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Chapter 2: Nuevo club

—¿Hace cuanto que tu ciclo no se presenta?

—Como dos o tres meses

—¿Tiene vida sexual?

—No, aunque no me crea.

—Tranquila, es solo para tener un registro y saber lo que ocurre.

Ojalá lo descubra, no tengo ganas de que mi padre se queje por la factura de la ginecóloga otra vez.

Cuatro años pasaron desde que decidí renunciar a mi feminidad. A nadie en mi familia le cayó bien esta noticia, se dividieron entre los que me apoyaron y los que preferían sonreír y decir "es una fase"

Salí del consultorio, mi hermano Caleb ya estaba esperando por mí. Caminamos a la salida, antes de dejar el edificio me miré en el reflejo de las puertas de cristal. Mi cabello corto, mi playera holgada con estampado de Naruto, unos pants negros y mis convers color rojo.

Nada en mí indicaba que fuera una chica.

—Ya deja de arreglarte, más guapo no te vas a poner.

Reí, a Caleb le gustaba hacer bromas de mi aspecto, a mí no me importaba, me alegraba que él junto con Gabriel me aceptaran así como era.

Subimos a su carro, prendí la radio para no tener que hablar, el de vez en cuando soltaba algunos comentarios sobre el tráfico y lo cansado que era.

—Oye, trata de soltar la tormenta hasta que lleguemos a casa, no tengo ganas de oírlas discutir.

—No creas que yo si quiero.

Dos calles más adelante, Caleb aparco el carro para que mi madre se subiera, salte al asiento de atrás, algo que hizo enojar a mi madre cuando abrió la puerta del carro.

—¿Podrías cambiarte de asiento como la gente normal?

—A mí también me da gusto verte ma.

El resto del viaje a casa fue callado, solo la radio hacía que el silencio fuera menos incómodo. Apenas llegamos a la casa corrí a mi cuarto y me encerré en él, solo para ocupar mi mente en otra cosa, saque mi laptop y comencé a hacer la tarea, o eso intentaba.

Levaba ya varios meses con problemas en mi ciclo menstrual, al principio era solo irregular, nada anormal a pesar de todo. Pero poco a poco los retrasos comenzaron a hacerse más largos, hasta el punto en que deje de tenerlos.

Mis padres pegaron el grito en el cielo, los dos estaban seguros de que estaba embarazada, claro como era una tomboy busca problemas, solamente se podía esperar lo peor de mí. Les alivio saber que no estaba embarazada, sí.

Les gusto saber que los médicos no estaban seguros de porque no estaba menstruando si estaba en plena flor de mi juventud, a sus billeteras no.

Entre el psicólogo, los medicamentos contra la depresión y ahora las consultas con los ginecólogos y las pruebas de laboratorio, mis padres apenas y podían ahorrar.

Escuche a alguien llamar a la puerta, antes de que pudiera negar la entrada, Joseph ya se había acomodado en mi cama.

De mis tres hermanos, Joseph era con quien menos me llevaba, sobre todo porque cuando mamá quería convencerme de algo, mandaba al psicólogo de la familia a librar su lucha.

—Lo que ella quiera, la respuesta es no.

—Entonces le diré que prefieres repollo en lugar de pizza para la cena.

—Malévolo.

Joseph se acostó en mi cama, yo seguí con mi tarea. Pasaron unos diez minutos cuando volvió a hablar.

—Mama quiere saber si entraras al equipo de natación.

—¿Y ese milagro que no prefiere que entre a ballet o algo parecido?

—Le gustan los uniformes del equipo femenil.

—Y solo por eso escogeré Tae kwan do.

Era mi último año de preparatoria, para conseguir puntos en la universidad debía mejorar mi historial académico, un club deportivo era buena opción, los últimos dos años había estado en el club de teatro, pero debido a diferencias creativas que implicaron mi pie en la boca del profesor a cargo fui expulsado.

Joseph no dijo nada, este silencio suyo me ponía más nerviosa, ya que no podía predecir de que forma intentaría convencerme de hacer lo que mis padres querían.

—Ya suéltalo, a que te ha enviado ma.

—Vine por cuenta propia.

—Esa ni tú te la crees.

—¿Y si te digo que ya no tomaré partido en ningún bando?

Me le quedé mirando como si le hubiera salido un cuerno en la frente, desde hace cuatro años había tratado de usar las cosas que iba aprendiendo en la escuela en mí, y ahora que estaba recibido como un psicólogo, ¿se rendía?

—No solo porque es cansado, estás en tu derecho de escoger lo que quieres en tu vida, incluso si es algo que los demás no comprenden.

Sin más se levantó de mi cama y se dirigió a la puerta, antes de salir se volvió a girar hacia mí, —Acepto tu decisión, pero deberías plantearte si eres así por elección o porque no te dejaron de otra.

...

El día en que los talleres tendrían su open house llego, de inmediato me dirigí al gimnasio para inscribirme a Tae Kwan Do, salude a algunos amigos y le enseñe el dedo de en medio a otros.

Antes de poder llegar a la entrada de este una canción llamo mi atención, al otro lado del gimnasio estaba el pequeño auditorio de la escuela, en ese momento los clubes de teatro y baile llevaban a cavo sus demostraciones.

La canción era bonita, no le tome mayor importancia y entre en el gimnasio.

Inscribirme no me llevo más de cinco minutos, al salir nuevamente al patio la canción seguía, habiendo hecho lo que tenía que hacer ir a echar un vistazo no sería un problema.

En el escenario el club de ballet llevaba a cabo su demostración, solo me quede lo suficiente para grabar la canción y buscarla después, aborrecía el ballet.

Recibí un mensaje de un amigo, "Te vemos en las canchas".

Yendo por la parte trasera del auditorio llegaría más rápido, además de que evitaría a las manadas de primer semestre.

Su imagen es una que al día de hoy no he podido borrar de mi memoria.

Siguiendo el ritmo de la canción, una chica bailaba la canción de una forma tan etérea que podría ser solo comparada con la de un hada en un círculo mágico.

Su gracia y belleza era mayor a la de las chicas que en ese mismo momento bailaban en el escenario, sin embargo, en ese lugar, el patio trasero del auditorio era el escenario perfecto para aquella hada.

—¡Michelle!

Una chica la llamaba desde una puerta, el momento se rompió y por fin pudimos vernos a los ojos.

Su cabello caía hasta su cintura, era delgada y el uniforme de gimnasia le quedaba un poco holgado. Al verse descubierta corrió al interior del gimnasio.

La esperé, incluso volví a entrar al auditorio, me chuté toda la demostración del club de ballet soportando las náuseas que me provocaban, pero no la volví a ver. La única pista que tenía era su nombre.


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