Download App
20% Insomnio

Chapter 2: capítulo 2: Encrucijadas.

TWILIGHT TOWER.

Un par de semanas habían transcurrido. Una escolta de la federación guiaba a los reos que llevaban cadenas atadas a los pies; estos eran conducidos a una especie de templo conocido como el «Juez». Aquí dictaban la sentencia a cada uno de acuerdo a sus crímenes y eran enviados a la prisión correspondiente. Si los crímenes eran menores, se quedarían en la prisión de ahí, pero si era lo contrario, serían llevados a la prisión máxima en Bloodfield donde la calamidad habitaba. Los reos caminaban siendo exhibidos ante la sociedad como castigo, así recibían insultos y golpes de los más osados. A punta de jalones, eran bajados de las jaulas para seguir a pie.

Viperón y Nadine se transportaban en un Scapin, el auto más caro y lujoso de Mawords. Ella leía uno de los artículos que Favela había publicado y había tomado los encabezados, haciendo un cruel señalamiento a aquellos distritos desafortunados con una clara inclinación hacia la esclavitud. El albino la miró de reojo.

— No la tomes en serio. Sharon Favela es una mujer resentida con la vida.

Nadine levantó la vista — Ella es tu futura suegra.

— ¿Y eso qué? — dijo burlón — Aunque para mi suerte, su hija es solo una copia mal hecha — suspiró y miró fuera de la ventana, pronto bajó la velocidad del auto y se detuvo. Nadine también echó un vistazo.

Uno de los reos estaba causando alboroto. Viperón soltó una risilla.

— Es grandioso, me preguntó si le darán condena máxima o ejecución — dijo entre risas.

Nadine negó moviendo la cabeza con un dejo de decepción — No deberías burlarte, Viperón — dijo sintiendo pena — muchas veces se cometen injusticias.

— No lo creo, míralo. Seguramente debe ser un asesino, tan solo observa su comportamiento salvaje.

— ¡Sueltenme, asesinos! ¡Bastardo, maldito! — el joven de ojos claros arrojó un golpe al guardia; pronto llegaron otros dos y lo sometieron a golpes en el suelo.

— Ya cierra la maldita boca, pasarás tus días como una cucharada en prisión, el infierno que te espera no se compara con esto — el guardia le dio un golpe en el estómago.

Los espectadores de tal acto celebraron la acción del guardia y miraron con desprecio a Lazarus. Viperón no dejaba de reír ante los actos violentos; los guardias pusieron al joven a merced de las humillaciones públicas. Nadine no dudó en bajarse.

— ¿A dónde vas, Nadine? — el albino bajó del auto.

— Ya fue suficiente, no pueden tratarlo así — intervino la joven con voz firme. Las personas la miraron con asombro e indignación. El guardia le dio una patada al joven y después lo levantó a jalones, ignorándola.

— ¿Nadine, qué? — Viperón miró a Lazarus malherido.

— No sé qué es lo que haya hecho, pero no creo que sea la manera adecuada de castigarlo. En todo caso, la ley se ocupará de él — mencionó la joven.

— Este criminal es un traidor asesino. ¿Crees que merece sentido de justicia? — cuestionó el guardia.

— Ustedes son los asesinos… — dijo Lazarus con voz débil.

— ¡Ya cállate! — el guardia le golpeó de nuevo — Váyanse de aquí, maldita sea. Y no se metan en lo que no les incumbe.

Viperón tomó a Nadine del brazo y retrocedieron. Los guardias se llevaron a Lazarus. El albino se quedó pensativo por un momento, y un ligero sentimiento de culpa llegó a su mente.

— Vámonos — él de mirada sombría se alejó con sus pensamientos.

Ambos continuaron su camino en silencio. Nadine aún se veía afectada por lo que había visto. De cierto modo, le hicieron ruido las palabras que Lazarus había dicho; Viperón trataba de no pensar en ello.

— Mañana voy a reunirme con mi padre para hablarle del proyecto — evitó el contacto visual con ella.

— Claro — Nadine bajó del auto. El Scapin se alejó. Pronto subió a su apartamento, un lugar con decoraciones y fotografías en la pared, la mayoría familiares. De ella y su tía, una mujer que compartía mucho en común con ella y de quien había aprendido también. Tomó asiento en el sofá y miró una de las fotografías; hacía mucho no sabía nada de su tía.

BLOODFIELD.

«Brahms», la prisión más grande y peligrosa de Mawords, se alzaba sobre los campos de césped escarlata, característicos de ese distrito. La luz roja luminiscente mantenía asegurado el perímetro: cualquier indicio de fuga proyectaría un rayo de energía mágica tóxica. Por dentro, la seguridad era igual. Estaba dividida en dos secciones, hombres y mujeres. Las celdas eran de gran tamaño; dentro de ellas había diez camillas. Después de la comida, eran guiados al patio, donde recibían un maltrato físico y psicológico constante. Pero si esto no era suficiente, no solo tendrían que preocuparse por lidiar con los demás reos en sus celdas, sino que, a la hora de compartir el baño, tendrían que arreglárselas.

Después de la comida, los condenados pasaron en fila hacia el patio, preparándose mentalmente para el castigo del día, que consistía en la marca para los nuevos: la primera letra de «Brahms». Esta era colocada en sus espaldas con láser. El joven de cabello negro, casi al final de la fila, veía con temor a los que estaban delante de él; sus quejidos eran igual de dolorosos. Cuando llegó su turno, fue sometido con violencia y despojado de su camisa; el sonido de la máquina encendida recorrió su cuerpo en un escalofrío; cerró los ojos con fuerza para contenerse.

Más tarde, herido y quejumbroso, se dirigió a la ducha; ahí dejó que el agua lavara su piel martirizada. Sus pasos se volvieron lentos y temerosos al salir; mirando a los lados, una sombra grande se posó a sus espaldas; con miedo y sorpresa, se alejó unos pasos. El criminal comenzó a reírse ante su actitud.

— Parece que se equivocaron de prisión contigo — se acercó un poco más. Francis, con el corazón acelerado, solo pudo retroceder ante su presencia y la de sus dos compañeros —. Si quieres sobrevivir aquí, tendrás que acoplarte.

— No… No quiero problemas — dijo con la respiración nerviosa.

— Eso debiste pensarlo antes de volverte candidato a la prisión. Porque dudo que hayas hecho una obra de caridad para terminar aquí. Bienvenido al infierno — el más grande se acercó lentamente; Francis se arrinconó en la pared con los ojos cerrados.

— Déjenlo en paz — el hombre alto se detuvo ante el comentario de aquella voz firme. Pronto le miraron. Francis abrió los ojos y observó al hombre de cabello alborotado, largo hasta las orejas y de ojos amarillentos. Usaba una extraña gabardina vieja sobre su uniforme de prisionero.

El trío de malhechores comenzó a reír —. No deberías estar jugando a contar cuántos años llevas aquí.

— Déjalo en paz, no lo volveré a repetir — se acercó un poco más —. Ven conmigo, muchacho.

— Escucha, ratita. Si te vas con él, cosas peores te sucederán. Pero allá tú — mencionó el más robusto. Francis, aún en la toalla, siguió a su defensor.

El pelo negro se colocó su uniforme. El hombre de extraña apariencia, después de asegurarse de que nadie estuviera cerca, se acercó —. Gracias por ayudarme — dijo con una expresión de agradecimiento.

— No es nada —dijo el hombre amable—. No pareces un criminal, ¿cómo terminaste en esta mazmorra?

— Hace unas semanas, me encontraba con un amigo en Furtwin. Su familia fue víctima de la depuración —suspiró—. El caso es que mi amigo era un marino y asesinó a miembros de la federación con un arma ilegal.

Tratamos de huir en el barco de una conocida, pero nos alcanzaron pronto. En mi defensa, maté a un par de guardias, pero me atraparon. Estuve en Castle, hasta que me dictaron sentencia y me trajeron aquí —se sentó en la cama, un tanto adolorido por la marca en su espalda—. A mí y a mi amigo nos atraparon el mismo día, pero no lo he visto aquí —dijo con preocupación.

El hombre se acercó a él y le tocó el hombro —. No quiero darte falsas esperanzas. Seguramente prefirieron encargarse de él. Lo que hizo es algo que lo condenaría a muerte.

Los ojos verdes del adolorido reflejaron un sentimiento de vacío —. Pasaré el resto de mis días aquí —miró al hombre de reojo, no pasaba de cincuenta años—. ¿Tú cuánto tiempo llevas aquí?

— La verdad, ya perdí la cuenta, pero no era más viejo que tú —recordó vagamente.

Francis apenas pudo creerlo —. ¿Y qué hiciste?

— Eso quisiera saber con exactitud.

El joven arqueó una ceja, con una expresión anonadada —. ¿Quiere decir que lo encerraron injustamente? ¿Cómo es que nunca apeló?

— Eso es lo de menos. La verdad, dejé de fijarme en los días después de los primeros cinco años —sonrió despreocupado—.

— ¿Cómo le hiciste para sobrevivir aquí? —dijo con curiosidad.

— Me las arreglé a mi modo. Pero no temas —tocó su hombro—. Estarás a salvo.

— Se lo agradezco, señor… Es cierto. Soy Francis Rummage —extendió su mano—.

— Un gusto, Francis. Blonder Auschbely —tomó su mano y la sacudió—.

TWILIGHT TOWER.

En uno de los antiguos calabozos del templo Juez, Sveinn se encontraba malherido, después de una brutal golpiza, cortesía de los miembros de la federación. El joven de piel cetrina abrió los ojos lentamente, encontrándose en esa prisión. Su visión hizo un recorrido rápido, percatándose de las marcas en las paredes, posiblemente producto de antiguas torturas realizadas ahí.

Se cubrió la vista con el brazo, conteniendo su rabia mezclada con su pena. Usando eso como motivación, se puso de pie y se recostó en la pared, recordando los sucesos de los últimos días.

Preguntándose sobre el destino de su amigo y la bucanera. Sintiendo algo de culpa por haberlos arrastrado consigo, sin embargo no se iba a quedar tranquilo.

Los guardias se acercaron más tarde. El joven se mantenía de rodillas en el suelo. Los uniformados abrieron su prisión y se acercaron para tomarlo de los brazos.

— Pensábamos enviarte a Brahms, pero siendo sinceros no es un castigo justo —Lazurus les sostuvo la mirada destilando odio—. Nos vamos a asegurar de que recibas un castigo a la medida. Traidor, asesino y problemático —uno de ellos le sacó el aire de un golpe—. Marinero estúpido.

En el barrio de Twilight tower, conocido como «el callejón penumbra», las luces neón iluminan el paso para aquellos que deseen visitar y adquirir artefactos, entre otras tantas ilegalidades. Aquí se reúnen aquellos vendedores que huyeron de Bloodfield para evitar la muerte. Pero también, un grupo de personas que trabaja con los Legencraft y fabrica estos, cuya venta está prohibida, al igual que su creación. Tan solo en Twilight tower hay una cúpula que funge como estadio para apuestas ilegales, trabajando bajo la fachada de una fábrica de cristales activos. En el corazón del barrio, una casa modesta que, bajo tierra, poseía un taller de fabricación Legencraft. En compañía de algunas personas que compartían la misma pasión por estos, la líder del grupo, Scarlett Apricot, mejor conocida como Lowercraft, trabajaba en el diseño de estos gigantes de metal, implementando la causa de su prohibición: la Tecnomagia, que solo estaba permitida en armas de uso militar y privado. La mujer de cabello anaranjado levantó sus gafas, revelando dos ojos zafiros.

De vestimenta de piel en tonos cafés.

El buzón automático liberó un sobre en la mesa. Con una estampilla que reconoció al instante. La mujer tomó el sobre y lo abrió de inmediato, sus labios se curvaron hacia arriba con sentimientos encontrados.

Uno de sus compañeros se acercó, compartiendo su alegría.

— ¿Nadine? —insinuó con certeza. La mujer asintió con la mirada—. Dicen que estuvo en el castillo de Magne, en la celebración de socios.

La mujer suspiró, un tanto preocupada, y se sacó las gafas de metal —. Estoy feliz por ella —trató de sonreír—. Espero que consiga lo que siempre ha deseado —dijo con una mezcla de alegría y desasosiego.

En el antiguo campo de ejecución, Lazarus recibió el odio de los uniformados, quienes, no conformes con todo lo que hacían, se alistaban para torturarlo de una forma más inhumana. El joven herido se negaba a mostrar su dolor frente a ellos. De algún modo, su entrenamiento le había servido de algo, pues mantenía su voluntad y se aferraba con esfuerzo a lo que tenía en mente, cada humillación la contaba con una gota de sangre.

Los salvajes soldados se quitaron sus chaquetas blancas y tomaron las alargadas y finas cuchillas de una caja de bambú. La luz de las antorchas del antiguo templo se reflejaba en sus ojos, el escalofrío que viajó por su espina dorsal provocó náuseas. Atado a un poste con marcas de violencia, dejó que confiaran en su vulnerabilidad. Mientras, en silencio y cautela, movió sus manos para obtener una última oportunidad.

— Miserables —dijo en voz baja. Sus verdugos rieron ante su comentario y se acercaron decididos.

— Aquí el único miserable eres tú. Pero no creas que este será tu fin, pasarán varios días antes de que pensemos una forma lenta y tormentosa de morir.

Lazarus rió un tanto adolorido —. Eso lo veremos.

Uno de ellos se acercó y le atravesó el hombro; el otro le siguió a su izquierda, pero en esta ocasión fue detenido por la mano de Sveinn, quien ignoró el filo de la cuchilla. Con una patada rápida, derribó al compañero y atravesó el cuello de su primer atacante con la cuchilla; se armó con la otra y se echó a correr. El oficial se puso de pie y miró el cadáver de su compañero sin vida; maldiciendo entre dientes, se alejó en busca de refuerzos.

Sveinn, aún con la adrenalina en la sangre, se detuvo abruptamente en el espesor de la vegetación escasa en ese distrito. A pasos más lentos, continuó, agarrándose la herida del hombro. Sobrevivir ya no era una opción.

Esa mañana, el joven de vestimenta oscura y con una expresión de fastidio, bajó de su auto, colocando sus manos en sus bolsillos. Al avanzar hacia las puertas del edificio de Uranus Industrias, se percató del patrullaje de la federación; levantó una ceja, pero pronto le restó importancia. El jubiloso heredero de Oxyuranus impuso elegancia a cada paso, captando la atención de las empleadas que murmuraban y saludaban con picardía, a las cuales Viperón les seguía el juego. Al entrar a la sala de juntas, pronto desvaneció su sonrisa. Su padre encabezó la reunión, contando con la presencia de su futura suegra y el poderoso líder de la mafia en Bloodfield.

— Por fin —Kreine juntó sus dedos y se puso de pie, indicando a su hijo tomar su lugar—. Valiant, él es Viperón, mi heredero —mencionó—. Viperón, él es Valiant Silvermist, el dueño de la red de armas más grande de Bloodfield.

— Cuéntanos, Viperón —el extravagante hombre de cabello rubio y mirada asesina se acomodó en el sillón, colocando sus manos repletas de anillos de oro y piedras preciosas—. Tu padre me comentó que tenías un juguete especial y que podría interesarme —se enderezó.

Viperón tomó aire y fue a su lugar sin quitarle la vista. Pronto colocó el dispositivo con la información en la pantalla. Esta mostró la imagen de la pistola de pociones desde ángulos diferentes.

— Les presento el arma de tecnomagia más reciente e innovadora, Steam —señaló con orgullo. Todos atendieron con curiosidad, cada uno con diferentes pensamientos e intenciones.

El metro de transporte público que atravesaba toda Twilight tower se detuvo frente a la parada en la plaza comercial. Esta también tenía un parque y varios sitios de entretenimiento.

La joven de gafas oscuras y chaleco de piel sin mangas se aseguró las cintas de sus largos botines oscuros. Continuó su camino hacia una de las tiendas de conveniencia y prosiguió a entrar a «Tin», una tienda donde se vendían piezas de uso rudo y muy llamativas. Nadine buscó algún diseño metálico atractivo para trabajar con él en sus próximos diseños. Después de remover en los estantes, encontró una placa con diseño de engranajes y flora; los colores brillantes la enamoraron. Miró a su alrededor mientras estaba en la fila, deteniendo su vista en una pintura de «Lowercraft», un hombre de cabello blanco desaliñado y mirada celeste, quien había sido el más grande inventor en la historia de Mawords, pues gracias a él, las armas de tecnomagia pudieron existir.

La joven mujer con compras en mano llevaba sus pensamientos en diferentes cosas, desde su vida personal hasta laboral, preguntándose qué tan bien le iría a Viperón en la reunión que podría darle un giro enorme a su vida. Invadida por todo lo anterior, pensó en la carta que le había enviado a su tía. El tiempo se detuvo mientras seguía con la mirada a una pequeña de la mano de sus padres. Lúcidos recuerdos de ella y su tía jugando en el parque aparecieron como una película, trayendo nostalgia, siguiendo la brecha de sueños que sembró desde pequeña y con apoyo constante mantuvo. Ahora se preparaba para dar un paso más adelante y escalar hasta donde sus propias ambiciones la llevaran. El andar de un canino cyborg llamó su atención cerca de los contenedores de basura en un callejón; el amigo no dejaba de ladrar hacia la penumbra. La mujer se acercó ante la inquietud.

— ¿Qué sucede, amiguito? —el cyborg dejó de emitir sonido y tomó una posición de descanso. Nadine se acercó un poco más y entrecerró los ojos para tratar de ver en la oscuridad; el can avanzó más adelante, ayudándola con una luz tenue; entonces todo fue claro. Los ojos de la joven se exaltaron y se adentró, dejando sus cosas sobre el suelo—. Oiga, ¿me escucha? —movió al sujeto boca abajo en el suelo, parecía inconsciente, tenía un pulso débil. Nadine le volteó y miró su rostro, su sorpresa fue mayor—. El prisionero de aquella vez —musitó. La mujer se quedó en sus pensamientos, asumiendo su fuga y de ahí el patrullaje extraño en la metrópolis—. Ven aquí, amiguito —se acercó el can—. Quédate con él, volveré enseguida. La joven salió de inmediato en busca de una caseta de comunicación.

En el edificio Uranus, Viperón había terminado de esclarecer cada aspecto, función y detalle. También había mostrado el prototipo que era analizado por la crítica Favela. Kraine tan solo imaginaba la cantidad de dinero para el costo de producción y sus ganancias.

— Me parece una grandiosa idea el límite de producción de estas bellezas —Valiant admiró el arma en manos de Favela—. Cuenta conmigo, Oxyuranus. Es más, díganme una cifra… ¿De cuántos Mawons estamos hablando? Les daré el doble a cambio de recibir la primera línea.

Kreine miró de reojo a Viperón, dejándole la decisión a disposición—. Bueno, entonces tenemos un trato —dijo determinado.

Favela dejó el arma sobre la mesa con desdén—. Deberías considerar tu oferta, Valiant —la tensión en el círculo se hizo presente—. Si bien superan expectativas de potencial, creo que tienen el mayor de los defectos —la mujer se puso de pie—. Resistencia. La fragilidad de estas las pone en la línea convencional —se acomodó las gafas, altiva. Viperón intercambió una mirada con ella, guardó sus propios pensamientos desagradables para él. Kreine solo se limitó a mirar con fastidio.

— Entiendo, Favela —el albino se puso de pie, confrontando su posición con la misma arrogancia—. Por esa razón, Nadine y yo estamos trabajando en ese punto desde antes de tu mención. Claro que no será en los primeros rodajes, pero será una realidad. No habrá arma más poderosa en todo Mawords, la Steam marcará un antes y un después en la historia de las armas tecnomágicas, desde la famosa Scan X de Lowercraft —se acomodó el cuello de la camisa.

Valiant hizo lo mismo con un hilo siniestro en su sonrisa. Favela dobló los dedos —. Necesitarás más que el supuesto ingenio de tu mano derecha. El prototipo de esta arma ya existía desde Lowercraft —mantuvo su postura arrogante.

Viperón frunció la boca y, antes de siquiera responder, fue interrumpido por el sonido de su comunicador portátil. Una especie de teléfono táctil, pero con funciones limitadas, este era un aparato ovalado de color dorado y negro que se doblaba a la mitad. El joven se alejó a la puerta para atender la llamada; desde una caseta de cristal, Nadine había girado una rueda con forma de reloj marcando los números, la bocina en la parte superior pronto emitió un sonido.

Kreine miraba a su hijo con cierta molestia, Favela seguía pendiente de la Steam y Valiant había firmado un cheque con una exuberante cantidad de Mawons.

Viperón regresó a los pocos segundos con cierto dejo de preocupación —. Me necesitan de emergencia en la fábrica. Pronto nos volveremos a reunir para la firma de acuerdos —miró a Valiant—. Permiso.

Valiant le entregó el cheque a Kreine; este lo tomó y, después de despedirse, salió de inmediato con una expresión de irritación. Favela se cruzó de brazos con una mirada calculadora; el mafioso siguió su camino. Viperón condujo hasta la plaza, buscando con la mirada a la joven; cuando por fin la divisó, se acercó y bajó de inmediato.

— Nadine —dijo con el ceño fruncido—. Te guste o no, vas a llevar el comunicador portátil. Tienes suerte de que haya respondido.

— Sí, disculpa. Espero no…

— Olvida eso, ¿qué sucede? —preguntó con cierta preocupación.

— Ven —dijo en voz baja y con nervios. Él albino levantó la vista; el hecho de ir directo a un callejón oscuro no le hacía gracia.

— ¿Podrías explicarme qué hacemos en este basurero? —el canino se acercó de inmediato, provocándole un susto al joven.

— Tranquilo, no te hará daño.

— ¿A quién le dijiste eso? —miró confundido a la joven.

— Olvídalo. Viperón, necesitamos ayudar a este hombre —le señaló al joven sobre el suelo—. Está vivo, pero muy herido.

El albino se acercó y pronto le reconoció —. Nadine, estás loca. Este tipo es un criminal.

— Viperón, no sabemos con exactitud por qué estaba ahí. ¿No crees que su comportamiento se debe a algo?

— Sí, a que es un salvaje —miró a Lazarus con indiferencia. Nadine se acercó a él y le removió el cabello; Viperón hizo una mueca y suspiró con fastidio—. Y a dónde lo llevaremos, es un prófugo.

— A mi departamento.

— Increíble, llevemos al criminal a tu casa, entonces —Viperón se acercó para ayudarle.

Ambos metieron a Lazarus al auto y se pusieron de camino a casa de Nadine. Ahí, Viperón llamó a un médico particular y de confianza y le pidió atender al joven. Más tarde, se quedó descansando en la habitación, despidieron al médico y Nadine preparó algo de café. Viperón recorrió el departamento mirando las fotografías de la joven y su tía; era la primera vez que iba a su casa.

— Aquí tienes —le ofreció una taza de café. Viperón la tomó y dio un sorbo, percibiendo un sabor agradable al instante.

— Gracias.

El joven aclaró su garganta —. ¿Y qué se supone que harás con ese sujeto? —dijo en tono serio.

— Antes que nada, debo averiguar quién es y por qué estaba en prisión. Y tomaré una decisión según mi criterio y valores.

El albino terminó su taza y la colocó sobre una mesita —. Pretendes pasar la noche con ese desconocido —envolvió sus brazos.

— Por supuesto que no —dejó su taza a un lado—. Me quedaré en el sofá —tomó asiento, cruzando las piernas.

El joven de mirada sombría se frotó el tabique, incrédulo —. De ninguna manera —arrugó la frente—. Vendrás a mi casa y mañana volveremos temprano.

Así que toma tus cosas. Nadine se levantó y puso sus manos en su cintura con una expresión dudosa —. No es opcional.

Se acomodó sus rizos detrás de la oreja y fue por sus cosas. Nadine se acercó a cerrar la puerta de la habitación y detuvo su mirada en el joven que descansaba debido al calmante.

— ¿Qué haces? —dijo Viperón a sus espaldas, mirando con desdén al otro.

— ¿Y si necesita algo? —dijo con preocupación genuina.

— El médico dijo que despertaría hasta mañana. En todo caso, quizá la muerte sea mejor aliado —se alejó. Nadine frunció el ceño.

La joven dejó asegurada la entrada y se fue a la mansión de Oxyuranus. Temprano esa mañana, Sveinn abrió los ojos poco a poco, con algo de aturdimiento. Pronto se dio cuenta de que estaba en un sitio diferente, pero que no parecía peligroso. Se sentó lentamente, agarrándose la cabeza; miró su cuerpo, sus heridas habían sido atendidas. Observó la habitación que asoció a una fémina de inmediato. Los colores alegres en la habitación le trajeron un recuerdo que dolía, pero le confortaba. A los pocos minutos, se puso de pie; no recordaba mucho de lo que había sucedido después de caer inconsciente en ese callejón. Lleno de curiosidad, abandonó la habitación a pasos lentos. Miró a los lados, topándose con el silencio en el departamento. Recorrió con la vista, intrigado y curioso por las cosas que había ahí. La mayor parte de la decoración eran artefactos o pinturas visionarias de un Mawords lleno de color y magia. Lazarus centró su vista en la fotografía de la pequeña Nadine junto a su tía; no tenía más de ocho años en esa foto. El joven dibujó una sonrisa, asociando ese rostro a uno conocido; pronto la puerta a sus espaldas se abrió. Nadine, en compañía de Viperón, se encontró con la mirada del prófugo.

— Ves —el albino habló a la joven, sin quitarle la vista a Lazarus—. Te dije que era un criminal. Ahora mismo iba a robarte —se acomodó el saco.

Lazarus hizo caso omiso al comentario, pues su mirada se centró en la mujer junto a él. Esa mirada familiar fue clara entonces —. Eres la chica de la otra vez —se acercó lentamente.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó amable y se acomodó las gafas. Viperón se cruzó de brazos.

— Si está de pie, seguramente ya está perfecto. Ahora creo que puede seguir por su cuenta —levantó una ceja. Lazarus le sostuvo la mirada sin gracia.

— Soy Nadine Apricot —dijo y extendió su mano.

— Lazarus Sveinn —iba a tomar la mano de la joven, pero Viperón se metió en su lugar, apretando con fuerza.

— Viperón Oxyuranus —le soltó la mano a Sveinn con indiferencia y se limpió de la orilla de su saco. En ese momento, el comunicador del joven altivo emitió un sonido, rompiendo la tensión; casi al instante, movió los ojos con fastidio—. Nos vemos en el taller —se dirigió a Nadine y se alejó con un aire de grandeza.

— Disculpa, él es un poco intenso.

— No te preocupes. Antes que nada, debo agradecerte —dijo con alivio.

— No tienes por qué.

— Claro que sí. Me salvaste la vida sin conocerme —le miró a los ojos, transmitiendo su agradecimiento—. Estaré en deuda contigo toda la vida —dijo sincero.

La joven, algo apenada, desvió la mirada—. No pienses en eso. Seguramente debe tener hambre —sonrió.

— Gracias por tu preocupación. Pero no quiero darte más molestias.

— No es ninguna. De hecho, creo que es una buena oportunidad para que me cuentes un poco más sobre ti. Tú no pareces ser de Twilight tower.

— No, no lo soy —suspiró melancólico. Nadine pudo intuir que había algo malo.

Los dos se dirigieron a la cocina y ahí, Lazarus se ofreció a ayudarla. Ambos se dividieron las tareas.

— La verdad, no recuerdo mucho de lo que pasó ayer. Tengo vagos recuerdos de haber caminado por las calles, solo quería descansar —trató de recordar.

— Pues quizá fue buena idea haberte quedado en ese callejón. De hecho, fue un amigo canino quien te encontró primero; yo me acerqué después y, la verdad, no podía hacer mucho yo sola, por eso llamé a Viperón. Él era el único que podía ayudarme y evitar que terminaras en prisión de nuevo.

— ¿Él es tu familiar? —preguntó curioso.

— No. Es mi jefe —sonrió—. Yo lo considero un amigo, pero no podría hablar por él. Quizá solo sea la convivencia. Cuando empecé mi vida laboral, tuve la suerte de ser admitida en la fábrica de su padre. A diferencia de los hombres, yo debía esforzarme un poco más. Si no tienes influencias o un buen apellido, no te tomarán en cuenta. Así fue como conocí a Viperón, pues él se encargaba de supervisar todo. Algún tiempo después, me ascendió de puesto y me invitó a trabajar para él en sus propios proyectos externos a Uranus Industrias.

— Fascinante —sonrió—. Que alguien valore tu trabajo tiene mucho significado. Y seguramente no se equivocó.

— Gracias —le devolvió la sonrisa y sirvió el jugo. Ambos se sentaron a la mesa—. Espero no ser imprudente, Lazarus. Pero… Me intriga saber cómo terminaste en prisión.

Sveinn se pasó el sorbo con dificultad—. Bueno. Terminé en prisión porque intentaba huir de la federación en un barco pirata y asesiné a un soldado ahí —Nadine le miró con más dudas. Lazarus tomó aire—. Pero antes de eso, también había asesinado a otros más en Furtwin. Pero… Lo hice por venganza —un nudo en su garganta se formó. La joven le miró con inquietud—. Mataron… A mi familia… Esa maldita depuración —apretó la mandíbula con los ojos rojos.

Nadine empatizó con él y acercó su mano para ponerla sobre la suya —. Lo siento.

— Mi hermanita tenía una vida por delante —al instante, una lágrima cayó—. Por eso lo hice y no me arrepiento —transformó su dolor—. Ellos son los verdaderos criminales —Nadine le tomó con fuerza, queriendo confortar su pena.

ALLEY ISLAND.

Alonder caminaba en compañía de sus voluntarios, haciendo la despensa. La chica de cierto modo estaba preocupada por Francis, casi siempre le visitaba en la isla y hacía semanas que no lo veía. Pensó que tal vez se encontraba explorando en las alturas, recorriendo los valles de Gloomyland, su tierra natal, y que un día de esos aparecería con ese tesoro oculto que creía que alguna vez encontraría.

Un tumulto cerca de la orilla llamó la atención de la gente. La de labios rosa se acercó al grupo de personas que se juntaron en escándalo —. ¿Qué ocurre? —preguntó mientras se abría paso.

— Esa ladrona. Intentó robarse mi mercancía —señaló a la joven pelirroja en el suelo, que había sido maltratada; junto a ella, algunas frutas regadas. La chica lloraba—. Vamos a darle su castigo a esta delincuente, malditos piratas creen que pueden intimidarnos.

— No, deténganse —la chica se aproximó a la bucanera.

— Es una delincuente, no deberías defenderla. Mira cómo está vestida.

— No he comido… y no tengo dinero. No lo hice con mala intención —dijo la joven de mirada verdosa.

Alonder la ayudó a ponerse de pie —. Tranquila. La chica solo tiene hambre.

— Está fingiendo —señaló la muchedumbre, disgustada—. Es una ladrona.

— Su vestimenta no define quién es como persona —La pelirroja se limpió las lágrimas, aún asustada—. Vamos —Wonder se alejó con la joven. La gente pronto se esparció.

Heavy llegó al albergue de Alba en compañía de los voluntarios y la chica. Al entrar, los habitantes del refugio le miraron con asombro; los más pequeños se acercaron a saludar a su figura fraterna y comenzaron a preguntar por la bucanera.

— Tranquilos. Ella es una amiga. Más tarde hablarán con ella, ahora vayan a terminar sus lecciones —los pequeños obedecieron.

Alonder llevó a Heavy a una de las habitaciones para que se diera un baño, le cambió de ropa y después la llevó a la cocina, donde le ofrecieron un plato caliente que tomó con hambre. La chica de cabello matizado se acercó, amigable.

— Muchas gracias —dijo, un tanto apenada.

— ¿Estás satisfecha? —dijo, cálida.

— Sí —dijo, con los ojos casi llorosos—. Yo no soy una ladrona. Bueno, no voy a negar quién soy. Pero jamás le haría daño a los inocentes. Si tomé la comida fue porque estaba hambrienta y no tenía ni un solo Mawon conmigo —limpió sus lágrimas—. Lo perdí todo y…

Wonder tomó asiento junto a ella —. Tranquila —le tocó el hombro—. ¿Qué pasó? ¿Tienes familia?

— No tengo familia —dijo con dolor—. Murieron hace años. Lo mejor será que me vaya, le agradezco su hospitalidad. Pero no es seguro que me quede aquí.

— ¿Por qué?

— Porque seguramente me están buscando, escapé de milagro —suspiró.

— ¿Qué hiciste? ¿Quiénes te buscan?

— La federación —contuvo sus lágrimas. Alonder se quedó atónita—. Asesiné a varios miembros en Twilight tower —soltó su llanto con la voz quebrada. Alonder estaba procesando los hechos.

— ¿Te fugaste de prisión?

— No, estaba huyendo en mi barco, pero la marina nos atrapó. Entonces nos llevaron a Twilight tower, antes de llegar a la prisión Castle, me escapé. Pero tuve que matar —se limpió su llanto con cierto remordimiento.

— ¿Entonces se llevaron a tu tripulación?

— No. Yo solo conocía a uno de ellos porque era el hermano de una pequeña a quien veía como una hermanita —dice con la voz anudada—. Pero fue víctima de la depuración… Su hermano asesinó a varios miembros y por eso tuvo que huir de Furtwin. Le ofrecí mi ayuda a él y a su amigo.

Alonder se quedó en sus pensamientos, Heavy comenzó a describir un poco más y al mencionar el nombre de Sveinn, confirmó sus sospechas, se puso de pie con una mirada de sorpresa e incredulidad —. Francis —susurró.

La pelirroja levantó la mirada —. ¿Los conoces?

— Uno de ellos es mi mejor amigo —dijo con sentimiento. La preocupación invadió a la joven, temiendo lo peor.

TWILIGHT TOWER.

Después del desayuno y una breve conversación sobre los hechos, Nadine se quedó pensativa de la situación. Lazarus miraba las fotografías, la joven tenía algo más en común con él, más allá del parecido.

— Te pareces mucho a tu madre —suspiró con nostalgia y le miró.

Nadine sonrió y se acercó —. Gracias. Yo la quiero como a una madre, aunque es mi tía materna.

— ¿Creciste con ella?

— Sí, mi madre falleció al nacer y de mi padre no sé nada —sonrió leve—. Pero agradezco por la vida que tuve. Mi tía ha sido una gran figura materna —tengo que irme, volveré más tarde —la joven se dio la vuelta.

— Nadine —cruzaron miradas—. Gracias.

— Descuida —se acomodó las gafas y salió.

Al llegar a la mansión, se reunió con Viperón en el taller, ahí se cruzó con la mirada despectiva de Favela —. Buen día.

Viperón se acercó a la joven y le tomó de los hombros —. Dile, Nadine. No es verdad que estamos trabajando en la mejora de resistencia de la Steam y estamos a nada de conseguirlo.

— Así es —mantuvo su determinación.

La mujer incrédula se acercó con las palabras expresadas en su rostro —. Quieren vender una idea que no es suya. Es obvio que sacaste la idea del libro de Lowercraft.

— Se equivoca, señora —se acomodó las gafas—. Es verdad que conseguí la inspiración del revolucionario, pero si prestara más atención se daría cuenta de que su prototipo no está ni cerca de parecerse. Lowercraft tenía la idea de hacerla una Scan X 2.0. No pretendía crear un diseño único y más ligero. La Steam tendrá el tamaño de un revólver, haciéndola más práctica.

— Pero frágil.

— No lo niego. Pero vamos a explorar las posibilidades y llevaremos a la Steam al siguiente nivel.

— Pues consigan hacerla funcional en todos los sentidos. Tal vez considere participar, pero no voy a arriesgar mi capital —se cruzó de brazos.

— No se preocupe. Para cuando la Steam alcance su mayor potencial, podrá venderse por sí sola.

— Claro —se alejó lentamente y con doble intención.

Viperón soltó un suspiro de alivio —. No te preocupes, Nadine. Tenemos luz verde por parte de Valiant —dijo victorioso—. Y claro que haremos esa mejora, pero no para la Steam —el astuto joven sacó un maletín dorado que tenía grabado el nombre: Potion Steam. Al abrirlo, reveló una pistola similar a la Steam, pero esta tenía la mejora de capacidad de cápsulas.

Heavy ya se encontraba más tranquila, pero pensativa en lo que sería de ella. Aún si conseguía mantenerse a salvo, no podría acercarse a Furtwin por un tiempo. Alonder se acercó a la joven.

— Por ahora, no te conviene salir de la isla. Debemos esperar a que las cosas se calmen. Lo más probable es que ellos estén en prisión ahora mismo —suspiró—. Quizá cuando las cosas se calmen, pueda ir a Twilight tower por noticias.

La pelirroja se volvió a ella —. Puede que tu amigo siga con vida, pero dudo que Lazarus sobreviva después de lo que hizo.

— En todo caso, lo llevarán a Bloodfield. «Pobre Lazarus… Y Francis».

Nadine y Viperón hablaban en el estudio, ella le había contado lo que Lazarus le dijo. Nadine se mostraba preocupada y apenada por su tragedia, poniéndose en su lugar por un momento.

— Me parece injusto que esto siga pasando hoy en día. No se dan cuenta del daño que hacen a las personas —movió la cabeza con indignación. Algo dentro de Viperón se revolvió por dentro—. Supongo que dejarán de buscarlo en algún momento. Es evidente que no podrá volver a su hogar en algún tiempo.

— Tal vez nunca —Viperón se acomodó el saco—. Dudo que el tipo sepa algo sobre manufactura —suspiró—. Supongo que podemos mantenerlo cerca de nosotros y así evitarnos problemas. De modo que lo tendré vigilado y tú no vas a terminar manteniéndolo.

La joven entrecerró los ojos —. Supongo que no hay otra opción más segura.

Se puso de pie y dejó que el aire invadiera sus pulmones, esbozando una sonrisa ligera y orgullosa —. Esa fue mi buena obra del día. Ahora dile al marinero que lo espero mañana temprano. Necesitamos sacarlo de tu casa cuanto antes —le tomó de los hombros.

— Gracias, Viperón. Estoy segura de que Lazarus se pondrá mejor de cierto modo.

— Eso es lo de menos —dijo sin interés.

Esa mañana, tal y como acordaron, Lazarus fue a la mansión del heredero Oxyuranus. Desde su viaje encubierto por los transportes individuales, recorrió parte de la metrópolis con la mirada. Pronto llegó a uno de los suburbios principales en Twilight tower. En su taller privado, le esperaba con la actitud de siempre.

— Vaya, al fin —dice con sarcasmo y se acerca de inmediato—. ¿Nadine ya te habrá explicado, cierto?

— Sí.

Viperón se acomodó el saco y le tomó del hombro, indicándole salir. Pronto lo llevó a su estudio —. Mira, no me agrada la idea de que te quedes en casa de Nadine. Ella es una mujer respetable y no te gustaría perjudicar su reputación después de lo que ha hecho por ti. ¿Cierto?

— ¿Estás insinuando algo? —levantó una ceja.

— Tómalo como quieras. En ningún otro sitio estarás seguro por ahora, Sveinn. Así que te ofrezco mi ayuda, yo te daré empleo y techo, tú tendrás un sueldo y dejarás tus gastos básicos libres, así ahorras lo suficiente para desaparecer de nuestras vidas cuando sea seguro el camino para ti —cruzó los brazos con una sonrisa.

Lazarus tomó eso como una clara advertencia, el desagrado fue mutuo, pero por el momento era su opción más segura —. De acuerdo.

— Entonces tenemos un trato —le dio una palmada—. Aquí aprenderás a desenvolverte en otro ámbito. Aprenderás mucho estando aquí, así que aprovecha. Sveinn le miró serio.


Load failed, please RETRY

Weekly Power Status

Rank -- Power Ranking
Stone -- Power stone

Batch unlock chapters

Table of Contents

Display Options

Background

Font

Size

Chapter comments

Write a review Reading Status: C2
Fail to post. Please try again
  • Writing Quality
  • Stability of Updates
  • Story Development
  • Character Design
  • World Background

The total score 0.0

Review posted successfully! Read more reviews
Vote with Power Stone
Rank NO.-- Power Ranking
Stone -- Power Stone
Report inappropriate content
error Tip

Report abuse

Paragraph comments

Login