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Chapter 2: Capítulo 1: La onda de caos

Parte 2

 La familia está de camino a casa y Agustín no puede dejar de mirar el suelo, está aterrado. ¿Qué tipo de castigo le espera? El simple hecho de la duda lo atormenta.

 Pero se despeja rápidamente de todas esas ideas al escuchar un sonido extraño, fue como un gruñido. Él mira hacia los techos de las casas, que es de donde le pareció escuchar ese gruñido, pero no logra ver nada. Sabe que hay algo ahí, está completamente seguro de que escuchó eso, pero al mirar a su familia, ellos siguen su camino al no haber escuchado el gruñido, por lo que decide abandonar la idea.

 Cuando todos entran en casa, Agustín siente un cosquilleo en su cabeza, o más bien era como un zumbido. Segundos después, múltiples susurros inundaron su mente, causando que diera pasos tambaleantes. Entre tantas palabras, lo único que fue capaz de entender fue "corre". Para cuando las voces se calmaron, él estaba apoyado en la mesa y con su madre justo al lado. Ella estaba poniendo una mano en la espalda de Agustín y preguntó:

—¿Ya estás mejor? ¿Podés respirar bien? —Dijo la madre.

 La madre creyó que Agustín tuvo un ataque de asma, pero no es el caso. Solo siente un ligero dolor de cabeza.

—Siéntate, toma aire, y anda a sacar la basura cuando te sientas mejor.

 Luego de haber tomado remedios, ya se sentía mejor y se levantó de su silla para ir a sacar la basura. Pero las voces invadieron su mente otra vez.

—Vete de ahí de una vez —dijeron las voces en su cabeza.

 No había razón para obedecer, pero de alguna manera sentía que debía hacerlo. Solo por si acaso, agarró la bolsa con la basura y salió de la casa.

 Una vez que se deshizo de la basura, caminó de nuevo hasta su casa pero, se detuvo a unos metros de distancia. Él se tambalea un poco cuando el zumbido vuelve a molestar en su cabeza y las voces retumban su mente diciendo muchas cosas como: «No entres», «necesitas poder para hacerles frente» y «sigue el sonido de las voces». Las voces sacuden su cabeza, pero no hay de otra, probablemente solo así guarden silencio.

 Con pasos tambaleantes, se dirigió hacia donde las voces se volvían más fuertes. «Destino», «debes ser fuerte», «lucha por todos», «no dejes que te atrapen», «puro de corazón», decían una y otra vez, tanto que su mente ya no lo soportaba. Cualquiera que lo viera pensaría que solo es un niño que busca llamar la atención, pero para Agustín es como si todo a su alrededor se lo estuviera comiendo las sombras y su única salvación es seguir la luz de las voces.

 Cuando por fin llegó se arrodilló del cansancio, cuando observó los alrededores resulta que se encuentra en un campo completamente rodeado de sombras, y todo a su alrededor ya había sido tragado por la oscuridad. Las voces se quedaron completamente en silencio.

 El niño se quedó mirando la nada por un rato hasta que escuchó nuevamente las voces:

—Has superado la prueba de valor… y no solo eres puro de corazón, también eres digno de llevar y portar el poder que defenderá a la tierra de las poderosas y temibles sombras.

—No estoy entendiendo nada.

 La mirada de Agustín permanece perdida, pero miró hacia el suelo y un destello azul comenzó a brotar de la tierra. Lentamente se elevó una gema brillante.

—Adelante, reclama tu poder —dijeron las voces—. Lucharás contra la mismísima oscuridad, las vidas de todo el mundo están en tus manos.

 Agustín extendió su mano izquierda hasta la gema, pero no pudo tomarla.

—¿Qué sucede?

 Agustín miró hacia abajo:

—¿Están seguros de que podré con esto… con mi asma… y todo el terror que siento en este momento? Lo siento, pero no puedo… deben encontrar a alguien mejor…

—Agustín… no puedes rechazar tu destino, entendemos que tienes miedo. —Las voces dirigieron la gema directo al pecho de Agustín—. Pero tú eres el líder.

—¿Líder? ¿Por qué?

—Porque no hay nadie mejor que tú para esto.

 La gema comenzó a brotar dos hilos de energía que envolvieron el cuello de Agustín y se unieron en su nuca. A medida que recorría su cuello, sintió una extraña y ligera sensación de incomodidad.

—El collar del caos azul… es tu propiedad ahora.

 Las oscuras tinieblas lentamente se desvanecen. Todo el alrededor que parecía ser devorado por la penumbra volvió a la normalidad.

—Prepárate, es el momento —dijeron las voces.

 Ahora que Agustín se puso el collar, las voces ya no le aturdían la cabeza cada vez que hablaban.

 El niño se observó a sí mismo confundido por la extraña sensación en su cuerpo, se sentía más fuerte. Pero aún tiene dudas, no sabe qué hacer ni cómo usar este nuevo collar que le fue entregado. Siente que si le pregunta quedaría como un completo incompetente, pero no hay opción.

 En el momento de abrir la boca, a unos metros de él, el sonido del cristal roto llamó su atención. Cuando volteó rápidamente su cabeza, se dio cuenta de que se trataba de su casa, una extraña persona se asomaba por la ventana del balcón en el segundo piso. A pesar de su forma humana, esa cosa no era humana. Su apariencia era completamente fuera de este mundo, todo su ser estaba cubierto completamente de sombras y oscuridad.

—Demasiado tarde… una sombra se ha manifestado… en tu casa —dijeron las voces.

—¿Qué significa eso? —Agustín dio un paso atrás.

—Que si no la derrotas… te arrepentirás.

 Pero el miedo invadió por completo su mente, todo esto es nuevo para él y no tiene idea de cómo hacerlo. Retrocediendo unos pasos, se tropieza y cae de espaldas haciendo que se golpee la cabeza con una piedra.

 Completamente aturdido, la sangre se escapa de su cabeza. Su visión se vuelve borrosa y solo escucha un fuerte pitido.

—De no haber sido por el collar, ya te habrías desmayado —dijeron las voces.

 Pero él no prestó atención, estaba muy ocupado con su propio dolor, sólo podía agarrarse la cabeza.

La sombra subió hasta el techo con un simple salto, luego procedió a correr en dirección opuesta a Agustín.

—¡Esa sombra tiene el alma de tu madre!

 Él se levantó rápidamente, pero el aturdimiento lo hizo perder el equilibrio, y cayó nuevamente al piso. Con un ligero quejido se levantó lentamente, su mirada se clavó en la sombra que estaba saltando por los techos alejándose cada vez más.

 Pero cuando dio el primer paso, recibió un golpe por la espalda haciendo que su cara se golpee contra el suelo. «No tengo tiempo para eso» pensó Agustín mientras se levantaba para girarse a ver a su atacante. Una masa de oscuridad viviente, con forma humana, hecha completamente de sombras, estaba parada justo detrás.

 Cuando volteó nuevamente, la sombra con el alma de su madre ya no estaba, ya se había largado. «Eres un tonto», se dijo a sí mismo. Cuando intentó levantarse, fue aplastado por la sombra detrás de él, quien había saltado sobre Agustín. La sombra saltaba una y otra vez, y su víctima solo gritaba.

—Debes pelear —Dijeron las voces.

 Agustín trató de hablar a pesar de las circunstancias:

—¿Y qué hay de mi madre?

—Ya lo resolveremos más adelante, ahora concéntrate en acabar con quien tienes encima.

—Pero es muy fuerte…

 La sombra deja de saltar y toma a Agustín por la nuca. Cuando lo levanta con facilidad, él sólo se queja del dolor.

—Te matará si no haces algo.

—¿Y qué debería hacer…? —La sombra apretó su nuca con mucha fuerza—. ¡¡Ahhhhhhh!!

—Demuestra lo fuerte que eres.

 Esas palabras recorrieron toda su mente con un potente eco. Golpeó la cabeza de la sombra viviente con el codo liberándose de su agarre. Tanto la presencia oscura como Agustín cayeron al suelo aturdidos, pero este último se recuperó más rápido y saltó sobre la cabeza de su oponente. Su cabeza se hundió completamente en la tierra hasta que estalló en una nube negra, el resto de su cuerpo no tardó en volverse una nube de sombras negras, entre esas nubes, una pequeña esfera de luz se va volando lentamente hasta la casa donde vive el niño.

—Esa es el alma de uno de tus hermanos —Dijeron las voces.

—¿Su alma? ¿También a ellos?

—Solo a uno.

—¿Qué hay de la sombra que tiene el alma de mi madre?

—Lamento decirte que se escapó.

—¿Se escapó? Pero…

—No hay que decaer. Ya tendrás oportunidad de recuperarla.

 Las voces intentaron consolar a Agustín lo mejor que pudieron.

—Fue mi culpa. —Agustín miró el suelo completamente decepcionado consigo mismo.

—No es cierto.

—Claro que lo es… si no hubiera dudado… si simplemente hubiese tomado el collar…

—No hay manera de saber lo que pasaría. Ya nos haremos cargo de eso más adelante.

—¿Enserio? —Agustín levantó la mirada con un destello de esperanza en sus ojos.

—Si, ahora haz lo que tengas que hacer, tenemos mucho trabajo pendiente.


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