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Chapter 3: La cuidad de Macri

El Cazador nunca antes había montado en un grifo, su plumaje aunque parezca increíble era más áspero que suave y le terminaba haciendo varios raspones en su piel, sobretodo porque no llevaba mas montura que una cuerda sujetada al pico del animal. Normalmente desde su casa hasta la capital, Macri tomaría un viaje de dos días usando algún carro, o unos instantes usando un hechizo de teletrasporte, pero el Cazador no podía acceder a ninguno, por eso, fue muy difícil para el esconder su entusiasmo, al ver al imponente animal afuera de casa, cortesía del mismísimo General, el Cazador no lo pensó dos veces y puso rumbo a la capital.

En tan solo unas horas logro apreciarla desde las alturas, era la primera vez que la veía en toda su dimensión, pudo distinguir con facilidad tres sectores, el principal se encontraba en el centro, estaba lleno de edificios medianos se piedra caliza, en el centro del mismo se alzaba majestuoso el palacio real, el edificio más grande de todos, cuya punta casi toca las nubes, desde sus balcones se podía apreciar la cuidad entera. Aunque no era el único edificio destacaba, el enorme estadio de casi cuatro hectáreas - en donde se realizaría el Anki - también llamaba con fuerza la atención del Cazador; los siguientes sectores, estaban separados del centro por un enorme río que no solo nutria la cuidad, sino que también alimentaba su fuente se poder, una gigantesca plantación eléctrica que se encontraba a varios kilómetros. Este río que dividía la cuidad en dos, tenía en uno de sus lados los otros sectores, el más prominente estaba confirmado por una larga hilera de fábricas y almacenes en donde se construían, los diferentes artefactos de uso común de la población, de todos estos, el único útil para el cazador era la refrigeradora.

Y, por último, alrededor del sector industrial, se encontraba el último sector, el de los trabajadores, cuyo cielo era oscurecido casi por completo por las densas nubes de las fábricas, razón por la cual, siempre estaban encendidos los faroles, sin importar la hora del día, aunque ya lo había visitado con anterioridad, cada vez que veía ese sector no podía evitar sentirse dolido y asqueado.

El grifo descendió de manera grácil, sobre uno de los hipódromos de la ciudad. En donde le recibió un hombre mayor, vestido con un smokin, se podían ver sus escuelitas manos y las canas se le agrupan en la frente, su estatura era pequeña y sus grises ojos miraba el camino con tranquilidad, aquel hombre le esperaba junto a un enorme carro recubierto de placas de acero, las ventanas del mismo habían sido hechas de manera improvisada, cortando una parte del increíble metal, además las ruedas estaban atrapadas en una especie de cinta, el Cazador también noto al examinarlo más de cerca, que al parecer algunas de sus partes habían sido removidas; en cierta forma se sorprendió al ver que ese monstruo de metal lo llevaría hasta las barracas, sin mediar más palabras que una presentación, embarcó en el sobrio auto, el cual en cuestión se segundos empezó a navegar por las tumultuosas calles de la capital llena vendedores ambulantes que gritaban con todas sus fuerzas el precio de sus productos.

- Sabía que este carro, fue originalmente un prototipo militar - Esgrimió el conductor de manera inesperada, sorprendiendo al Cazador con su guardia baja.

- N…No lo sabía - Respondió el Cazador mientras intentaba adivinar que le respondería el conductor.

- No se preocupe - Exclamó ente risas - Es normal, este fue uno de los primeros y únicos prototipos, de hecho le acabo de contar un secreto de estado, Espero que no me vaya a delatar - Termino de pronunciar en un tono de complicidad.

- No lo haré - Respondió en un tono más calmado al escuchar la risa del conductor - y ¿Por qué termino siendo un carro de transporte? - Pregunto con evitando que la conservación se acabe y el ambiente se volviera incómodo.

- Es una historia un poco divertida - Empezó a comentar el conducto mientras el Cazador buscaba alguna forma de no matar la conversación - Sucedió hace unos tres años, el Rey se había decidido poner a prueba uno de los tres prototipos, en una especie de justa, el rival sería uno de sus mejores caballeros, un tal Álvarez, la justa se dio al medio día, en un espacio abierto. En un inicio, el prototipo le sacaba ventaja al caballo, era muchísimo más rápido y podía disparar unas especies de flechas en miniatura con demasiada frecuencia y rapidez, pero la proyección defensiva de Álvarez era muy resistente por más que las pequeñas flechas lo golpearan cientos de veces, a penas podían rasgar esa proyección en forma de escudo, y en cuestión de segundos, el caballero se dio cuenta de que la máquina tenía muchos problemas para maniobrar cuando tenía que girar, así que lo aprovechó y empezó a dar vueltas y cortar la distancia, corriendo en diagonal, cuando el chófer tenía que voltear el carro. No demoró demasiado en acercarse y cuando estuvo en el punto de mira lanzó un hechizo explosivo, el prototipo resistió el primer golpe, aunque salió demasiado dañado, el caballero solo tuvo que rematarlo con un segundo disparó, aún recuerdo como esa gran explosión, termino por desmembrar el cuerpo del prototipo, podías ver sus partes envueltas en llamas surcar el cielo, gracias a dios el conductor logro usar la magia de teletrasporte para escapar a tiempo.

- Esperé - Contesto el Cazador con una notable turbación - Usted, ¿ fue el conductor en esa prueba?

No - Respondió con cierta tristeza - solo soy un simple conductor - El Cazador quería volver a preguntar algo, pero antes de que pueda formular una palabra, el conductor le volvió a interrumpir.

- Muy bien señor, acabamos se llegar a las barracas - La noticia fue sorpresiva, el Cazador esperaba que el viaje durará como mínimo treinta minutos, pero llegaron en menos de veinte, se despidió cortésmente del conductor quien siguió si camino hacia el palacio real.

Las barricadas se encontraban a tan solo diez minutos del gran estadio en dónde se realizaría aquella estúpida competición, había Sido construida en un enorme parque lleno de árboles, e incluso tenía un lago artificial cerca las barracas, una edificación hecha para albergar a los competidores, su equipo, armamento, incluso sus parejas si es que las tuvieras. Cuando el Cazador llegó a ellas, se sorprendió, estaba esperando una hilera de tiendas de lona con una especie de patio para practicar, pero se encontró con un campamento militar en toda regla, la construcción había Sido divida en tres áreas, una para cada país que participaba, todas tenían lo mismo; el Cazador paseo por el pequeño patio de entrenamiento que tenía su área, le sorprendió ver qué además de una cabaña media con dos habitaciones, había un almacén lleno de armas, armaduras y posiciones mágicas, también contaban con un santuario para la adoración de los dioses, aunque el no lo usaría y la entrada se encontraba abierta al público, le sorprendió por sobretodo el gran número de personas que merodeaban por las instalaciones, se apresuró a ingresar a la cabaña antes de que alguien lo reconociera. Su disgusto se presentó cuando vio que en la perilla de una de las habitaciones, habían puesto un pequeño cartel con su nombre, "Era suficiente con que usen mi apodo" pensó el Cazador, antes de retirar con rapidez el cartel. Al hacerlo se dio cuenta que la perilla estaba encantada con un pequeño símbolo de candado, lo reconoció al instante, "Así que solo yo puedo abrirla, eso es conveniente" pensó; mientras ingresaba a su habitación.


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