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Chapter 2: Capítulo 1

Aunque no quisiera, los rayos del sol comenzaron a entrar levemente por la puerta de vidrio que conecta mi habitación hacia mi balcón hasta que finalmente lograron iluminar un poco mi habitación que hasta hace unos momentos atrás se encontraba cubierta en total oscuridad. Cubrí mi rostro con mis sábanas para evitar que los rayos de sol golpearan mi cara, quería dormir un poco más pero fue imposible debido a que mi alarma comenzó a sonar.

—Solo un poco más, por favor —lancé un bostezo y con pesadez me levanté de mi cama caminando con pasos flojos hacia mi armario.

El día de mañana empezaban las clases y el miedo estaba presente en mí.

—Siento que no podré hacerlo sin tí —dije mientras apoyaba mi cabeza en la puerta de mi armario. Mordí mi labio inferior y cuando me dí cuenta mis lágrimas ya estaban cayendo.

Mi mundo se había ido abajo desde que me enteré de la noticia.

Se suponía que iríamos juntos al colegio. Mentiroso.

¿Que pasará con las cosas que prometimos hacer juntos?

—Señorita, el desayuno está listo —habló desde el otro lado de la puerta mi niñera.

Su nombre es Ana, es una mujer de unos 54 años con unas cuantas canas que empiezan a asomarse en su cabeza y es una mujer muy amable, a parte del chófer, Ana fue la única de nuestros empleados que decidió venir a esta ciudad con nosotros junto con su hija Marian, ellas son como mi segunda familia, aunque hay veces que me pregunto si ellas nos considerarán así ya que parece que en ocasiones me evitan.

—Gracias, en un momento bajaré —le contesté— y por favor, sólo dime Emma, ese es mi nombre.

Hubo un silencio desde el otro lado de la puerta hasta que finalmente volvió a hablar.

—Disculpe señorita, sabe que yo no puedo hacer eso, está en contra de mis principios.

Iba a contestarle pero escuché unos pasos que se alejaban cada vez más. Lancé un suspiro con resignación, ya intentaría hablar con ella más tarde.

Comencé a buscar en mi armario algo para ponerme, pero hubo algo que captó toda mi atención.

Entre mi ropa se encontraba un vestido de color lila con piedras de colores como cinturón, me sorprendió haberlo encontrado dentro de mi armario, era un vestido que ya lo daba por perdido pues se me había quedado en el dormitorio del internado.

Aún así sentí un gran alivio por tenerlo de vuelta conmigo. Seguramente lo habrían encontrado y una de mis amigas lo había enviado de regreso hacia mí. Lo abracé porque era uno de mis vestidos favoritos, lo había comprado un mes antes del examen del internado porque creí que me daría suerte, también fue antes de que le dijera a Zack sobre el internado.

—Huele a nuevo —lo olfateé un poco, no podía creer que aún siguiera conservando su aroma.

Me detuve cuando me dí cuenta de que estaba perdiendo mi tiempo admirando mi ropa, ahora no era momento de hacer esto ya que justo después del desayuno tenía que estudiar, no quiero que un examen sorpresa me sorprenda en mi primer día de clases.

Cerré mi armario y sin pensarlo dos veces, decidí ponerme mi vestido lila con unos botines blancos, miré mi reflejo, mi cabello castaño ya me llegaba hasta la cintura, tal vez era tiempo de cortarlo, lo amarré en una coleta alta como siempre acostumbraba a hacerlo.

Bajé los escalones y lo primero que hice cuando estuve en el primer piso fue ir al comedor. Todo estaba vacío, papá es dueño de una cadena de hoteles de esta ciudad y mamá es la directora general de un hospital de la ciudad dónde venimos, casi nunca están en casa y eso hace que a veces me pregunte sobre como se conocieron.

No me sentía sola porque tenía a Zack pero ahora que él ya no está, solo me la paso estudiando en mi habitación.

—Buenos días señorita Emma, en un momento le serviré su desayuno —dijo Marian llegando al comedor.

—Solo llámame Emma, sabes que me puedes hablar normal.

Marian asintió pero no la ví muy convencida, no entiendo como comenzó a volverse más distante conmigo, cuando eramos más pequeñas siempre me trató como a una amiga pero para la primavera de mis 12 años de pronto comenzó a aislarse un poco de mí, me pregunto si fue lo mismo con Zack.

«Zack»

—Aquí está su desayuno señorita —dijo poniendo un plato sobre la mesa.

Puré de papa, bisteces y un rico jugo de manzana, hace tanto tiempo que no comía en casa, incluso cuando regresé del internado solamente me la pasaba comiendo fuera de casa junto con... Zack.

Iba a comenzar a comer pero noté que Marian se miraba algo inquieta, estaba jugando con sus manos como si quisiera decirme algo.

—¿Pasa algo? —le pregunté sacándola de sus pensamientos.

—¿Eh? B...bueno... Estaba pensando en lo bien que se mira hoy señorita ¿Su vestido es nuevo? —sabía muy bien que eso no era lo que me quería decir porque hasta hace unos momentos ni siquiera le había prestado atención a mi vestido pero aún así mentí al decir que le creía.

—No, lo compré antes de asistir al internado Rose, me gustó tanto que decidí comprarlo como un amuleto de la buena suerte —sonreí mientras daba una vuelta para enseñarle completamente el vestido y luego de eso volví a mi asiento— es lindo ¿Verdad? Me encanta el diseño del cinturón.

—Claro que sí señorita, es muy lindo, además todo lo que usted se pone le queda bien pero... ¿De que internado me está hablando? ¿Fue a unos cursos? —mostró confusión en su rostro.

En estos momentos no sabía quién estaba más confundida, si ella o yo.

—¿De que hablas? Me refiero a la preparatoria, asistí al internado femenino Rose por un año entero antes de regresar a casa.

Ella se mostraba cada vez más confundida, esto me estaba comenzando a asustar

—Señorita, ¿De que habla? usted no ha ido a ningún internado femenino, ni siquiera ha empezado la preparatoria ¿Se encuentra bien? —me tocó la frente para comprobar que no tuviera fiebre —Al parecer se encuentra bien, de hecho hoy viene su madre para escuchar su decisión.

—¿Que dices?

—Me refiero a que hoy viene la señora Juliette para escuchar la decisión que usted tomó, se supone que hoy elegirá la preparatoria a la que asistirá, tiene 2 opciones ¿No? Si no me equivoco uno de ellos era el mismo colegio al que asistirá Zack y el otro es un internado femenino... ¡Ah! Justo como el que me acaba de mencionar ahora.

Escupí el jugo de manzana tras escuchar eso y con un movimiento algo brusco me levanté de mi asiento, fue torpe el movimiento que casi me caigo con todo y silla.

—¿Que clase de broma es esta? No es para nada divertido jugar con algo así... disculpa, ya no tengo hambre —caminé lo más rápido que pude hacia la puerta del comedor, sentía la mirada de Marian clavada en mi espalda, seguramente estaba preocupada por mi actitud pero en estos momentos yo no me encontraba bien para esa clase de bromas.

Entré a mi habitación y me tumbé en mi cama, quisiera poder dormir un rato y olvidarme de todo, tal y como Marian.

«Señorita, usted no ha ido a ningún internado femenino, ni siquiera ha empezado la preparatoria ¿Se encuentra bien?»

«Me refiero a que hoy viene la señora Juliette para escuchar la decisión que usted tomó, se supone que hoy elegirá la preparatoria a la que asistirá, tiene 2 opciones ¿No? Si no me equivoco uno de ellos era el mismo colegio al que asistirá Zack y el otro es un internado femenino... ¡Ah! Justo como el que me acaba de mencionar ahora» su voz comenzó a retumbar en mi mente.

Los comentarios por parte de Marian me afectaron un poco aunque en cierto modo a mí también me resultaba extraño que mi vestido apareciera aquí y oliendo a nuevo pues yo siempre me aplico mi perfume con olor a violetas, era imposible que siguiera con olor a nuevo, era como si hubiera regresado el tiempo aunque...

Y si tal vez... Solo tal vez...

No, no, eso es imposible... Es imposible... ¿Verdad?

**

—Señorita, ¿Va a alguna parte? —preguntó Marian al verme caminar hacia la puerta principal.

—Necesito comprobar algo con mis propios ojos, si no lo hago no podré estar tranquila —dije una vez que abrí la puerta —discúlpame por lo de hace un rato.

No espere una respuesta por parte de ella y salí de casa. Tan pronto como salí cubrí mi rostro en cuánto los rayos del sol pegaron en mi cara, desde el incidente no había vuelto a salir de casa, ha sido una semana triste.

Mis piernas comenzaron a moverse y de a poco mis movimientos se hicieron más rápidos hasta que finalmente comencé a correr sin importarme nada, escuché unos gritos por parte de uno de los porteros pero no pude responderle, ya pediría disculpas más tarde por salir sin avisarle a nadie.

Con cada paso que daba, mi casa se iba alejando más y más hasta que de pronto ya no la ví más pero quería comprobar algo con mis propios ojos, tenía que hacerlo.

—¡Por favor! ¡Por favor! —grité mientras corría, algunos de la privada me miraban extraño pero eso no me importaba ahora.

Paré de correr cuando estuve a unos metros de ahí, su casa estaba frente a mí.

«Estrella fugaz ¿Escuchaste mi deseo? Aquél deseo que venía desde lo más profundo de mi corazón»

Estaba a punto de tocar el timbre, solo estaba a unos cuantos minutos de saber la verdad pero justo cuando estuve a punto de hacerlo me detuve.

Tenía miedo de hacerme una idea equivocada, tal vez la única que estaba mal aquí era yo.

Quizás estaba siendo paranoica porque me rehusaba a aceptar que Zack ya no está más.

—Ahora me siento tan tonta —me dije a mí misma.

La seguridad que hace unos minutos atrás había tenido se había ido por completo.

Las personas que ya no están no pueden regresar a la vida, eso es imposible.

Giré sobre mis pies, no sé en que estaba pensando al venir hasta aquí.

Empecé a caminar con mis ojos húmedos cuando escuché la puerta abrirse, ni siquiera era capaz de voltear a ver y preguntar por él.

—¿Emma?

«¿Q-que... Es esto?»

Me congelé al escuchar que me hablaban, no podía creerlo... Era imposible... Era imposible... Pero aún así esa voz estaba diciendo mi nombre, era imposible que no reconociera su voz, era como si él jamás se hubiera ido.

—¡Emma! realmente eres tú, ¿Que haces aquí?... Espera ¿Por qué estás llorando?

Corrí hacia él y me aferré para darle un fuerte abrazo, era imposible que él estuviera parado frente a mí ¿No? Esto debía ser un sueño pero incluso si lo era, deseaba que esto durara un poco más.

—Por favor... Por favor... No te vayas otra vez —dije entre sollozos aferrandome aún más a él.

Su aroma comenzó a impregnar toda mi ropa, ese aroma que él desprendía y que me gustaba tanto, todo él estaba presente, las lágrimas seguían saliendo mientras más me aferraba a él.

—¡Espera! ¡Espera! ¡No tan fuerte que me arrugas mi ropa! ¡¿De que estás hablando?! ¡No me he ido a ninguna parte!

Tu vida en la tierra fue momentánea y cuando me había dado cuenta, habías desaparecido con la rapidez de una estrella fugaz pero una vez más te tengo de nuevo entre mis brazos.

«Gracias estrella fugaz, sólo por un poco más, déjame estar con él»


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