No podía creer que esa chica tan pequeña era la "Gran Herrera de Amaxak", la guerrera imbatible que le prometieron como pago.
Si no demostraba su valía ante sis tres mejores hombres, arrasaría con el inútil Reino de Amaxak en un pestañear, les enseñaría que no tenían que jugar con el hombre que tenía por nombre infierno.
Desde la altura adicional que le brindaba su caballo, miró con expectación a la chica, planeando las maneras de destruir ese pequeño Reino, la única que podría salvarlo era esa mujer de metro y medio de altura, ridículo.