Mirando todo lo que tenía delante en la villa, Hailey se llenó de arrepentimiento. Seguía tirando de la ropa de Rachel y susurrándole coquetamente: —¡A mí también me encanta Iron Man, y me gusta mucho esta escalera!
Rachel sacudió la cabeza sin poder evitarlo: —Eres tan poco convincente.
Antes de que llegaran las dos, Rachel había dado claras instrucciones a Hailey para que mantuviera la compostura en todo momento mientras creaba una oportunidad para que los dos pasaran un rato a solas. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, su amiga ya estaba perdiendo el control.
Jordan llevó a las dos a dar una vuelta por el segundo piso, que las dejó maravilladas.
—Jordan, ¿dónde está tu dormitorio? Queremos ver la habitación en la que te alojas —preguntó Rachel.
—Está en el tercer piso. Vengan.
Jordan se adelantó y las llevó a los dos a su dormitorio.