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Chapter 2: 1

Allí estaba él, a pesar de que no le apetecía, sentado nuevamente en el gran comedor del palacio verde, aceptando la condescendencia de su "madre" porque sabía que no era su madre y ella no le había permitido olvidarlo jamás. Se lo había recordado a menudo, hasta que cumplir la mayoría de edad le permitió independizarse y vivir lejos de ella y no es que se lo dijera, ni siquiera podía decir que le trató mal o le faltó algo, pero durante toda su infancia le había hecho notar las diferencias con sus hijos biológicos, aunque era lo suficientemente inteligente como para que solo él las notara.

Durante muchos años se preguntó quién sería su verdadera madre, pero jamás nadie le había querido dar una respuesta a aquello, por alguna razón parecía ser un secreto bien guardado. Por otro lado, estaba su padre, él si los trataba a todos iguales, jamás hacía diferencias entre sus hijos, ni siquiera entre los que se habían criado fuera de palacio, pero tampoco se podía decir que fuera cariñoso y atento era simplemente responsable de los suyos y como tal parecía querer proteger a Enuan del mundo humano, porque no se molestaba en ocultar el interés entre que su hijo y el heredero de los solares pasarán tiempo juntos y aquella fiesta de despedida era una muestra de ello.

— ¿Entonces cuánto hace que enviudó?— Preguntó la reina Narava quien estaba decidida en hacer que aquel príncipe eligiera a su hijo pequeño, al que seguía a Enuan en el orden de sucesión, solo le quedaban 2 años para cumplir los cien, porque si de algo estaba segura era de que el bastardo que le había tocado criar no se merecía convertirse en el rey de ningún reino, ni siquiera como consorte, tenía suficiente con la vergüenza de haberlo visto crecer junto a sus otros hijos y ni siquiera había podido averiguar jamás quién era su madre, al menos los demás bastardos no vivieron allí, con ella.

La voz de la reina Navara llegó a los oídos del príncipe Dellior como un murmullo distante y molesto que lo apartaba de prestarle atención a lo único que le importaba en ese lugar, aquel que lo tenía tan embelesado; sin embargo, no dudo en responder la pregunta hecha por su majestad con sumo respeto con una voz amable y suave.

— Poco más de un siglo y aún hay veces en las que no puedo dormir a causa de su ausencia — volvió a posar la mirada en el joven a unos metros cerca de la reina y que captaba su atención por completo, necesitaba librarse la reina Navara y acercarse más al quinto hijo del rey quien se había atrevido a hechizarlo con solo una mirada — Aunque creo que pronto podré aceptarlo, sobre todo cuando la primavera parece empezar a florecer en mi pecho ¿Su majestad la reina debe saber a qué me refiero o tal vez lo sepa usted príncipe Enuan? —le dedicó una sonrisa amigable al joven quien por primera vez en toda la cena parecía prestarle atención, dejando su copa de vino y fijando en él una mirada tan intensa que parecía conectarlos de algún modo inexplicable, más allá de los ojos, de la piel, de los huesos.

— ¿Yo?- parecía que hasta a sus neuronas les costaba conectar, le era imposible responderle mientras aquellos ojos claros como el cielo parecían escrutarle el alma, desvío la vista buscando apoyo en su hermano mayor, quién se veia más que interesado en aquella conversación impulsándole a contestar con un leve asentamiento — Sí, creo que lo sé, pero por desgracia mi prometida está desaparecida y aunque yo no puedo extrañarla en mi lecho porque aún no... del mismo modo extraño su compañía.

Diellor escuchaba con atención al joven, le parecía adorable, sobre todo esa inocencia que irradiaba pese a ya haber sobrepasado la edad para elegir pareja, pero ante la mención de la mujer, su mirada se oscureció por un breve instante, antes de volver a levantar la vista y sonreírle.

— No ha considerado aceptar que su prometida tal vez no regrese — tomó la copa a un lado de su plato y se la llevó a los labios dándole un buen sorbo al vino, tenía que controlarse, no era propio de él perder el control de sus emociones, es más el príncipe Enuan tenía todo el derecho de referirse a su prometida con cariño, no había un motivo para que él se molestará. — Entonces podría tomar a alguien más si no llegaron a intimar o a intercambiar votos de amor.

— Esa es la razón por la que yo iré a buscarla, príncipe Diellor, crecí sabiendo que sería mi esposa y no imagino mi vida de otro modo-Le aguantó la mirada a pesar de sentir como todo su cuerpo se estremecía, era extraño jamás había tenido esa sensación de querer huir y a la vez querer experimentar más, solo un poco más para entender lo que le sucedía cuando ese hombre lo escrutaba.

—El salón está preparado para que el baile inicie y el resto de los invitados ya están allí. Parecía que aquel sirviente lo acababa de salvar sin saberlo porque antes de escuchar la respuesta del Solar ya estaba de pie, jamás le había interesado tanto un baile como aquel, nada más porque era la excusa perfecta para escabullirse bailaría un par de piezas con algún amigo y luego desaparecería, al fin y al cabo al día siguiente su tía y futura suegra abriría el portal para que él pudiera ir en busca de Adara.

— Nos vemos en el baile, señores, madre, padre, hermanos, hizo una pequeña reverencia y caminó en dirección al salón de baile. Algo en el interior de Diellor se agitó al escuchar las palabras dichas por el joven príncipe, más logró controlar magistralmente su molestia callando al volver a llevarse la copa de vino a los labios sabiendo que no podía opinar y externar sus propios pensamientos ante la suicida idea del príncipe Enuan de ir a buscar a su prometido; sin embargo, esa réplica murió mucho antes de ser externas, ante la abrupta interrupción de uno de los sirvientes dándole la excusa perfecta para levantarse también justo en ese momento Enuan uso su excusa.

¿Acaso eso no era una señal más para acercarse más al joven? Lo dejó marchar primero solo para darle algo de ventaja, como si de un cazador jugando con su presa se tratara— También aprovecharé la velada para bailar. — se despidió del rey la reina y el resto de comensales abandonando el comedor y dirigiéndose a la pista de baile, ahí haría su segundo movimiento, tal vez el príncipe Enuan únicamente necesitaba conocerlo un poco más, tal vez hasta intimar con alguien más y dejar de pensar en su prometida la joven Iza, por lo que no dudo en caminar hasta donde se encontraba el joven anotando su nombre antes de que otros pretendientes anotaran su nombre en la tarjeta de baile del joven Enuan, escribiendo su nombre en todos los espacio vacíos llenándola al completo y esperando pacientemente que terminara de bailar con aquel elfo que se le había adelantado y tomándolo de la cintura y su mano al momento del cambio de pareja.

— Si me permite príncipe Enuan, creo que no, nos hemos conocido apropiadamente o al menos no más allá de las formalidades de cortesía, soy Diellor heredero al trono del reino de Solares, debo de decir que me parece un joven de lo más encantador y no se preocupe tenemos toda la noche para conocernos aquí en la pista de baile o salir al balcón del jardín, me he tomado el atrevimiento de llenar su tarjeta de baile con mi nombre. Por un momento pensó que se había librado de él y esa extraña sensación que lo hacía salir de su zona de confort y es que odiaba no poder prever lo que pasaría y por eso insistía tanto en ir en busca de su prometida, porque odiaba que sus planes acabaran rompiéndose y convirtiéndose en algo completamente diferente, quizá por lo mucho que le habían enseñado a tener todo controlado en su vida.

— Yo...—Suerte que aquel hombre lo tenía sujeto porque en ese instante, en el que todo su cuerpo amenazaba con temblar solo de tenerlo cerca, no estaba seguro de lo que sus piernas aguantarían, esa debilidad extraña al ser atrapado entre sus brazos lo tenía casi a punto de entrar en pánico —¿Sabe yo ni siquiera soy el hijo de la reina? Tal vez debería fijarse en mi hermano en un par de años tendrá edad de elegir esposo, el sí es un elfo de sangre real, completamente puro. —empezó a bailar con él porque si no lo hacía sería descortés y no podía serlo delante de todos los invitados —¿por qué tanto interés en mí?

Diellor tampoco tenía respuesta para la pregunta que su compañero y de baile le acababa de hacer, ni el mismo sabía lo que pasaba era algo tan diferente a lo que había experimentado casi un siglo atrás al conocer a su difunto esposo que lo que le hacía sentir el príncipe en sus brazos lo tenía algo fuera de sí.

— ¿Acaso el no ser hijo de la reina es un obstáculo para que yo pose mi atención en ti? —desvío la atención de la pregunta del joven sobre su repentino interés por su persona a contraatacar usando sus palabras en su contra.—¿Tal vez soy más indigno que la joven que es tu prometida como para no poder fijarme en ti?

No lo dejaría escapar, además no podía hacerlo, no con la música sonando, y los ojos de todos sobre ambos, era consciente de que su interés por el joven príncipe Enuan no solo molestaba a la reina, si no a más de uno. El motivo era más que obvio, jamás había mostrado en medio siglo interés en nadie más y ahora estaba ahí tomando al joven príncipe como su acompañante, casi obligándolo a estar con él, al llenar su tarjeta de baile.

— Pero si tanto quieres saber la respuesta de porque tanto interés en ti, deberíamos estar en otro lugar, lejos de la mirada curiosa de todos, sobre todo de la reina quien parece querer dar por terminado el baile en estos momentos- Aprovecho un momento en el que la música se hizo un poco más íntima y suave para hacer ese movimiento y que se viera como algo natural y como parte del baile, y no solo eso le hizo percibir en su totalidad la firmeza y fuerza de sus brazos al mantenerlo pegado a él, intoxicándose con el aroma del príncipe.

—Odio los bailes- confesó Enuan pegándose un poco más a él - Su aroma, esa forma de mantenerlo sujeto contra su cuerpo, como bailaba y parecía saberlo llevar de un modo en que casi se sentía flotar, como si él se anticipara a cada movimiento, como si llevaran una vida entera bailando juntos.

— Estará bien conocerle mejor, la última vez que lo vi yo a penas era un niño de no más de 50 años fue exactamente cuando enterraron a... —Calló rápidamente al darse cuenta de lo que estaba haciendo, temiendo que el príncipe se pudiera sentir mal por aquello.

— Estás tratando de decirme que soy demasiado mayor como para fijarme en alguien tan joven, o estás tratando de recordarme los votos que le hice a mi difunto esposo — Dio una última vuelta e inclinándose hacía él, tomándole de la mano y agradeciéndole por esa pieza de baile y caminar con el de esa manera fuera de la pista de baile y quedar justo en el límite entre la pista y su libertad.

— ¡No! Son solo doscientos años, tampoco es tan mayor.

— Te contaré un secreto —se inclinó hacia el príncipe Enuan quedando muy cerca de su rostro haciendo que deseara ser besado, haciendo que sus alimentos se mezclaran — tampoco me gustan muchos los bailes, menos cuando hay muchos ojos sobre de mí — su voz fue suave y seductora, la complicidad y química y el interés de Diellor hacía el príncipe Enuan se hizo aún más evidente y como si eso no fuera suficiente, el heredero del reino de Solares rodeó la cintura de su acompañante tirando de él para caminar juntos hacia uno de los balcones más lejanos del gran salón de baile.

No podía más que dejarse llevar por él, exclusivamente podía pensar en una cosa o más bien no pensar, porque allí se encontró, lejos de miradas curiosas, pasando los brazos tras su cuello y pegándose más a él para besarlo con mucha suavidad, a penas un roce que le supo a gloria y aquello le hizo entrar en pánico, un intenso frío empezó a extenderse desde el centro de su pecho por todo su cuerpo ¿Era miedo? ¿Duda? ¿Incertidumbre? Diellor de pronto se encontró deseando que nadie más se diera cuenta de la belleza de Enuan bajo la luz de la luna, el heredero del reino de Solares estaba intoxicado no solamente por el aroma del quinto príncipe, sino también por la forma que su cuerpo se acoplaba al de él.

— Enuan...— dejo que sus labios repitieran el nombre del joven entre sus brazos antes de rozar sus labios, sintiendo la cercanía de sus alientos, mezclándose nuevamente y terminar en un beso suave y delicado que culminó de manera abrupta.

— Yo... Perdón... —se apartó bruscamente de él y se subió a la barandilla del balcón nada más para saltar desde allí a uno de los jardines traseros y así huir cobardemente de aquello que le pasaba, sintiendo como aquel frío extraño le calaba hasta los huesos.


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