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Chapter 10: Golpes en el cielo

Aguardé hasta que Fred despertara. Ruidosamente se cayó de la cama al verme.

—¿¡QUÉ...!? ¿¡Elián!?— Se sujetó la cabeza del dolor.

—Tómate esto— Le di un vaso de agua con un remedio para la resaca.

—¿Cómo...?—

—Sieg me llamó diciendo que un borracho estaba causando un alboroto en su bar.— Hizo burbujas en su vaso antes de tomar el medicamento. —Oye, Fred, no puedes llegar e ir a molestarlo, ya no estamos en la secundaria. Tú sabes bien que Sieg tiene pareja, y están pensando en casarce.— Él no me reprochó en todo el sermón. Miré la fotografía de su escritorio, una pequeña parte estaba rasgada y en el resto apareciamos nosotros cuatro. —Aún recuerdo ese día— Dije tomando el marco. —Tú y Sieg se perdieron en el bosque— Me reí.

—¡N-no me perdí! ¡Sieg se cayó de un barranco y tuve que traerlo de vuelta!—

—Estuvimos buscándolos toda la noche, Jake se asustó mucho y Casim se puso totalmente histérico al ver a su hermano perdido— Sin querer, había mencionado el nombre de Casimiro, la persona que terminó excluida de nuestro grupo. Dejé la foto en su lugar. —Lo siento—

—Es a tí a quién debería afectarte, Elián— Se paró. —Sin embargo... Nunca sentiste resentimiento por él, a pesar de lo que hizo— Bajó sus ojos.

Me acerqué a abrazarle. —Piensas mucho en mí, Fred— Acaricié su rostro.

—¡Claro que no!— Lo miré sonriente, volviendo rojas sus mejillas. —¿En serio se acabó, Eli?— Se desplomó sobre el colchón.

—¿Crees que lo nuestro perdurará? Por más que nos queramos, no veo esa química que necesitamos entre nosotros— Me acosté al lado.

—Pero, se suponía que sería así... Que el grupo siempre estaría unido si tú te quedabas con alguno de nosotros y Sieg lo mismo...— Me atrapó entre sus brazos.

—Desde el principio, nunca fuimos cuatro— Me alejé.

—Espera, Elián... ¿Es una definitiva? ¿Terminarás conmigo?— Me persiguió.

—Conmigo serás infeliz, es lo único que le sé traer a los demás—

—¡¿Solo por eso piensas dejarme?! ¿¡Después de todo lo que me prometiste!? ¿¡Por qué me pones antes que tí!? ¡Y aún así, es egoísta de tu parte decirlo!— Lo empujé contra el muro.

—Si no fuera por mí, Casimiro seguiría siendo nuestro amigo... Por mi culpa la relación de Sieg y él jamás será la misma... He arruinado la vida de muchas personas... Además, puede que por ahora mis hermanos hayan hecho la vista gorda sobre nuestra relación, pero no dudo en que harán un movimiento si continuamos viéndonos a solas. Lo sabes—

—No necesito que me protejas—

—¡Fred, entiende!— Lo tomé del cuello de la camisa. —¡Te quiero!— Lo besé.

—¡Yo también te quiero! ¿Por qué diablos te alejas de mí?—

—Mira, necesito arreglar toda mi situación. Y ahora estoy viviendo con Kenny en un departamento— Los celos rebotaron de sus ojos.

—¿¡Qué, qué!?— Gritó.

—Sabía que te pondrías así...— Suspiré. —¿Ves el problema? Ni siquiera logramos socializar bien, y después de lo de Julen, mi cabeza es un desorden—

—¡Y ese alpha aprovechó para quitarte de mi lado!— Me entristeció.

—Kenny no tiene malas intenciones... Sobre lo que dijiste antes, también extraño los buenos tiempos, sobre todo los que tuve contigo...— Tomé sus manos. —Por favor, tolera esto al menos... No deseo terminar lo nuestro. Solo quiero alejarme lo que más pueda de mi responsabilidad como Rosset, si quieres que estemos juntos, déjame cortar todos los lazos—

—Elián... ¿No te es más fácil solo casarte conmigo?— Mi cerebro estalló.

—¿¡Quieres que te corten la cabeza!? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Fred, tú sabes bien lo mucho que odia mi padre a tu familia. ¿Buscas que te maten?— Me alteré.

—Es lo único que se me ocurre. Si realmente deseas estar conmigo, creo que es la mejor salida— Solo empeoraría las cosas.

—Déjame pensarlo— Salí por la puerta. Mi dolor de cabeza me estaba ahogando, estaba teniendo un masivo estrés. Entre la aparición de Julen y Fred, ya no sé que hacer con mi vida...

Mi celular vibró, por lo que contesté agotado. —¡Eli! ¿Qué tal está Fred?—

—Bastante bien, hasta me propuso matrimonio—

—¿Me estás jodiendo?— Yo reí.

—Creo que deberíamos vernos—

—¿Quieres venir a mi casa? Ah... Pero, creo que no es una buena idea— Se arrepintió.

—¡Es una buena idea, iré ahora mismo!— Además, me da tiempo para despejar mi mente corriendo todo el camino.

Toqué el timbre de la mansión Gilga. Enseguida una sirvienta me dejó pasar y me dijo que Sieg me esperaba en su habitación. Subiendo las escaleras divisé a Casimiro, él se espantó al chocar miradas. —¡Espera!— Corrí a atajar su mano. —Hace tiempo que no te veo...— Respiré agitado. Él desvío su mirada con nostalgia. —¿Crees que podemos hablar más tarde?—

—¿Qué...? Si buscas matarme o algo parecido— Lo interrumpí.

—No es eso. Yo nunca te odié Casim... ¿No tienes planes para después?— Apenas lo dejé abrir la boca. —¡Entonces, está hecho, iré a tu bar luego de que converse con Sieg!— Rápidamente me dirigí a la pieza de su hermano.

—¡Elián!— Se lanzó sobre mí. —¡Estoy feliz de que pudieramos vernos!— Me senté en la mesita donde habían aperitivos. —Sobre lo que me hablaste por teléfono, ya puedes explicarme— Sonrió sirviéndome un refresco.

—Discutí con Fred, y le comenté sobre todos los riesgos que implicaba continuar nuestra relación. Y después me dijo que podíamos casarnos como solución—

—¿Solo así...? ¿No hubo anillo, nada?—

—¿Qué te creías?— Cuestioné.

—¡Fred es todo un bruto! Pero, tú sabes que es sobreprotector, además de quererte excesivamente—

—Sieg, no ayudas...—

—¡Lo siento! Pero, él ha sido el que cuidaba de todos en el grupo. ¡Gracias a él salvamos nuestro ramo de cocina! Es del tipo de chico que te tiraría su abrigo cuando tienes frío, pelearía por tí y seguramente sería un buen padre— Dijo sus rasgos positivos. —En cuanto a apariencias... Fred es muy atractivo, tal vez porque es como un alpha de entre los betas—

—Suena a que te gusta más que a mí— Bebí todo el vaso.

—Yo los amo a los tres— Continuó. —A Fred, a Jake y a tí— Declaró.

—¿Cómo logras ser tan adorable?— Sieg es un verdadero omega, es agraciado, tierno, sentimental, lindo, sumiso, y bueno en los quehaceres, a pesar de su torpeza.

—Hablando de matrimonio, Jake por fin decidió poner un anillo en mi dedo— Mostró su mano.

—¡Oh, por Dios, felicidades!— Lo abracé. Y observé el diseño del anillo. —Parece que se dió su tiempo— Él me sonrió al borde de las lágrimas.

—¡Elián, quiero que seas mi dama de honor!—

—¿Estás seguro? Es un gran cargo?— Él asintió.

—¡Y después serás la madrina de mis hijos!— Yo me reí con su alegría contagiosa.

—Ojalá pudiera sonreír así también por alguien, estoy muy feliz por tí— Sonreí amablemente.

—Seguramente lo harás— Tocó mi hombro. —Siempre pensé que debíamos quedarnos entre nosotros para continuar juntos y ser felices— Piensa lo mismo que Fred. —Pero, si crees que Fred no es el indicado, entonces creo que deberías dejar de depender de él... Lo digo por ambos, ninguno de los dos podrá ser feliz si continúan vacilando y desconfiando de si mismos— Aclaró. —Se feliz con alguien que pueda amarte como tú lo haces y te devuelva todo lo que perdiste... Lo mereces, de los cinco, mereces ser el más feliz, por todo lo que haz sufrido— Nombró a todo el grupo y sus palabras aliviaron a mi corazón como una madre.

—Sieg...— Mi voz se quebró en lágrimas y lo abracé fuertemente. —¡Gracias!— Lloré, mojando su polera. —Sieg, lamento que te hayas distanciado de tu hermano... Sé que lo que hizo no estuvo bien, pero me llevo gran parte de la culpa... ¡Por favor, reconciliate con él! Lo que más odio de todo, es que hayas perdido a tu hermano, con lo bien que se llevaban, no quiero que pases por lo que yo—

—Entiendo... Por tí lo intentaré, Elián. Porque es mi familia y porque quiero escucharle decir "Felicidades"—

Me había tranquilizado. Si tuviera que definir a Sieg en una palabra, sería cálido, o maternal. Gracias a él, podré dar un paso adelante. Y para ello, primero debo dejar de correr de mi pasado.

—Casim— Nombré cuando salí de la residencia y lo vi fumando frente a la entrada.

—Tal vez debería llevarte a casa. ¿Crees que nuestra conversación dure tanto como para tener que reservar una habitación de mi bar?— Decía molesto.

—Lo hará, tal vez toda la noche y la Luna está en su tope— Caminó con su típico aire furioso.

Los cinco, Jake, Sieg, Fred, Casim y yo asistimos a las mismas clases deportivas. Tanto Casim como Jake son alphas. Con el tiempo supe que había un conflicto amoroso entre nosotros. En un principio, Sieg estaba enamorado de Fred, Jake de Sieg, mientras que Casimiro y Fred de mí. Y si no fuera por el orgullo de Casimiro, y su instinto de competencia alpha, no hubiera cometido tal terrible error. Y a pesar de ser la principal víctima, jamás me pareció en el fondo un acto tan horrible.

Ese día, Casimiro y yo nos refugiamos de la lluvia en el gimnasio. —¡Vaya, tendremos que entrenar dentro!— Me sequé con las toalla que dejé dentro de mi bolso. Alguien cerró la puerta por fuera. —¡Oigan!— Traté de abrir. —¡Genial, parece que nos jugaron una broma! Habrá que esperar al entrenador o podría llamar a Fred— Saqué mi celular, cuando el pelirrojo me lo arrebató de las manos. —¡Hey, Casim!—

—No llamarás a nadie...—

—Ya deja de jugar y devuélvemelo— Me acerqué, pero él me empujó sorpresivamente.

—No estoy jugando— Chasqueó los dedos y las luces se apagaron. Pasos de más personas se escucharon. Entonces me agarraron entre unos cuantos.

—¡Suéltenme!— Logré noquear a dos entre forcejeos. Sin embargo, entre la oscuridad y el pánico, todavía quedaban otros dos, que me llevaron a rastras hasta el almacén. Intenté luchar contra ellos, pero era difícil combatir contra tres alphas, llegaron a golpearme para que me callara y me quedara quieto. Entonces, Casim se acercó. —¿¡Se puede saber que haces!? ¡Si estás enojado por la última competencia, entonces...!— Él rajó mi polera con sus manos.

—Eso es solo una excusa— Vi que sonrió malvadamente. Me ataron los brazos con mi chaqueta.

—¿Por qué haces esto, Casim...? Yo confiaba en tí... ¿Era necesario planear todo esto?— Me dejó contra la colchoneta.

Respiraba aceleradamente. —¿De qué otro modo iba a poder poseerte? Es obvio que sientes más atracción por ese beta que por mí... A pesar de que soy un alpha de buena categoría— Apretó sus colmillos. Ahí comprendí los verdaderos sentimientos de Casim, y yo como un tonto no lo había percibido. Miré a los otros dos depravados, que esperaban ansiosos su turno.

—Eso quiere decir que me quieres solo para tí ¿No?— Le sonreí sorprendiendolo. —Entonces, no los necesitas a ellos más. ¿Verdad?—

—Tienes razón— Sonrió malicioso. —¡Fuera de aquí!—

—¿Qué? Pero...—

—¿Acaso buscan que los mate? ¡Largo!— Salieron corriendo asustados. Cuando el desvió su atención, intenté escapar. Sin embargo me agarró antes de que pudiera hacer cualquier cosa. —Eres muy astuto, pero te conozco desde hace tiempo... Ya perdiste tu oportunidad de escapar.— Al menos esto no se convirtió en una orgía. No me hubiera gustado tener a tres alphas abusando de mí.

Tiró de mis zapatillas, pero yo pataleé, logré golpearlo en la cara. No obstante, eso empeoró su animo. Agarró mis tobillos y me tironeó.

—No... Casim, basta. ¡No!— La puerta del gimnasio se abrió de golpe.

—¡Eli! ¡Casim!— Corrieron hasta el almacén, Sieg pegó un grito y cerró los ojos al ver la escena. Jake no dudó en darle un golpe a Casim.

—¡Eli! ¿Estás bien?— Jake me desató y me colocó su chaqueta encima antes de tomarme en brazos. Fred trataba de tranquilizar a Sieg.

Una de las cuantas veces que tuve que estar bajo el control de un alpha. Y fue alguien en quien confiaba. Así fue como se separó el grupo.

—Creo que prefieres un lugar con gente alrededor, así que...—

—Creo que mejor hablamos a solas— Él frunció el ceño y me hizo caso, entrando a una habitación VIP. —Ha pasado mucho tiempo, te ves diferente, incluso tu personalidad ha cambiado— Encendió un cigarrillo.

—¿Y a qué viniste?—

—Escuchaste que tu hermano se casará. ¿Verdad?—

—Algo así...—

—¿Asistirás?— Exhaló el humo.

—¿Interesa? Sería lo mejor para todos que no fuera—

—Pues, yo no estoy de acuerdo— Dije. —Desde un principio, fuimos 5 campeones.—

—¿Crees que de un día para otro, podría aparecer sonriendo enfrente de los novios?— Crítico tirándome una intensa nube de humo a la cara.

—Tal vez no sea simple, pero sí lo puedes lograr. Tanto Sieg como yo te hemos perdonado. Habla con él— Me levanté y le di una palmada de despedida. —Nos vemos—. Con esto mi mente podía estar más tranquila, iré superando mis obstáculos tranquilamente, sobre todo ahora, que estaría temporalmente alejado de todo lo que significa ser un Rosset. Casimiro fue el cuarto alpha que creía odiar, y que culpé por mi vida miserable, pero yo soy el único que puede hacer mi vida desgraciada o no.

Tomé el teléfono llamando a Kenny. —¿Puedo pedirte un favor?— Le pedí que viniera a recogerme y que pasáramos a la mansión para ir a recoger algunas cosas.

Al entrar, asombrosamente no estaba deshabitada la mansión. Me encontré con Jack y Cyer en una posición muy extraña. El platinado tenía a mi hermano contra la mesa principal. —Ignorenme, sigan con lo que hacían—

—¡Espera, no, Elián!— Suplicaba desesperado Cyer. —¡Por favor...!—

—Acaba de decir que lo ignoremos— Le estaba bajando los pantalones.

Subí hasta mi habitación, encontrándome con aquel armario. Con la llave que colgaba de mi cuello lo abrí e hice lo mismo con el primer cajón. Ya era hora de vaciarlo, me llevaría todos los recuerdos de mis amigos conmigo. Ahora que he podido hacer las pases con Casim no es necesario tener el pasado aquí escondido. Volví a cerrar, para irme. Ya podía oír ruidos extraños desde arriba. Pasé intentando no mirar, Jack literalmente se estaba violando salvajemente a mi hermano. Aunque, se lo merece.

—¡Ojalá y lo embaraces, Jack!— No evité decirlo antes de huir por la puerta principal. Abrí la puerta del auto negro de Kenny.

—Te ves feliz— Me sonrió.

—Sí, por fin he avanzado un paso— Al llegar a casa le mostré todas las fotografías a Kenny, contándole todas mis experiencias de cuando era más joven. Llegué a sacarle un par de risas.

—Parece que te sentías agusto junto a ellos. Me hace poner celoso, este era un tú que no conocía—

—¡Ahaja, vamos!— Le di un golpecito. Y me recargué sobre su hombro. —No hay necesidad de sentirte celoso por esto, ya que traté de esconder esos días. Y ya están llenos de heridas—

—Es genial ver como te recuperas.— Yo le sonreí.

—Tal vez, cuando termine de abrir aquel armario, un día pueda encontrar lo que busco— Decía.

—Cuando eso ocurra, me gustaría estar ahí contigo para verlo— Me reí.

—Sí, definitivamente eres muy raro, Kenny... Me agradas—

—Podría contar todas las veces que lo haz dicho— Tomó un mechón de mi pelo y jugueteó con él. Poniéndome nervioso con su expresión serena. Mis feromonas empezaron a salir, tratando de atraerlo. ¿Qué crees que haces cuerpo estúpido? No es como si quisiera algo con Kenny, pero incontrolablemente me atraía. ¿Cuál era el motivo? ¿El perfume de su piel? ¿Su tranquilad...? ¿O era algo más? Quizás sí seamos compañeros destinados...

Su mano tomó de mi cintura, acercándome hasta percibir su respiración. En ello, mi mente anti-alpha reaccionó y coloqué mi mano en su boca. —N-no toques...— Hasta mi voz se oía diferente bajo la influencia de él.

Kenny levantó los brazos. —Sin manos— Se alejó. Mi cuerpo todavía no se tranquilizaba, y mi mente giraba en una calurosa sensación. A pesar de que solo han sido unos meses, me siento conectado a este alpha por algún motivo, sin embargo podría ser solo mi cuerpo tratando de hallar seguridad en alguien.

—Ten, te hice chocolate caliente—

—¡Ow, gracias!— Contento recibí la taza. —Está bueno, me encanta— Peinó mi cabello y prendió la televisión.

Mi celular vibró, y ver que era mi padre, arruinó totalmente mi humor.

—Hijo, creo que ya ha llegado el momento de discutirlo contigo—

—¿Discutir qué...?— Pregunté.

—Ya estás en tus 25, no puedes atrasarlo más tiempo. Te vas a casar—

—¿Qué?—


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