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Chapter 15: El Secreto Oculto en la Oscuridad parte 2

Con gestos calculados, Estefan sacó una caja de cigarrillos del bolsillo de su abrigo y encendió uno. Cada bocanada de humo parecía la inspiración necesaria para enfrentar a la mujer, cuya mirada era tan penetrante como un rayo. El humo se enroscó a su alrededor como una cortina, pero no logró ocultar el desafío en sus ojos.

—Entonces, Liliana, ¿puedes contarme más sobre tu relación con la señora Estela? Dices que eres su hija, pero tengo algunas dudas —resonó la voz de Estefan en la habitación, clara y segura. Sus ojos eran ventanas a su propia alma, una verdad que Liliana pudo apreciar, mientras el humo era solo una cortina que ella fácilmente disipó con su agudo sentido.

—¿Por qué tendría que responder a esa pregunta? —su respuesta desafiante surgió. Mientras Estefan fruncía el ceño, acumulaba coraje como un arma secreta a punto de desplegarse.

—¿Evitará la pregunta... señorita Liliana?

—¿Mi respuesta futura calmará su estupidez y le será de utilidad…? Además, ¿por qué debería dar detalles sobre los Winter a un simple detective?

—Mi trabajo es encontrar esas piezas y unirlas. La verdad es la única moneda que acepto en mi oficio, además tengo una pregunta rodando en mi cabeza, que no logro detener. Si usted se considera una Winter, ¿por qué no asistió al funeral de su familia?

Aparentemente imperturbable, Liliana dejó entrever una fisura en su máscara de serenidad, mientras sus ojos, afilados como dagas, se clavaban en Estefan, quien resistía con firmeza, consciente de la peligrosa belleza y astucia de la mujer. Elizabeth permanecía vigilante, como un felino en acecho, consciente del peligro latente en la mirada de Liliana.

—Tienes valentía, eso no lo voy a negar, detective —dijo Liliana con una sonrisa mientras avanzaba hacia su propio bar con una gracia peligrosa. Preparó las bebidas con un toque de elegancia que realzaba su naturaleza intrigante. Invitó a ambos a unirse, colocando unas copas de cristal en la pulida mesa de madera. Elizabeth, tentada por la oferta, aceptó con una sonrisa, saboreando la idea de que disfrutar de una bebida preparada por Liliana era un privilegio único, como beber elixires divinos.

Mientras Liliana jugueteaba con la copa de cristal, Estefan temblaba al observarla, consciente de cómo el juego de poder se desplegaba ante sus ojos como una cortina. Elizabeth, inquieta por los planes del detective, le murmuró: —Necesitas recuperarte, ¿olvidaste tu misión? —Liliana sonrió al ver el líquido en la copa, como si hubiera sumergido en él su amenaza.

—Espero que no hayas envenenado las bebidas... —bromeó Elizabeth entre risas, pero su comentario fue interrumpido por Liliana.

—No te preocupes, no hay peligro. Además, dudo que el veneno tenga efecto en ti. No somos enemigas. Así que puedes estar tranquila, nada malo ocurrirá —aseguró Liliana con una sonrisa enigmática.

Al sentir el líquido ambarino acariciar su paladar, Elizabeth fue transportada a un oscuro rincón de su memoria, donde los trazos adoptaban una forma más siniestra para sus víctimas. Recordó las noches en las que Liliana ocultaba su rostro tras una máscara de porcelana, asumiendo el papel de maestra en un teatro de dolor y desesperación. Pronto, aquellos que no cumplían con sus exigentes expectativas se encontraban suplicando por sus vidas, mientras ella, con un susurro de promesas y esperas, les mostraba una solución, para aquellos que habían sucumbido al fracaso. Con una copa de vino en cada mano, les ofreció beber.

—En una yace la vida y en la otra la muerte, elijan bien, solo uno de ustedes obtendrá mi perdón —anunció Liliana con una voz fría y decidida.

Mientras sus víctimas bebían, el placer inundó lentamente su mirada al ver cómo sus rostros empezaban a retorcerse de dolor. A pesar de su apariencia angelical, Liliana era todo lo contrario; su éxtasis se desvanecía al ver la sangre repugnante de sus enemigos manchar su alfombra.

—Nos... prometió que uno sería perdonado —apenas susurró una voz que se ahogaba en su miseria.

Elizabeth sonrió al rememorar esos momentos tan comunes. Sin embargo, lo que no podía soportar era que Liliana hubiera envenenado a Estefan. Mientras este se tambaleaba, recordó la familiaridad de la intensa mirada asesina. Del miedo, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, hallando cierta complacencia en los ojos de Liliana. Aquel gesto le recordó aún más a Luna, la hermana mayor de Axel.

—Así que esto es una de las muchas habilidades de los fundadores, ¿verdad? Infundir tanto temor como sea posible. Ahora entiendo por qué Luna y Aurora solían pelearse. Quién iba a pensar que un niño como yo terminaría en el lugar equivocado en el momento justo. Recuerdo a Albert, quien me llevó como su aprendiz para conocerlas por primera vez.

Estefan, después de recuperarse, dio un sorbo a su copa, sorprendiendo a Liliana, quien respondió: —Soy una persona importante y, como tal, tengo enemigos que debo eliminar de mi tablero de ajedrez. Ser una fundadora implica no solo heredar un legado, sino también comprometerse a proteger a Roster de los males. Nuestra madre nos enseñó a las tres lo que debíamos hacer para preservar la paz. Quizás estas palabras te den la comprensión de mi ausencia en el funeral de mi familia

—Si prefieres no entrar en detalles, está bien, pero estoy seguro de que... ¿tienes algún conocimiento sobre la desaparición de Axel Winter y Nadia? —Las palabras de Estefan provocaron una explosión en la conversación.

—Tengo entendido que fuiste tú quien envió al equipo de fuerzas especiales al lugar del crimen. ¿Cómo te enteraste de lo sucedido? En ningún momento informé al viejo Albert, y mucho menos recuerdo habértelo comentado... esto me resulta muy sospechoso —planteó Estefan con seriedad.

La tensión en la conversación seguía aumentando, presagiando un desenlace inminente. La imperturbabilidad de Liliana avivaba la ira en el corazón de Estefan. Había presenciado a muchas personas revelar sus secretos cuando se veían acorraladas, pero en este caso, Liliana se resistía; su mirada inexpresiva era su mayor defensa.

—Me intriga saber por qué Albert y tú no han dado ninguna respuesta a la prensa. Como mencionaste anteriormente, no me corresponde indagar en la naturaleza de su relación, pero lo que más me preocupa es que el caso de Axel se esté manejando en secreto. Desconozco tus intenciones, pero algo tengo claro: la señora Estela habría hecho todo lo posible para encontrar a su pequeño. No puedo comprender tu actitud y me preocupa que Axel esté atravesando momentos difíciles —concluyó Estefan con determinación.

Estefan se dio cuenta de que no podía confiar ni en Liliana ni en el viejo Albert, pues ambos compartían un secreto. Al final, llegó a la conclusión de que el diálogo carecía de sentido y optó por abandonar el lugar en compañía de Elizabeth. A medida que se alejaban, se percataron de que debían prepararse para defenderse, pues podrían intentar incriminarlo injustamente. Sin embargo, cuando sintió la opresión en su pecho, las cálidas manos de Elizabeth le transmitieron serenidad.

—No tienes de qué preocuparte —dijo Elizabeth—. Estoy aquí para protegerte. Confía en mis habilidades... después de todo, la señorita Luna me entrenó por una razón.


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