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Chapter 3: Descubrimientos Impactantes – I.

No, eso no podía ser verdad…

¿O podía?

Ciertamente, Grimm Peverell menciono que en el "nuevo" mundo habría otro señor Tenebroso activo, y que Harry ingresaría a Hogwarts para primer año, al mismo tiempo que lo haría Voldemort.

El único Señor Oscuro antes de Voldemort, que podría ser más poderoso y temible en el siglo veinte, era Gellert Grindelwald, quien buscaba destruir el Estatuto del Secreto y gobernar sobre los muggles, y él había sido vencido por el Profesor Dumbledore.

Harry se congeló ante la idea de tener que enfrentar a tal poderoso Señor Oscuro.

Ni siquiera fui capaz de derrotar a un Voldemort debilitado.

Los pensamientos de desesperación se agolpaban en la mente de Harry, y si no fuera por Tuffy, probablemente se habría quedado allí parado mucho tiempo en estado de shock ante tal realidad.

—Harry se congeló, Tuffy preocupada, ¿Le pasa algo a Harry? —dijo la elfina quien se había acercado y miraba con ojos brillantes y llorosos al joven Peverell.

Harry se sintió culpable por preocupar a Tuffy, la elfina doméstica parecía estar muy apegada a él, y lo que menos quería era entristecerla o causarle problemas.

—No es nada, Tuffy. —respondió forzando una sonrisa— Es solo que… creo haber escuchado de mi padre que alguien muy malo está usando el escudo familiar.

Tuffy miro sin entender, pero asintió de todas formas.

—¿Entonces Harry quiere seguir explorando el castillo? —pregunto ella, nuevamente con su tono alegre y feliz.

—Claro, me encantaría. —respondió Harry.

Al escucharle, la pequeña elfina lo tomo de la mano y lo arrastro mientras daba animados brinquitos.

Si bien Harry estaba un tanto distraído y preocupado, procuro prestar atención a Tuffy y responderle siempre que explicaba algo respecto al Castillo o a su familia. No quería arruinar su estado de ánimo ni reducir su entusiasmo. Ella tenía una personalidad burbujeante y divertida, por lo que Harry sonreía felizmente sin siquiera darse cuenta.

Mientras recorrían el enorme Castillo, Harry reparo en que cada pasillo tenía enormes y hermosos candelabros que brillaban sin depender de velas.

Cuando le pregunto a Tuffy al respecto, ella le explico que eran artesanía de los duendes, y que brillaban naturalmente por los cristales de los que estaban hechos.

Cada pasillo y estancia estaba decorada de forma elegante y a la vez ostentosa, las armaduras en sus pedestales parecían vigilarlo todo, y los cuadros cubiertos por cortinajes negros seguían desconcertando a Harry.

El castillo era enorme, pero estaba casi completamente vacío, el silencio era ominoso, pero a Harry no le incomodaba, el único sonido era el de sus pasos amortiguados al caminar sobre las alfombras oscuras que cubrían el suelo de cada pasillo y habitación del castillo.

En la base de una de las torres, había murales bellísimos, donde se mostraban escenas de batallas, que a Harry le parecían sacadas de cuentos de hadas.

Ejércitos de centauros cargando por las llanuras y disparando flechas, a lo que parecían ser guerreros humanos con pintura que cubría sus cuerpos y caras.

Dragones bañando campos en llamas abrasadoras.

Un ejército de esqueletos devastando a sus enemigos.

Todas tenían algo en común, un mago estaba presente en todas ellas, de cabello gris y barba de apenas unos centímetros de largo. Llevaba una capa plateada, cerrada con un broche similar a una piedra negra, y en su mano llevaba un cetro de madera.

A Harry le resulto familiar, pero era incapaz de decir quien era, hasta que recordó al anciano Grimm Peverell, el hombre en los murales debía ser él, solo que un tanto más joven… bueno, mucho más joven.

Continuaron caminando, hasta que Tuffy lo condujo a una gran escalera que parecía descender hacia el subsuelo.

Bajaron por la escalera hasta un espacioso pasillo, Tuffy lo guio y lo llevo a las cocinas, pero no entraron, solo le mostró la puerta y explico.

—Aquí trabajan los elfos domésticos que preparan las comidas —dijo ella— Si Harry quiere algo, solo llame a Tuffy y ella vendrá a pedir lo que quiera —explico— no podemos entrar, no, no, no. A los elfos en la cocina no les gustan las visitas. No es lugar para los amos. —añadió.

Indicándole otra puerta en el pasillo, Tuffy continuo.

—Aquí viven los elfos, muchos cuartos, pero Tuffy no vive aquí —dijo ella.

Eso despertó la curiosidad de Harry, pues él también recordaba que Tuffy se quedaba en su torre, en un cuarto más pequeño que estaba unido al suyo.

—¿Y por qué no vives aquí? —pregunto curioso.

Tuffy miro hacia sus pies y parecía avergonzada.

—Porque Tuffy no es un buen elfo, la madre de Tuffy no era un buen elfo, la abuela de Tuffy era una elfina mala —respondió ella.

—¿Pero… por qué? —pregunto Harry incrédulo, Tuffy, a su parecer era el mejor elfo que pudiera querer— ¿Qué paso, hizo algo tu abuela?

Tuffy desvió la mirada, pero Harry vio un par de lágrimas caer al suelo.

Rápidamente, se acercó a la pequeña elfina y la abrazo.

—No llores, Tuffy —dijo con tono amable— no quería hacerte sentir mal, si no es algo que quieras decir, no tienes que hacerlo.

Tuffy se quedó allí un momento sollozando en silencio, pero lentamente respondió al abrazo de Harry con uno propio.

—¿Harry… *Sniff* no odiará a Tuffy si se lo dice? —pregunto con un tono tan triste que era difícil pensar que se trataba de la misma elfina vivaz y divertida.

—Claro, Tuffy —le respondió Harry— No hay forma en que pueda odiar a mi querida amiga.

Tuffy asintió lentamente y comenzó a contar.

—La abuela de Tuffy es una elfina mala… por ella tuvo a la madre de Tuffy, y eso no era bueno, no, no, no. No debió tenerla —comenzó con tristeza— La abuela de Tuffy… tuvo a la madre de Tuffy con el primo del Abuelo de Harry. Pero el abuelo de Harry no estaba contento… no quería que la madre de Tuffy naciera. Pero el abuelo de Tuffy insistió, él quería a la abuela de Tuffy, sí, él la quería.

Harry ahora comenzaba a comprender, también estaba el hecho de que asignaran a Tuffy como su compañera de juegos y elfina personal. Probablemente, con la esperanza de que así, Tuffy fuera tratada mejor, dado que no era completamente un elfo doméstico.

—¿Qué paso, Tuffy? ¿Si él la quería, que sucedió al final? —pregunto Harry.

—Lord Peverell, el abuelo de Harry, expulso a su primo de la familia, y permitió que se quedara con la abuela de Tuffy, y con la madre de Tuffy —respondió más tranquila— Luego la madre de Tuffy se quedó con un elfo, y Tuffy nació. Pero Tuffy fue criada junto a Harry, porque el abuelo de Harry, dijo que Tuffy también era nieta. Pero los otros elfos no quieren a Tuffy, porque Tuffy es un elfo que puede ordenarles…—añadió con lágrimas rodando por sus mejillas, Harry simplemente la abrazo más fuerte y seco sus lágrimas con una de sus manos— los elfos dicen que Tuffy no es un elfo ni un amo, Tuffy es mala.

Harry suspiró, no esperaba que fuera algo como esto, no le gustaba que Tuffy estuviera triste, pero, aun así, estaba feliz de saber que aún tenía familia en el Castillo. Incluso si su relación fuera un tanto distante.

—Tuffy —dijo suavemente— No tienes por qué estar triste, no eres mala —continuo con su voz cargada de afecto— eres mi amiga, Tuffy. Y también mi familia. La única que me queda. —termino Harry mientras una lágrima solitaria se deslizaba por su rostro.

Tomo unos minutos que Tuffy se calmara, pero tras su conversación parecía mucho más feliz de lo que la había visto desde que Harry tenía recuerdos… Fue entonces que se percató, recordaba todo lo relacionado con Tuffy, y todas las cosas que habían hecho en su infancia.

El recorrido por el castillo se reanudó, y Tuffy lo llevo hasta el extremo del pasillo, donde una escalera de caracol se adentraba más profundo en la tierra.

Bajaron lentamente, tomados de la mano, Tuffy parecía nerviosa y un poco asustada.

—El lugar al que vamos es cuidado por un elfo anciano, es muy gruñón, no le gusta que Tuffy baje aquí, dice que Tuffy es demasiado ruidosa —dijo la elfina casi en un susurro.

Harry, al escuchar aquello, también se puso nervioso. Realmente no le gustaba que lo regañaran, y los adultos le parecían un tanto aterradores, al igual que los ancianos, especialmente si son gruñones o se enfadan con facilidad.

Continuaron bajando en silencio, hasta que llegaron al final de la escalera. Allí se encontraba una antesala enorme, donde solo había una gran puerta doble de madera reforzada con metal dorado. El umbral de la puerta estaba tallado en piedra negra y brillante, con intrincados símbolos que Harry reconoció como runas.

Los dos niños, elfina y humano, se detuvieron ante la puerta sin atreverse a avanzar más. Pero si no lo hacían, el recorrido se interrumpiría, y habrían perdido el tiempo al bajar la larga escalera de caracol.

Harry dio un paso adelante, y apoyo su mano libre contra la gran puerta intentando empujarla, pero al instante, y sin previo aviso, la puerta se abrió de par en par, haciendo que el joven Peverell cayera hacia delante, arrastrando a Tuffy a quien aún sujetaba de la mano.

Cayeron al interior de una enorme habitación circular, entre gritos por la sorpresa y risas, al darse cuenta de lo ocurrido por su torpeza. Tuffy y Harry se rieron a carcajadas, divertidos, hasta que un grito los obligo a detenerse.

—¡¿Cómo se atreven a irrumpir así?! —era una voz antigua y severa, aunque un tanto chillona— ¡No se dan cuenta del lugar en el que están! ¿Quiénes son ustedes mocosos, irrespetuosos?

Humano y elfina se quedaron en silencio enseguida, y miraron con miedo hacia donde provenía la voz.

Allí estaba, el elfo doméstico más viejo que Harry hubiera visto jamás, o mejor dicho, la criatura más anciana que vio incluyendo al profesor Dumbledore.

El elfo era pequeño, con su espalda arqueada y rostro arrugado como pergamino viejo, sus orejas de murciélago estaban repletas de pelo blanco cano, su cabeza calva estaba increíblemente arrugada, y usaba anteojos muy gruesos, estaba sentado detrás de un mesón de madera, y tenía frente a él, libro más grande que Harry hubiera visto jamás.

Harry miró alrededor y reparo en las estanterías repletas de libros. Estaban en una biblioteca, y el elfo debía ser el bibliotecario… Ahora entendía por qué Tuffy no era bienvenida, con su personalidad abierta, extrovertida y chispeante, definitivamente molestaría a un anciano bibliotecario que disfruta de leer en silencio.

El elfo anciano miró a los dos visitantes, y gruño en voz alta.

—¡Otra vez tú! ¡Ya te he dicho muchas veces que este no es lugar para jugar, vete de aquí junto a ese hu… humano…! ¿Es ese uno de los amos Peverell? ¿Por qué no lo dijiste, Tuffy? —comenzó con un tono gruñón, y tras notar a Harry trato de mostrarse amble y comprensivo.

Tuffy se levantó primero, pues había caído sobre Harry, y este le siguió rápidamente, luego, el joven Peverell dirigió una sonrisa al anciano y se presentó.

—Es un placer conocerle, soy Harry James Peverell, el actual Lord Peverell ahora que mis familiares han fallecido —dijo lo más formal que pudo.

El anciano miró desde Harry a Tuffy, luego asintió y dijo.

—Ya veo, amo Peverell. Mis disculpas por mi actitud. Bienvenidos a la Biblioteca Familiar de la Casa Peverell. Ambos son bienvenidos a quedarse, solo… manténganse en silencio, lo más silenciosamente posible… este lugar… es uno para aprender y leer, no para jugar —el anciano explico— por cierto, soy Boockart, y mi deber es facilitar el acceso y gestionar esta biblioteca. Si necesitan algo, solo díganme.

—Mucho gusto, Boockart —respondió Harry— en realidad me gustaría saber un poco sobre la historia de la Casa Peverell. ¿Hay algún libro que recomiendes?

Boockart bajo de su banquillo y comenzó a caminar hacia el interior de la enorme biblioteca apoyándose en un bastón.

—Claro, es mi deber servir, amo Peverell —respondió el anciano mientras caminaba— si fueran tan amables de seguirme, les indicaré la sección dedicada a los registros históricos de la Familia.

Harry comenzó a seguirlo, acompañado de una silenciosa y curiosa Tuffy.

La biblioteca era gigantesca, debía tener más de un centenar de estanterías que llegaban hasta el techo, ni siquiera la biblioteca de Hogwarts tenía comparación, o eso le parecía a Harry, este era un lugar que Hermione habría disfrutado visitar, pensó.

—Y aquí estamos, joven amo. Todos estos libros hablan de la historia de la ilustrísima Casa Peverell —dijo el anciano elfo indicando con un gesto toda una sección.

Boockart los había guiado hasta una sección de la biblioteca bastante apartada, con seis estanterías, todas repletas de antiguos libros con cubiertas de cuero. También había una más pequeña, pero solo tenía un libro, lo que despertó la curiosidad de Harry.

­­—Boockart, ¿Por qué solo hay un libro en esa? —pregunto Harry.

—Oh… esa es la estantería donde se guardaban los diarios del gran Grimm Peverell. El poderoso mago que fundo la Casa Peverell e inicio la construcción de este castillo. —contó con los ojos entrecerrados— Pero me temo que el resto de sus diarios se perdieron para siempre, solo queda el primero de los cincuenta que escribió. Y me temo que trata de antes de la fundación de los Peverell, antes de que creara sus artefactos incluso…

Harry se sorprendió, pues no esperaba que hubiera registros como ese, nunca espero encontrar algo escrito de primera mano. Y los artefactos que menciono… ¿Se referiría a la capa que tuvo en el mundo anterior?

—Muchas gracias, Boockart —respondió.

—Un placer. —el anciano elfo comenzó a retirarse de regreso a su lugar en la entrada, pero se detuvo un momento— Se me olvidaba mencionar, solo deben sentarse en los sillones que hay por toda la biblioteca y un encantamiento de privacidad silenciara todo lo que digan.

Luego continuo su camino, dejando a Harry con una Tuffy que hacía pucheros.

Harry tomo el diario de Grimm Peverell. Y se dirigió a uno de los sofás, Tuffy le siguió y se sentó junto a él.

—Tuffy no lo cree —dijo la elfina— El anciano siempre echo a Tuffy, siempre gruñón y molesto. Pero Tuffy viene con Harry y es todo amable y gentil, Tuffy no lo entiende, no, ella no lo hace.

Harry le sonrió y no pudo evitar reírse a carcajadas.

—No es gracioso, Tuffy siempre quiso ver que había aquí, pero nunca le dejo el anciano —chillo la elfina de mal humor.

—Lo siento, es solo que los bibliotecarios suelen ser así, supongo que pensó que eres demasiado ruidosa —le dijo Harry entre risas.

—Tuffy no es ruidosa, solo no es callada —refuto ella.

—Descuida, ya ves que si vienes conmigo, él no tendrá ningún problema —contesto él.

La elfina se levantó y anuncio.

—Tuffy buscará algo que leer —y se alejó lentamente, tratando de mantenerse tan callada como pudo.

Harry miro al libro, o más bien al diario de campo de su antepasado, era antiguo, muy antiguo, el cuero ya se había resquebrajado, y las hojas parecían no ser de pergamino. Parecía un tejido extraño, una especie de tela, pero las palabras seguían igual de legibles de lo que debieron ser cuando se escribieron.

"Queridos descendientes, he aquí un registro preciso de todas mis acciones, y todos los eventos importantes que llevaron a la creación de nuestra familia…"

Harry tendría mucho que leer en los siguientes días, pues parecía ser un libro muy largo. Y la escritura de Grimm Peverell era muy compacta y elegante.


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