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Chapter 3: Capítulo 1: La onda de caos

Parte 3

 Cuando Agustín entró en casa, se encontró con un desastre terrible. La gran mayoría de los muebles estaban partidos en muchos pedazos, había vidrios rotos en cada ventana e incluso los mosaicos de la entrada estaban destrozados.

 Corrió hasta donde estaba su madre, tendida en el suelo en medio de la sala, pálida y con los ojos sin brillo. Sacudió los hombros de su madre mientras gritaba desesperadamente, pero era completamente inútil.

—Tranquilo… —Las voces resonaron en la cabeza de Agustín con un tono de amabilidad—. Tu madre aún vive, sólo está en estado vegetativo.

—¿Qué significa eso?

—En otras palabras, es como un jarrón vacío. Debes derrotar a la sombra que tiene el alma de tu madre.

 Agustín se inquietó al escuchar nuevamente sobre el alma de su madre.

—¿Para qué querrían estas "sombras" el alma de mi mamá?

—La presencia oscura necesita el alma de un ser vivo para poder manifestarse. Hasta entonces, solo pueden ser vistas por los ojos de aquellos que posean los collares del caos.

—Malditas sombras, esto es terrible —Agustín se puso de pie—. ¿Cómo recupero su alma?

—Debes usar tu collar para destruir la oscuridad que retiene la luz de tu madre. Solo así, podrá volver a ser ella misma.

 Sin nada más que decir, subió por las escaleras, solo para encontrarse con más desorden. Al entrar en su habitación, se encontró a su hermano mediano tendido en el suelo. Cuando se acercó a él, levantó su cabeza, despertándolo.

—Salvaste el alma de tu hermano —dijeron las voces.

—¿Agustín? —El hermano mediano estaba completamente desorientado.

 Agustín no sabía qué hacer o qué decir en esta situación. Su hermano era demasiado pequeño para entender lo que acababa de suceder y explicárselo solo lo dejaría más confundido. Así que simplemente le dijo que esperara allí porque él iría a buscar a su otro hermano.

 No tardó mucho en encontrarlo, estaba escondido dentro del armario de la habitación de sus padres. El hermano pequeño estaba muy asustado, probablemente había presenciado gran parte de lo sucedido, pero una cosa era segura, el pequeño había logrado salvarse.

 No faltaba mucho para que el padre volviera del trabajo, pero no había tiempo que perder. Con la fuerza que le brindaba el collar, llevó a su madre hasta su habitación y la acostó en su cama, luego ordenó y limpió la casa lo mejor que pudo. Ahora solo quedaba esperar a su padre. No sabía qué hacer, no se le ocurrió usar el celular de su madre para llamarlo, tampoco recurrir a los vecinos por ayuda, ya estaba demasiado metido en sus pensamientos, buscando y visualizando maneras de salvar a su madre.

 Pero no importa lo que pasara por su mente, las voces también podían ver y escuchar sus pensamientos, por lo que los planes de Agustín siempre terminaban mal en varios sentidos. En otras palabras, aún era demasiado débil. La probabilidad de dar con la sombra objetivo era bastante baja y apenas podía luchar contra una sola, por lo tanto, debería encontrarla y ser un combate uno contra uno, la probabilidad de que ocurra tal escenario era casi nula.

 §

 Finalmente, el padre llegó y al ver los muebles y vidrios rotos apilados en un rincón, no pudo evitar preguntar qué había pasado. Para simplificar las cosas, las voces le pidieron a Agustín que tocara la frente de su padre con el collar.

 Cuando lo hizo, las voces le explicaron al padre todo lo sucedido hasta ahora. Al principio dudó de la veracidad de todo esto, pero al ver a su mujer tendida en la cama, no le quedó más opción que creer en las voces.

 El padre apoyó sus manos en los hombros de Agustín:

—Hijo, por favor… salva a tu madre.

 Los ojos del joven se abrieron como platos al ver la reacción de su padre, para luego asentir.

—Todo listo, vamos de una vez —Agustín salió de la habitación de sus padres.

—No tan rápido —dijeron las voces—. ¿Qué piensas hacer si te encuentras con una docena de sombras?

 Agustín se detuvo al escuchar a las voces:

—Pues, pelear.

—No seas tonto, te matarán rápidamente en el mejor de los casos.

 El padre y sus hermanos veían cómo Agustín hablaba solo como si estuviera loco, pero el padre sabía perfectamente con quiénes estaba hablando su hijo.

—¿Entonces qué se supone que debo hacer? ¿Dejar que esa sombra haga lo que quiera con el alma de mi mamá? ¿Acaso quieren que la deje a su suerte?

—No te estamos pidiendo eso.

—¿Entonces qué?

—Como ya te dijimos… Eres demasiado débil, por lo tanto, deberás limitarte a lo que eres capaz actualmente.

 Agustín parece pensarlo por un momento, apoyándose en la baranda:

—Bien… ¿Qué debo hacer?

—No, no, no, nada de eso. Tú eres el líder, busca una solución.

—Está bien… ¿Hay alguna manera de volverme más fuerte sin tener que luchar contra las sombras?

—Bien hecho, ese es el camino correcto. Busca un lugar donde puedas estar tranquilo y sin interrupciones.

 Pocos minutos después, Agustín se encontraba en la azotea de su hogar, bajo un cielo parcialmente nublado y un viento que susurraba suavemente. Se preguntaba cuál sería el siguiente paso en su viaje.

—El poder del collar te permitirá generar una simulación de combate extremadamente realista en tu mente —le explicaron las voces.

—Vaya, eso suena impresionante —respondió Agustín, asombrado.

—Lo sería, si no fuera porque los golpes que recibes en tu mente también afectan a tu cuerpo físico. Aun así, es preferible a arriesgar tu vida luchando contra sombras reales.

—No me importa. Si esto me ayuda a ser más fuerte, estoy dispuesto a hacerlo —declaró Agustín con determinación.

 Siguiendo las indicaciones de las voces, se sentó y unió sus manos, respirando profundamente. Primero debía visualizar el campo de batalla y concentrarse, sentir como si realmente estuviera allí.

 Pero había un obstáculo: cuanto más detallado era el escenario, más difícil resultaba entrar en él. Lo peor era que solo podía hacerlo con lugares que ya conocía y con los que estaba familiarizado.

 Cada vez que intentaba visualizar una calle, seguida de un auto o un árbol, todo se desvanecía en una densa cortina de humo. Intentó con una simple pradera, pero al tratar de imaginar el pasto, fue como si su cerebro se sobrecargara y todo desapareciera de golpe. Incluso si lo intentaba sin el pasto, no estaba muy familiarizado con ese escenario, por lo que el resultado era el mismo.

 Agustín cayó de espaldas, mareado y con un fuerte dolor de cabeza.

—Esto es muy difícil... y me está dando un dolor de cabeza terrible —se quejó.

—Es extraño... nunca antes había ocurrido algo así —respondieron las voces.

—¿A qué te refieres?

—Crear un escenario debería ser lo más fácil, pero tú no puedes hacer ni eso. Sin embargo, no es por falta de habilidad. Al contrario, creas un escenario perfecto.

—¿Y por qué todo se desintegra como si fuera polvo? —preguntó Agustín.

—Es como si tu mente estuviera en conflicto. Una parte de ti quiere una cosa y la otra parte quiere algo diferente —explicaron las voces.

 Agustín frunció el ceño, decepcionado consigo mismo. Pero en lugar de seguir lamentándose, decidió concentrarse en lo que realmente quería materializar, en lo que deseaba esa "otra parte". Se volvió a sentar, decidido a lograr su objetivo.

—No quería tener que hacer esto... pero si es lo que debo hacer para salvar a mi madre... entonces entraré a ese lugar por mi cuenta..

 Al cerrar los ojos, se concentró en una sola cosa. Todo su cuerpo y mente se sincronizaron con el entorno que estaba creando. Podía sentir una gran tristeza y soledad invadiendo su mente, llenando cada rincón de su alma.

 Cuando finalmente logró materializar su pensamiento, abrió los ojos lentamente, solo para encontrarse en un vacío infinito de oscuridad. Se puso de pie y palpó su cuerpo, sintiéndose como si estuviera en un sueño, aunque sabía que estaba despierto. Miró a su alrededor, solo para ver un vacío eterno. No parecía haber suelo, ya que la luz blanca que emitía su cuerpo no se reflejaba bajo sus pies.

—Al menos no está ese hombre aterrador por aquí... —murmuró.

—Agustín, ¿sabes qué es este lugar? —preguntaron las voces.

—Por supuesto que lo sé. He soñado mucho con este lugar últimamente, solo que esta vez estoy despierto.

—No... no tienes ni idea de lo que es este lugar —respondieron las voces, claramente alteradas—. ¿Cómo es posible que un niño como tú sueñe con este lugar? ¿Sabes lo que este lugar puede hacer con tu mente?

—No te preocupes —interrumpió una voz nueva. Un niño de un color azul brillante apareció de repente en el campo de visión de Agustín—. La infección del pensamiento no te afectará.

 Agustín se sobresaltó tanto que cayó de trasero, golpeándose contra algo sólido, aunque no parecía haber nada debajo de él.

—Lo siento si te asusté. Nunca he visto a nadie más que al jefe —dijo el niño azul, colocándose a la altura de Agustín.


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