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Chapter 2: Capítulo 2–Para conocernos mejor

Viernes 17 de septiembre.

Francisco dirige su mirada en dirección de aquella persona que tomó su brazo.

—Hola~

—Hola Yamada.

La chica rubia estaba tomando el brazo de Francisco con mucha fuerza.

—Oye, sueltame.

—No lo voy a hacer —dice la chica rubia mientras se aferra más fuerte al brazo.

—Hey, en serio duele.

El chico no tuvo otra opción más que oponer resistencia para liberarse de su agarre, aunque fuera brusco.

Finalmente libre, se apartó a unos pasos de Yamada. Este intenta reclamarle, pero la chica lo interrumpe acercándose repentinamente a su cuerpo.

—No digas más, sabes que me gustas— Yamada abraza a Francisco, pero este la vuelve a apartar.

—Debes calmarte Yamada, hemos hablamos de esto.

—Ya sé, pero ahora tengo competencia.

—¿Competencia?, ¿de que hablas? —pregunta Francisco desconcertado.

—Me refiero a la estúpida de Sora.

En la mente del Francisco viene aquel recuerdo sobre Hitomi, "Yo soy Hitomi Sora."

-¿Acaso Yamada ve a Hitomi como competencia? Eso es raro. Ella no se obsesiona por una persona en general -Pensó Francisco.

—Oye, no entiendo la razón para que tomes esto como una competencia. Incluso añades a Hitomi cuando ella es ajena al tema.

Aiko se molestó con las palabras del chico y frunció sus cejas.

—¿Lo ves?, ya conoces su apellido.

—Qué yo lo sepa no significa que me guste.

Yamada clavó su mirada en Francisco creyendo que había algo más. Pero terminó por irse en silencio, dejando solo a Francisco.

-Yamada... te conozco desde segundo año, pero no me gustas -piensa el chico a la vez que suspira.

El tiempo pasa bastante rápido, el joven está tan aburrido que se duerme en clase.

—Oiga, Suzuki; despierte —le llama la atención una maestra.

—¿Hmm? —El chico despierta y mira a la maestra enfrente.

—Tome —la mujer deja una hoja de papel en la mesa—. Es un castigo por dormir en mi clase.

-¿En serio?, ¿Ahora tengo que hacer un trabajo por dormir en clase? -se queja Francisco en su mente.

Sin más que decir, este se pone a trabajar lo más rápido que puede y milagrosamente logra acabar ese trabajo.

Ya en la hora de salida; Francisco busca a Hitomi entre las personas y alumnos, pero no logra encontrarla.

-Hitomi no está aquí -piensa el chico-. Creo que me voy -Pero sus pensamientos son interrumpidos por una notificación que provino desde su teléfono.

—Nueva misión, de Mauricio...—Murmura el chico.

En su teléfono, un mensaje le daba aviso a que tenía trabajo. El aviso provenía de un hombre llamado Mauricio, quien es sirviente de Francisco al igual que Martha.

Para aclarar, los espías son seres humanos con capacidades mayores al promedio. Dependiendo de la persona, estos pueden adaptar hasta dos transformaciones; las cuales llaman segundo y tercero. A su vez, estas otorgan algunas habilidades extras como: crecimiento de fuerza, aumento de velocidad, más agilidad y resistencia. Aunque estos valores dependen de la capacidad que tiene un individuo y la madurez del cuerpo que retiene dicha transformación.

Por otra parte, a los espías se les provee de algunos sirvientes que los ayudan en tareas domésticas; para que no tengan inconvenientes a la hora de cumplir su trabajo.

Y volviendo con Francisco, este ignora el mensaje ya que lo leerá después.

Cuando por fin llega a casa, lo primero que hace es acostarse en su cama para ver el teléfono.

"Aviso: Misión de espionaje

Durante los últimos dias se han presentado disturbios organizados por bandas criminales buscadas en la capital. Se cree que pueden estar negociando con científicos y mafiosos por sustancias extrañas a cambio de tierras ilegales. Al parecer, estos tres grupos se reunirán este domingo 18 de septiembre, alrededor de las 8:00 p.m. La dirección viene en el archivo adjunto."

Debajo de esta información, había dos opciones. Una decía aceptar y la otra denegar.

-No he tenido una misión desde hace tres semanas, creo que está bien -Medita mientras elige la opción de aceptar.

Ya hecho esto, deja su celular a un lado y tendría que esperar hasta el domingo.

-Yamada cree que Hitomi me atrae, pero se equivoca -reflexionael chico-. Según tengo entendido, Hitomi es una nueva estudiante en nuestra escuela; ya que nunca antes la había visto -continua pensando-. Y ahora parece que Yamada se ha obsesionado con ella solo por ayudarla. ¿En serio?, ¿Como es que ella cree que me gusta? Es tan raro.

Los pensamientos del chico fueron interrumpidos por la apertura brusca de la puerta de su cuarto. Frente a él estaban Lucy y Martha.

—Señor, necesitamos hablar sobre algo muy importante —señala Martha entrando al cuarto con una pila de papeles, los cuales deja en una mesa cercana.

Después entra Lucy y esta se sienta en la cama frente a Francisco.

—¿Qué pasa? —pregunta el chico.

Martha respira ampliamente por unos segundos antes de responder.

—Es sobre ella —apunta a Lucy.

—¿Qué tiene?

—Debido a que usted la trajo aquí —comenta Martha con tono molesto—, y el Señor Lucas apoyó su decisión de tenerla en esta casa; debemos tomar medidas legales para evitar llamar atención no deseada. Para iniciar...

Martha comienza a hacerle diversos tipos de preguntas a Lucy.

—Necesito tu edad y fecha de nacimiento.

—Umm... tengo 8 años...

—¿Y tu fecha de nacimiento o cumpleaños?

—No sé —Responde Lucy con algo de incertidumbre.

—Bien, no has mencionado nada sobre tus padres o algún otro familiar —pregunta Martha con gentileza.

Lucy evita responder esa pregunta dirigiendo su mirada a Francisco. Martha un poco cansada continúa hablando.

—Si tienes ocho años se supone que deberías estar en tercer año de primaria, ¿acaso no tenías compañeros de escuela?

La niña evita responder nuevamente.

—Bueno, eso seria todo.

Dijo Martha mientras organiza unos papeles de todos los que trajo cargando.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta Francisco.

—Solo estoy preparando unos papeles de registro civil.

Los dos jóvenes inclinan su cabeza a un lado sin entender a que se refiere.

—El registro civil es un documento que testifica el día de tu nacimiento y otras cosas más. Y ya que ella no sabe su día de nacimiento, deberé colocar uno falso. ¿Qué tal el 28 de octubre?

—Me parece bien —Responde Francisco.

—Ahora falta el apellido y... ya está —Martha se levanta con la pila de papeles—, ahora tu apellido será Suzuki.

—Espera, ¿Como vas a hacerle para falsificar eso?

Ante la pregunta del chico, Martha se detiene antes de salir.

—No se preocupe Señor, hay formas de hacer eso que no necesita conocer.

Y Martha se va, dejando solos a los dos chicos.

—Ahora llevas mi apellido —dice Francisco sonriendo alegremente en dirección de Lucy—. Sabes, siempre quise tener un hermano o hermana.

A Lucy le llama la atención lo que mencionó el chico.

—¿Querías tener un hermano? —Lucy pregunta curiosamente.

—Si...

—¿Y no tienes papás?

Francisco se queda en silencio por la pregunta de Lucy, pero después responde.

—Es algo complicado.

—¿Qué es?

—Oye, ni siquiera me has dicho algo sobre ti, ¿y quieres que te diga sobre mi?

—Si —responde con inocencia.

—Te lo diré después, ahora quiero dormir.

—Bueno...

Lucy se marcha abandonando el cuarto.

El chico cierra la puerta con llave y duerme hasta el día siguiente.

Sábado 18 de septiembre.

En la mañana, un pequeño resplandor de sol se asoma por la ventana e ilumina el rostro de Francisco interrumpiendo su sueño.

El chico bosteza y estira sus brazos para liberar la tensión acumulada durante la noche.

Sale de su cuarto en dirección a la cocina para preparar algo que desayunar.

Toma 1 manzana, que corta en rodajas y cocina dos huevos en un sartén. Pero cuando está a punto de terminar, Lucy aparece guiada por el olor proveniente de la cocina.

—Ah... —Se sorprende Francisco, que se había olvidado de la niña.

—Eso huele rico —dice la niña refiriéndose a lo que está cocinando Francisco.

—Cierto, ella también debe comer —Murmura el chico mientras toma un plato, donde sirve la manzana y lo que cocinó para dárselo a Lucy.

—¿?

Lucy no entiende.

—Eso es tuyo —dice tomando otra manzana—. Ahora ve y come en la mesa.

Francisco repite el proceso de antes, y rápidamente se une a la niña en la mesa. Lleva consigo dos vasos y un envase con jugo de naranja, que procede a servirlo en cada uno de los vasos.

—Ten —Le hace entrega del vaso a Lucy y toma el suyo.

Los dos comen tranquilamente y sin prisa.

‐Lo malo es que es manzana roja -piensa Francisco.

Y como si leyera sus pensamientos; Lucy le ofrece su manzana, que era verde.

—¿Eh?

La niña no dice nada mientras sigue ofreciendo su manzana.

—¿Me la das?, ¿o qué? —Pregunta el chico sin entender lo que quiere decir.

Lucy apunta su dedo a la manzana de Francisco.

-¿Esta niña quiere mi manzana? -Piensa el joven.

—Espera... ¿Me das tu manzana y yo te doy la mía?

Lucy asiente a la pregunta. Francisco sigue sin entender muy bien; pero si eso es lo que quiere, no diría que no.

Además, era conveniente para el ya que repudia las manzanas rojas.

Estos dos intercambian sus manzanas y continúan comiendo.

...

Martha regresa en la tarde, con algunos papeles en mano y una bolsa.

—Señor, he vuelto.

Francisco, que se encuentra viendo la televisión voltea en dirección de Martha.

—Tome —Martha le entrega un papel pequeño—. Ese es el registro de la niña.

El chico examina el papel. Este resulta ser una hoja con datos marcados, como lo son: día de nacimiento, nombre y apellido.

Aunque no había registro de padres en el mismo.

—¿No hay registro de padres? —pregunta Francisco.

—Usted sabe la razón de eso.

—...

El joven se queda callado.

—Por cierto, conseguí ropa de niña para Lucy —Dice Martha mostrando la bolsa que carga.

—¿Pero cuándo conseguiste su talla? —pregunta Francisco.

—Ayer en la tarde, mientras usted dormía.

—Oh, claro.

—Si no le importa, iré a lavar su ropa sucia.

—Si, adelante.

Martha se retira, dejando solo a Francisco, que no hace nada relevante por el resto del día.

...

En la noche, Lucy aparece en la habitación del chico.

—Lucy, ¿puedes venir?

Francisco llama a la niña. Ella entra y toma asiento en la cama.

—Mira.

El chico le muestra la hoja que le dió Martha.

—Ahora somos hermanos.

Francisco dice esto con una sonrisa de felicidad en su rostro. Sin embargo, Lucy evita hablar.

El chico toca el hombro de la niña.

—Lucy, sé que nos conocimos hace dos días y no me tienes confianza. Pero ahora viviremos juntos y debemos convivir. Sinceramente estoy contento.

Para Francisco, una hermana era algo que nunca tuvo. Nadie ha estado a su lado, más que su abuelo o Martha. Y sobre sus padres... es difícil.

—No se que tipo de persona eres, y por eso quiero conocerte —comenta el chico entusiasmado.

Ante una larga pausa, la niña habla.

—Mi color favorito es amarillo.

Esto toma por sorpresa a el joven, aunque lo pone feliz.

Y con una sonrisa leve y gentil en su cara dice:

—El mío es el azul.

Así la noche pasa con estos dos charlando sobre sus gustos. En ocasiones la situación es incómoda, pero a veces es fluida.

Al final terminan conociéndose mejor.


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