño niño o niña mi adormilado cerebro no reconocía bien el género ambiguo del pubescente. Dando un ligero bostecé hable.

--Suelta y no lo romperé…

Apreté y clave mis dedos en la suave carne, la delgada muñeca rápidamente empezó a ceder.

--*Guh* me rindo…

El pequeño ladrón, lloro un poco y dejo su botín. Sin liberarlo revise mis pertenencias, todo estaba en orden, di un último apretón en su delgada extremidad la cual chasqueo un poco antes de soltarlo.

--Bastardo loco, casi me rompes la mano.

Gruño el ladronzuelo en voz baja para evitar llamar la atención de los otros pasajeros. Un ladrón seria asesinado y abandonado en la carretera si es atrapado aquí, no hay ley en las áreas grises. Estando despierto opte por molestar un poco al minúsculo malhechor.

--¿Eres un niño? ¿Cuántos años tienes? ¿Acaso dejaste la escuela?

Lance varias preguntas mientras ataje uno de sus brazos y apreté con saña.

--*Guh* ¿Estás loco verdad?

Gruñendo, protesto; ignore y continúe hablando.

--Tal vez… pero dime ¿Eres un niño o una niña? ¿Eres demasiado joven como para ser un ladrón? ¿Por qué dejar la escuela…que es lo único decente en esta ciudad?

El pequeño frunció el ceño y fijo su mirada al piso. Su pequeña nariz y rasgos infantiles, las mejillas llenas de grasa de bebé, labios pequeños color cereza resecos, cabello castaño liso cortado irregularmente, manos suaves con cayos rotos recientes, su ropa parcialmente limpia y ordenada mostraba que no era un callejero u abandonado.

--Hui de casa… abandone el internado y corrí aquí… eres el primer bastado que logra atraparme… y soy una chica por cierto…

Libere el agarre sobre ella y reordene mi impresión, una niña ladrona que huyo de casa u internado, el único internado en la ciudad está en las zonas privilegiadas muy lejos de este vertedero gris, por lo que esta niña ha estado viviendo al límite y ha tenido mucha suerte.

--¿Niña no eres de por aquí, verdad?

--No…

Respondió la niña en voz baja mientras frotaba su muñeca y brazo adoloridos.

--Deja de robar en los autobuses, el linchamiento no es cosa de risa en esta zona, en el mejor de los casos solo te mataran… pero ya que eres… mujer…Disculpa… ¿Cuántos años tienes?

--12… ¡Espera!... ¡¿no dirás que ellos me van a?!

Pálida y ligeramente sonrojada la pubescente niña me miro con miedo.

--Exacto… deja de robar, este es un mal lugar para ello. No diré que regreses solo olvida el robo en autobús, tómalo como un consejo. Ya te salve hoy así que ve con cuidado.

--Gracias por el dato… no sabía que la ciudad exterior fuera un lugar así.

--¿Qué esperabas? Estos son los reinos grises, la ley no trabaja mucho por aquí…

Señale por la ventana hacia un callejón, aunque apenas son las 6 u 8 de la mañana, una prostituta mal arreglada estaba alegremente trabajando sobre una patrulla policiaca. La niña se cubrió la boca mientras se ruborizaba fuertemente por suerte el autobús retomo su marcha antes de que algo más pasara.

--¿Eso es normal aquí?

--Más de lo que debería ser… eres del área principal, regresa a casa o busca un lugar seguro donde trabajar y vivir, ya que eres solo una niña ve a la escuela del área residencial, si no trabaja en negro como los demás. Grey City no es un buen lugar para los que aún tienen futuro.

Acaricie la cabeza de la niña por impulso mientras llamaba la parada.

--Soy Zoe Fraga… ¿Y tú?

--Albert Greenland…

Deje el autobús despedido por la pequeña ladrona, por suerte aún conservaba todas mis pertenencias, más algunas que yo mismo sustraje de la pequeña despistada.

--Ladrón que roba a ladrón… obtiene 100 años de perdón…

Tarareando un viejo refrán conté los billetes arrugados en mis manos.

***


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