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Chapter 65: Capítulo 63. La hija del emperador de la creación.

En otro mundo lejos del mundo de las olas, el dios de la biblia junto a Root que vieron todo eso no podían estar más asombrados por lo que vieron.

-una niña fue creada por el emperador.-

Dijo Root mientras miraba eso, el dios bíblico también estaba asombrado.

-supongo que tus magias antiguas tuvieron un efecto sobre él, antes no podía crear vida ni mucho menos un alma.-

Root que miro esto asintió y dijo.

-aun así no fue una vida creada de la nada, uso el ritual de creación ese como útero y su sangre junto con a ese mechón de la chica tanuki que lo acompaña, básicamente fue una niña concedida en un útero artificial.-

El dios de la biblia asintió y dijo.

-¿Qué clase de monstruo será esa niña cuando crezca?-

Se preguntó el mientras la miraba, Root tampoco tenía una respuesta pues en muy raras ocasiones los campeones dejaban hijos, la mayoría eran seres de grandes poderes que gobernaron el mundo donde nacieron.

-esa niña será muy amada por ese mundo de pechos.-

Dijo el dios bíblico, Root mirándolo dijo.

-si es que ese mundo de olas la deja salir.-

Ambos rieron, aunque Root tenía un poco de celos de eso, pues también quería una nieta de Hiro.

Por su lado Hiro estaba montado en un barco volador, este era el arma vasalla de Ethnobalt el barco vasallo.

Hiro decidio aprovechar el tiempo de viaje para entrenar a Sayu, pues resulta que la pequeña tiene su escudo de shikigami, además de tener un buen repertorio de capacidades.

Entre ellas las habilidades de espada de su madre y también la habilidad de creación de objetos.

No era tan avanzada como su creación de todas las cosas o el Annihilation Maker, pero podía crear cualquier tipo de objeto que pensara.

Hiro decidio enseñarle un método de lucha, como cierto esqueleto bufón con chistes más malos que el hambre.

Así que Hiro comenzó a enseñarle los planos de varias armas, la pequeña niña era bastante lista y memorizaba todo muy rápido.

-aun así no me creo que Hiro-sama tenga una hija con Raphtalia.-

Dijo Rishia mirando a Sayu, la joven Tanuki sonrió y también abrazo a Rishia diciéndole.

-Mamá Rishia.-

Esta última se sonrojo y sintió que su corazón era flechado, Hiro solo podía reír por esto, no sabía por qué esta niña le decía así a Rishia, pero viendo que a esta última no le molestaba la dejo ser.

Por su lado Kizuna era un poco amargada, pues le decía Kizuna-chan, lo cual la hería a ella por su cuerpo pequeño de loli.

Los demás no dijeron nada, aun así Hiro quería echarle sal a la herida. También Hiro estaba un poco preocupado, desde que llegaron al reino el Angra Mayu dentro del toque del cielo se estaba volviendo loco.

Hiro estuvo un rato tratando de contener todos los pecados del mundo, mientras meditaba, Rishia y Kizuna mayormente se encontraban ocupadas cuidando a la pequeña Tanuki para que no moleste a Hiro.

Así pasaron dos días al llegar cerca del pueblo Ethnobalt, cerca de la ciudad en un bosque Ethnobalt los dejo, pues el barco vasallo sería muy vistoso.

Por lo que no les quedaba de otra más que caminar, aun así el grupo de Hiro no se molestó, Sayu se había convertido en su forma de mapache, por lo que estaba descansando en los hombros de Hiro.

Esto sorprendió a todos, nadie pensó que ella podría cambiar su forma a voluntad, aun así Hiro estaba más tranquilo al ver a Sayu así.

Hiro y compañía entraron en la ciudad, mientras caminaban Hiro sintió que algo lo llamaba, era un extraño sentimiento.

-"los tótem."-

Recordó Hiro, los tótem eran bestias las cuales contienen sangre de Raphtalia, Firo, Melty, Wyndia y Rishia.

Hiro los creo por si se separaran podría ayudarle a encontrarlas, rápidamente saco los tótems y el que estaba temblado con emociones de miedo y dolor fue el de Firo.

Los ojos de Hiro se volvieron negros, pues el odio estaba cubriendo su ser, un aura negra comenzaba a salir de su cuerpo.

-¿papá?-

Sintió el toquilo de alguien en sus hombros, miro a Sayu que lo miraba con miedo, Hiro sacudió su cabeza y dijo.

-vamos, siento que Firo está en problemas.-

Dijo mientras sostenía el tótem de Firo, las chicas asintieron, Sayu que miro a su padre dijo.

-Papa, siento algo de tu sangre por ahí.-

Ella señalo, Hiro sonrió mientras miraba a su hija y acaricio su cabeza, guiados por Sayu Hiro y los demás caminaron hacia una tienda.

Pero cuando entraron, lo que vieron fue algo que hizo temer a las dos chicas mayores. Pues dentro vieron como un hombre con un látigo golpeo a alguien importante para Hiro.

-¡Hiro!-

Ambas chicas gritaron pero fue muy tarde los ojos de Hiro eran negros como la brea, un odio indescriptible se podía ver salir de su cuerpo.

-Tomen a Sayu y aléjense lo más que puedan de la ciudad.-

Las dos chicas solo asintieron mientras se iban, Hiro se quedó parado ahí esperando a que ambas chicas salieran.

-¿estamos lo suficientemente lejos?-

Pregunto Kizuna a Rishia, esta asintió pero antes de decir algo, vieron que detrás de ella un gran pilar de luz oscura se alzó.

En ese pilar de luz se podía ver una bestia de siete cabezas que rugían al cielo furiosas, el mundo tembló de miedo al sentir ese poder.

Mientras las dos chicas cayeron de rodillas al sentir ese poder, mientras miraban eso asustadas las dos no pudieron contenerse y se podía ver que ambas se habían orinado en sima.

Antes de que la luz se viera en el cielo, en el teatro donde Firo estaba siendo golpeada, Hiro estaba de pie ahí, sus ojos no mostraban nada más que un abismo oscuro mirando a todos los que disfrutaban este espectáculo.

Hiro espero a dejar de sentir las presencias de Rishia y Kizuna antes de actuar, cuando sintió que ambas estaban los suficientemente lejos, sonrió fieramente.

-bien, mis invitados la función de hoy a terminado, vengan mañana para otra.-

Dijo el hombre con el látigo, pero cuando las personas estaban por irse, una oscuridad cubrió todo el lugar, las personas se asustaron.

-¿irse? Pero ¿Quién les dijo que todo esto ha acabado?-

Se escuchó una voz hablando de entre la oscuridad, todos estaban asustados pues sentían el odio y el enojo en esa voz.

-¿Quién eres? ¿no sabes quién soy yo quien es mi padre?-

Grito el hombre con el látigo, pero la voz solo rio y dijo.

-un idiota hijo de un bastardo, que no sabe en que se ha metido.-

Un grupo de bestias comenzaron a aparecer entre la sombras, seis ojos azules, sus cuerpos parecían humanos pero sus cabezas eran como de perros o chacales.

-¿Qué demonios eres?-

Dijo el hombre asustado, mientras la bestia saliente dijo.

-soy quien cobrara tus pecados, es gracias a ti y a esas personas que dañaron a esa pequeña que nosotros salimos, por eso les estamos agradecidos.-

Dijo mientras todo miraban a la joven llorando, pero vieron a un joven de cabello negro que la abrazaba.

-¡TU….!-

El hombre grito, pero vio que el sello que tenía la joven había sido arrancado, él se levantó cargando a la joven niña en sus brazos y dijo.

-VI, no me hagas esperar, devora sus cuerpos y tortura sus almas dentro de tu estómago, quiero escuchar sus gritos de dolor y agonía por al menos diez millones de años.-

El demonio frente al hombre asintió y dijo.

-como ordene maestro.-

Y volteando hacia el hombre dijo.

-como dijo mi maestro, es momento de mostrar mi afecto.-

El hombre vio a la bestia y solo podía llorar y gritar, mientras era tomado por su cuello y su rostro era arrancado por las fauces de la bestia.

Mientras el sostenía a la pequeña niña, colocando su mano sobre su cabeza una luz azul brillo, esta luz era un hechizo que permitía ver las memorias de una persona.

Vio todo lo que la pequeña niña sufrió durante estos días, viendo como la torturaron y golpearon, abriendo sus ojos dijo.

-esta ciudad no vale la pena, que desaparezca.-

Y como una orden, Hiro libero completamente el odio reunido dentro del toque del cielo, una luz oscura comenzó a salir y se transformó en poco tiempo en un gran pilar de luz oscura consumiendo a todas las personas dentro de la ciudad.

Ya sean humanos, semi humanos, raza espíritu o cualquier tipo de raza, todos fueron devorados completamente.

Sus almas cayeron en las fauces de la bestia del apocalipsis que dormía dentro de la copa, en pocos segundos la luz se disipo completamente.

Mientras de entre un gran agujero que había un joven vestido de negro caminaba sosteniendo una pequeña niña.

-Hiro.-

Dos chicas gritaron, ellas eran Rishia y Kizuna que llegaron corriendo mientras lo miraba, Hiro estaba con ojos oscuros mientras sostenía a la pequeña niña en sus manos.

Unas horas más tarde, Hiro se había calmado y estaba cocinando comida para Firo la cual estaba comiendo a dos manos.

-la comida del amo es de lo mejor.-

Dijo Firo mientras seguía comiendo, Hiro sonrió y siguió haciendo más comida para ella, Hiro quería eliminar todo miedo de su corazón y si es con comida pues es un pequeño pago.

-sorprendente, no esperaba que comiera tanto.-

Dijo Kizuna mirando a Firo, Hiro la miro y sonrió tranquilamente, acariciando su cabeza dijo.

-sí, Firo es una pequeña glotona, pero estoy contento de que esté con nosotros.-

Kizuna sonrió al igual que Rishia, después de una suntuosa comanda Firo estaba sobando su estómago mientras decía.

-la comida del amo es de lo mejor.-

Hiro sonrió y pregunto.

-Firo, dime ¿Qué cambios tuviste al venir a este mundo?-

Firo lo miro y sonriendo dijo.

-mira amo.-

Dijo mientras se estiraba sus alas y volaba Hiro rio y dijo.

-Firo, ya habías podido volar en nuestro…-

Pero Hiro miro bien, pues ella no usaba las alas del Fénix, sino las alas de su espalda.

-…-

Hiro se quedó callado mirándola y esta cambio su forma a un pequeño canario, Kizuna que la miro dijo.

-un Hada cantora.-

Hiro la miro y dijo.

-supongo que tu rasgo cambio por este mundo, Firo toma.-

Dijo arrojando un brazalete, Firo lo miro y dijo.

-¿el brazalete de la otra vez?-

Hiro rio y dijo.

-sí, está un poco modificado, pero debe de permitirte volver a ser un Firorial.-

Firo asintió y se lo puso convirtiéndose en un ave grande de nuevo.

-amo, listo para moverme.-

Hiro sonrió y sacando un carro de su almacenaje dijo.

-bien, vamos, tenemos que buscar a Raphtalia y los demás.-

Así el grupo siguió su viaje, mientras Hiro sonreía pues podía escuchar los gritos de aquellos que torturaron a su pequeña niña.

-ayuda.-

-no quiero.-

-libérame.-

-yo no hice nada.-

Gritos y aullidos de dolor se podían escuchar, pero para Hiro estos eran solo arrullos para dormir, pues para el nada es mejor que escuchar a los gritos de dolor y agonía de quienes dañaron a sus personas preciadas.


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