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Chapter 2: Capítulo 1: Petición rechazada

24 de marzo de 3375 18:00 PM

Nícolas estaba caminando por las calles. Lo hacía a menudo porque lo relajaba. Su recorrido habitual era el de ir a la panadería, caminar unos metros, dar la vuelta a una manzana y regresar en el sentido contrario. Era una caminata tranquila, pero doblando en una esquina...

- Hola, compadre - dijo Sergio apoyado en un basurero.

Nícolas se detuvo por un momento, puso cara de resignación y dijo:

- ¡Era demasiado bueno para ser verdad! Tres meses sin ti son el paraíso. Ah y, por cierto, no eres mí "compadre" –

- Okey... "COMPADRE". La verdad que las "vacaciones" estuvieron muy bien, ni siquiera existir se siente... Inspirador- dijo Sergio, con aire sarcástico.

- Bueno, ¡qué bien! Entonces mejor te quedas sin existir y me dejas tranquilo ¿Qué te parece el plan? - dijo Nícolas siguiendo con la ironía

- Ay ¡Lo amo! Pero… ¿Quién entonces se ocuparía de mantener la diversión en tu vida? Has estado más aburrido que de costumbre… - Le respondió con un sarcasmo nato.

Nícolas lo miró con mala cara y se volteó para girar la esquina.

Caminaron un poco más, y, tratando de que Sergio no se diera cuenta, Nícolas agarró unas pastillas de su bolsillo, tomó un puñado y se las tragó. El disimulo fue en vano ya que...

- Oye, ¿no recuerdas que puedo ver TODO lo que haces? Y, además, ¿Para qué tomas esa medicación? Pensaba que tenías muy en claro que yo no soy obra de ninguna "esquizofrenia" como todos dicen - Indagó Sergio. Nícolas ya empezaba a impacientarse.

- Sí, estoy SEGURO de que no soy esquizofrénico, pero, si hay cualquier posibilidad de que estas pastillitas te quiten de mi cabeza, las tomaré sin dudar -

- ¿Sabes? ¡Desde que llegué que no paras de tratarme mal! Me parece que tendrías que volver a ver a tu psicóloga... Digo, por todo eso de tu ira - Provocó Sergio, con un pequeño canturreo.

- ¿Cuál, a la que casi matas? –

- ¿Estás seguro que fui yo… – Le contestó Sergio en el oído – y no tú?

Nícolas se hartó e intentó darle un puñetazo a Sergio, pero su puño lo atravesó y el castigo se lo terminó llevando la pared. Ya que tenía los nudillos lastimados, Nícolas hizo un leve movimiento con la mano y los curó.

- Primero: ¡Has conseguido un nuevo record, felicitaciones! Es la vez que más rápido te cansas de mí y, segundo: No sabía que habías estado practicando magia curativa -

Nícolas ya no le contestó, estaba mucho más atento a la carta en la entrada de su casa. Estaba hecha de un papel dorado como el oro y envuelto en un lazo de rojo sangre. Al abrirla, lo primero que distinguió fue el sello real, el cual era un dibujo de un dragón negro y morado, envuelto en un halo de llamas.

- Siempre pensé que debían cambiar ese símbolo, es demasiado excéntrico, ¿no crees? -

Nícolas se contuvo contra la molestia que le era Sergio y prosiguió a abrir la carta completamente. Un gran mensaje en una perfecta caligrafía que decía

"Ven al castillo en media hora. Es urgente"

se leía perfectamente. Sergio soltó una pequeña risa al leer el mensaje. Nícolas lo notó y levantó algunas sospechas.

- ¿De qué te ríes? -

- ¿Yo? ¿Riéndome? ¿De qué hablas? - Dijo el acusado con una gran sonrisa en su cara.

- ¿Tu sabes algo que yo no? ¿Sabes por qué me está llamando? -

- No, la verdad es que no -

Nícolas se quedó analizando a Sergio. No sabía si estaba diciendo la verdad, tampoco sabía si iría o no a la junta. Observó la carta con detenimiento y entró a su casa. Se sentó en el sillón y releyó el mensaje. Le llamaba sumamente la atención la frase "Es urgente". Hacían solo 1 mes y medio que el rey lo llamaba y le había dicho que todo estaba bien, que todavía mantenía el control del cuerpo y que Sergio no aparecía a menudo. El rey era uno de aquellos que pensaban que Nícolas era esquizofrénico. Pero él estaba seguro de que no era así, de que ese "demonio" como lo llamaba era un ser diferente a él, un ente que lo estaba atormentando, pero desconocía el por qué. Miró a sus costados y Sergio había desaparecido. Nícolas se extrañó. Normalmente, cuando venía, se quedaba un día o tres. Algo andaba mal...

Nícolas era el tipo de persona que no ocultaba nada. Te decía lo que te quería decir en la cara, te guste o no. Era algo que siempre le había causado problemas, y lo reconocía. Pero ya tenía demasiadas cosas de las que preocuparse y consideraba a la susceptibilidad de las personas una estupidez demasiado insípida como para tener que ocuparse de eso también. ¿Por qué decirle a una persona que no le agradaba era ser rudo? ¿Por qué decirle a un cocinero que la comida no estaba sabrosa es ser descortés? "No es mi culpa que no tenga sabor. Al chef por algo le están pagando; que ese algo lo haga bien" decía. Claro, eso era antes de la masacre… Cuando todavía socializaba con gente… salía a restaurantes… en la calle no tenía que ir tapado por su capucha. Parece desquiciado, pero Nícolas pasó solo un quinceavo de su vida normalmente. Todo lo demás lo sobrepasó como si fuese un convicto, un prófugo. "Creo que realmente prefiero este modo de vida; más calmo, más tranquilo". Mentira, él sabía muy bien que extrañaba a montones su vida, sus amigos, su familia… Ahora tenía que esconderse porque la gente le tenía miedo; no, miedo no, terror. Lo odiaban, lo repugnaban, lo insultaban, lo agredían… lo destruían. Él no lo quería admitir, pero lo destruían. Lo desgarraban por dentro. Y es que Nícolas tampoco mostraba su interior, no expresaba sus emociones. Tal vez porque sus emociones eran tan complicadas que no podían ser expresadas. Si se lo piensa, las emociones nunca se pueden expresar completamente. "Son rompecabezas cuyas piezas nunca calzan, sin embargo, forman parte del mismo rompecabezas" decía Richard Calin, un famoso filósofo. "Filosofía… otra de las cosas que siempre he detestado". Pero lo que Nícolas detestaba eran básicamente todas las cosas que le hacían replantearse su vida. Psicología, Astrología, Moralidad… Con respecto a esto último es algo que siempre le resultó ruidoso. La moral de las personas… ¡Qué cosa extraña! Bueno, le resultaba extraña por el completo aislamiento que había tenido de ella durante el último siglo, pero inclusive en su transcurso de vida normal había cosas que le resultaban peculiares. Para Nícolas la moral era aquella cosa que la gente usaba en torno a lo que le convenía. Obviamente creía en el bien y el mal, pero la moral social no era eso en su totalidad. Estaba llena de frases como "Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón" ¿Entonces a asesino que mata a asesino le dan un cupón de spa? "Puedes llevar a un caballo a un río, pero no puedes hacer que tome" Lo que sí puedes hacer es ponerle sal al río y que el caballo acabe teniendo más sed. "De algo hay que morirse" … La frase que le resultaba más peculiar… "De algo hay que morirse". La frase con la que los adictos justifican sus vicios, con la que los que tienen malos hábitos responden cuando les preguntan sobre ellos. Nícolas la usaría… es la única que usaría; y en un caso muy concreto:

"¿Cómo sobrellevas la soledad?" Le preguntarían.

"De algo hay que morirse" Respondería. "De algo hay que morirse".

Pero la principal razón por la que no se sentía cómodo con la moral es que estaba completamente arraigada a la sociedad; y "sociedad" no era exactamente una palabra que le resultara grata, ni mucho menos. La "sociedad" era la que a Nícolas lo vivía aislando; la "sociedad" era la que hacía creer que él tenía esquizofrenia; la "sociedad" era aquella que lo hacía ver como un monstruo… ¿Pero acaso se la podía culpar? Es decir… ¿qué pruebas tenía él para dar por sentado que no fue quien produjo esas catástrofes, sino su demonio? Él se sentía enojado con la sociedad, pero sabía que no era culpa de esta misma. Al final, toda la culpa recaía en él. Todos los pesares, todas las penas eran su culpa y él tenía que pagar por ellas; Nícolas sabía esto último en el fondo, pero era muy difícil para él aceptarlo. Nícolas no era el típico inadaptado de la sociedad, el que no era comprendido; no era un solitario sin razón. Era alguien tan complicado como si misma historia.

*

Ya eran las 18:30 y Nícolas estaba adentrándose al palacio. Parecía que habían remodelado, porque las puertas eran ahora de un material gris plateado y, mirando con detalle, un gran círculo de polvo anaranjado rodeaba el castillo. También había otros guardias, porque, aunque tenían el mismo traje holgado, rojo y detallado con bordados de tela negra que dibujaban el símbolo real, eran diferentes a los anteriores, ya que aquellos eran lúpulos, y estos eran arcánicos. Antes de poder atravesar el pasillo principal para llegar al elevador, debía dejarse inspeccionar por los guardias por si tenía cualquier arma o algo. Al haber sido meticulosamente checkeado por los guardias con un aparato especial, se dispuso a encaminarse hacia el ascensor, pero uno de los guardias lo agarró fuerte del brazo.

- ¿Qué estás...? - Preguntó Nícolas.

- ¡No hables! -

- ¿Qué te pa... - Preguntaba Nicolás cuando el arcánico le tapó la boca.

- ¡Dije que no hablaras! - Empezó enojado - Sólo escucharás. Mira, yo no me creo esa excusa de la esquizofrenia. Todas esas cosas que hiciste, todo el caos que ocasionaste, lo hiciste conscientemente y por eso mi padre y mi abuela murieron, así que, si fuese por mí, te mataría en este mismo instante, pero como el rey, persona a quien respeto y admiro, confía en tí, no te haré daño. Pero si se te ocurre lastimarlo a él, o a cualquier otra persona, seré el primero en tratar de asesinarte, y créeme, lo haré. -

Nícolas se quitó la mano que le tapaba la boca de encima y enunció, amenazante:

- Tú y ¿qué ejército? -

- El de toda la gente del pueblo que te detesta por los mismos motivos que yo; eres un monstruo repulsivo y despreciable, y si llegas a decirle al rey sobre esto, me aseguraré de que lo pagues, maldito infeliz -

Nícolas y el enfrentaron miradas por un rato. La mirada del guardia era de odio puro, parecía a punto de prenderse fuego por la furia. Nícolas zamarreó el brazo para librarse del agarrón y luego cada uno siguió con lo que estaba haciendo. Pero todavía le resonaba en la cabeza "Monstruo repulsivo y despreciable". Se sintió mal, culpable. Le ocurría seguido, pero… nunca se acostumbraba. Jamás lo haría.

El ascensor era una cabina con un enorme espejo y un séquito de botones que podían llevarte hasta el piso 130. Nícolas debía ir al 110, en el cual estaba el salón del rey. Apretó el interruptor y el ascensor comenzó su escalada entre pisos. Se detuvo en el 13, el 16, el 32, el 45, el 67, el 88, y el 99 hasta que por fin llegó al 110. Entró al lugar donde lo citaron, el cual era una gran sala llena de lujos: Las paredes eran de marfil con decorados de gemas, dibujos majestuosos y algunas reliquias. Una pequeña mesa estaba ubicada en el centro del salón con unas pequeñas galletas y una tetera blanca y rosada. Había 2 sillas, una con su nombre y otra con el del rey. Supuso que debía sentarse y así lo hizo y en ese mismo momento un joven con anteojos y delantal largo vino a advertirle:

- El rey estará aquí en 10 minutos, espere aquí por mientras -

Nícolas asintió y el joven chico se retiró, dejando al invitado, ahí, en su silla, cuestionándose para qué estaba allí y qué querían con él. Esto, sumado al pensamiento y análisis sobre la situación en la entrada, lo puso en un estado pensativo. Sergio también se había portado de forma rara... ¿Algo estaba pasando y él no lo sabía?

*

El rey estaba rodeado de papeles y registros en su escritorio. No dejaba entrar a nadie a su habitación, ya que nadie estaba enterado de lo sucedido, solo él y algunas personas internas. Bueno, ellos y pronto, Nícolas. Entre todo ese desorden de papeles en los que el rey estaba inmerso leyendo para solucionar toda la catástrofe que había ocurrido, se escuchó el sonido de unos golpes a la puerta:

- ¡Señor! Su invitado ya ha llegado y está sentado en la mesa que me hizo preparar - Dijo Melvin, el servidor más cercano del rey.

- ¡Esta bien! Dile que estaré ahí en 10 minutos - Le ordenó su real majestad

- Con gusto - Respondió el sirviente

El rey siguió en su maremoto de documentos y libros. Ordenó un poco, se cambió de ropa, ya que aún a las 18:30 de la tarde vestía pijama debido a que nunca salía de su habitación, abrió la puerta y se dirigió al salón. Le dolía la cabeza, su pecho estaba lleno de ansiedad, pero decidió recibir igualmente a Nícolas. Él debía seruna de las primeras personas en enterarse, aunque no sabría cómo reaccionaría; nunca se puede saber cómo Nícolas va a reaccionar ante algo. Encontró a Nícolas con una chaqueta universitaria roja y celeste apoyando sus pies en la pequeña mesa de té. Parecía muy compenetrado en sus propios pensamientos, ya que no se había dado cuenta de su presencia hasta que se anunció diciendo:

- Disculpa la demora, estaba un "poco" ocupado -

- No te disculpes, seguro que ser rey es muy estresante -

Maiden, como lo llamaban al rey sus conocidos, estaba bastante cabizbajo y mudo.

- Estás más callado que de costumbre... - Dijo Nícolas.

Maiden no contestó, se sentó en su silla, le sirvió el té a Nícolas y conservó su silencio.

- Ey, Maiden, ¿te pasa algo? -

- Supongo que ya sabes que te llamé aquí por algo muy importante -

- Sí, pero, ¿por qué esa cara? ¿Alguien murió? ¿Por qué tanto misterio? -

Nícolas tenía cara de estar muy extrañado con la situación, y el rey seguía con actitud tímida y resguardada. Hubo un gran silencio en la sala, donde las miradas de los dos en la habitación se cruzaron. Una de ellas era de confusión e intriga, y la otra estaba seria y dura como una piedra. Finalmente, se aclaró la situación:

- Escapó - Dijo el rey, agachando la cabeza, como si hubiese hecho algo malo.

Los ojos de Nícolas se abrieron como platos ante lo que había oído. Se le lagrimearon los ojos y sintió como si se fuese a desmayar. La mandíbula le comenzó a temblar mientras imploraba que no hubiese pasado lo que él pensaba que pasó. Él ya sabía de lo que estaba hablando, pero simplemente para poder creérselo él mismo, preguntó:

- ¿QUIÉN escapó? -

Maiden lo miró, tímido y culposo.

- ELLA... escapó -

Nícolas se descontroló y se levantó de su silla, llevándose las manos a la cabeza y respirando profundo. Parecía estar muuuy nervioso, más de lo que el rey pensó que estaría.

- Oye, no te alteres, todo va estar bien, pero...-

- ¿Cómo puedes decir que todo va a estar bien? ¿Cómo se te puede siquiera ocurrir que todo va a estar bien? ¿No recuerdas quién es ella? ¿No recuerdas que ella fue el motivo del que yo perdiese el control? ¿Cómo la pudiste dejar escapar? ¡¿Qué pasó?! - Preguntó Nícolas muy alterado y acelerado.

- No sabemos muy bien todavía -

- ¡¿No saben?! ¡¿La mayor asesina de todos los tiempos escapa y no saben cómo?! - Preguntó Nícolas cada vez más nervioso.

- No, no sabemos, todo fue muy de improvisto, todos nuestros sistemas en la isla decayeron y no tenemos ni idea de qué paso -

Nícolas se alertó aún más con lo que había dicho.

- ¡¿Qué?! ¡¿Todos los sistemas en la isla decayeron?! ¡¿No solo Camila escapó si no que todos los demás también?! -

Maiden afirmó con la cabeza con una mirada de pena en sus ojos.

- ¿Te sorprende? - Empezó Sergio, que había recién aparecido detrás del rey, con una sonrisa en su cara- Yo siempre te dije que eran unos incompetentes -

Nícolas trató de disimular haberlo visto para no alarmar al rey, pero la presencia de Sergio lo puso aún más incómodo e intranquilo. El rey trató de tranquilizarlo:

- Ey, entiendo que estés así, pero, calma –

Pero Nícolas ya no lo estaba escuchando; respiraba muy profundo y rápido. El ojo izquierdo le comenzó a temblar, seguido de un gran vacío de ansiedad en su panza. Comenzó a soltar lágrimas por sus ojos, pero sin darse cuenta de que lo hacía. Un pitido tan agudo como el freno repentino de un vehículo azotó a sus oídos como si fuese una bola de demolición. Su cabeza le estalló; comenzó a tomársela con las manos y a tambalear su cuerpo. Por último, su vista se comenzó a nublar; sólo veía luces parpadeantes como estrellas, estrellas que formaban telarañas de luces que aturdían aún más su estresado cerebro; luces que bajaron aún más su presión sanguínea. Estaba completamente pálido y el rey, que ya hace rato le gritaba para que se espabilara, percatándose que Nícolas estaba al borde del desmayo, tomó la tetera con el todavía muy caliente té, lo enfrío un poco con un hechizo que brotó de sus dedos y se lo arrojó en la cara a Nícolas, quien rápidamente tomó conciencia el suficiente tiempo como para sentarse y comer una de las galletas que el rey le estaba ofreciendo. Cerró los ojos por un momento y trató de tranquilizarse; debía tranquilizarse. Desmayarse era sinónimo de que Sergio apareciera. Que Sergio apareciera en ese preciso momento era sinónimo de absoluta muerte para el rey. Y él quería a Maiden, de veras. Así que se focalizó en lo que estaba pasando y trató que su cabeza no le diera más preocupaciones. Pasó un largo rato en el que Nícolas se aseguraba estar calmo y relajado; con la mirada perdida. Cuando ya estaba más focalizado, Nícolas siguió la conversación:

- Creo que ya pasó… -

- ¿Seguro? –

- Sí, creo que sí –

- Bueno, igualmente le pediré a Melvin que traiga a algunos médicos para que te revisen. ¡No vaya a ser que te agarre un pico nervioso en medio de esta hermosísima charla de té! – Se rio mientras llamaba a Melvin para que hiciese lo que había prometido.

- ¿Cómo? ¿Cómo estás tan tranquilo sabiendo que ella puede estar correteando por todo el reino, haciendo lo que quiere? –

Maiden había reaccionado de la misma forma que Nícolas al enterarse; incluso peor. Pero como todo buen dirigente político, era capaz de ocultar sus propios temores para dar seguridad y confianza a las demás personas. Es por esto que era un rey tan querido entre la gente.

- Es que no puede... por ahora. Mira, ninguno de los sistemas de la cárcel de la isla al igual que ninguno de los mecanismos de seguridad como cámaras y trampas funcionan, pero el campo de fuerza alrededor de la isla está intacto, todavía está ahí encerrada -

- Y, ¿hay alguna de forma de que salga? - Preguntó Nícolas, ahora un poco más calmado -

- Sí, ya que el campo de fuerza está ideado exclusivamente para contrarrestar la magia de los apresados, cualquier otra magia extraída de cualquier otro lugar que tenga la fuerza suficiente para destruir la barrera podrá dejarla escapar -

- Y... ¿Cómo piensan detenerla? - preguntó Nícolas.

- Contigo: tú y un grupo de soldados se infiltrarán en la isla y la encerrarán de nuevo -

- ¿Qué? NOOOO, ni loco me enfrentaré de nuevo a Camila -

El rey se quedó muy confundido:

- Pero, pensé que nos ayudarías. Tú estuviste cerca de ella y la conoces muy bien, además, eres la persona más poderosa en el reino después de ella, fue contigo como la encerramos la última vez -

Sergio, quien ahora se encontraba detrás de Nícolas, le susurró a este:

- Siiii, tendrás que enfrentarte a Camila y ella hará que yo vuelva, buen panorama para mí, ¿no te parece? -

Nícolas siguió pretendiendo que no estuviese y le contestó furioso a Maiden:

- ¡No! No quiero tener nada que ver con Camila -

- ¿En serio no colaborarás? - Preguntó indignado el rey.

- No, ella es muy peligrosa, además fue TU error dejarla ir -

- ¡Se lo debes a este pueblo después de todo lo que hiciste! - Respondió enojado

Nícolas lo miró completamente destrozado. La mandíbula le temblaba y sus ojos estaban llenos de angustia, su conciencia llena de culpa. Con una voz completamente rota le contestó:

- ¡Sabes muy bien que ese no fui yo! -

Sergio le susurró de vuelta en el oído:

- ¿Estás seguro de eso? -

Nícolas no lo soporto más, se dio la vuelta y gritó: - ¡Cállate!

Maiden no comprendía mucho:

- ¿A quién le estás... - luego entendió - Espera, ¿él está aquí? "Sergio" ¿está aquí? La última vez me dijiste que hace tiempo no lo veías - Le habló el rey con tono severo, casi rabioso

- Y te dije la verdad – Pausa - Apareció hoy -

- ¿Has estado tomando la medicación? -

- Sí, pero no funciona. ¡Ya te he dicho que no es esquizofrenia! -

Nícolas estaba muy enojado. Después de quedarse callado un tiempo, se encaminó hacia el ascensor y entró en él.

- ¿Qué haces? - Preguntó el rey.

- Me voy de aquí -

Maiden le agarró el brazo a Nícolas.

- Espera, en serio te necesitamos -

Y como respuesta, Nícolas lo empujo y le dijo:

- No me importa, no cuenten conmigo para esto -

- ¡Nícolas! No puedes irte así como así -

Pero ya era tarde, él ya se había ido por el elevador. El rey dio un grito de furia e impotencia, alarmando a Melvin, quien merodeaba por ahí.

- ¿Qué pasó, señor? -

- Nícolas no peleará -

- Oh - dijo Melvin preocupado - y ¿Que hará usted ahora? -

El rey se tomó una pausa y dijo decidido:

- Le daré 1 día para reconsiderar la propuesta, y si no lo hace... lo obligaré a hacerlo -

Melvin se sorprendió al oír eso:

- Pero, señor, ¿no le parece eso algo muy precipitado? -

- Tienes que entender algo Melvin. 10.000.000 de personas murieron por causa de Camila, así que, no, no me parece precipitado lo que estoy haciendo, ni mucho menos. Te repetiré lo que digo siempre: HARÉ CUALQUIER COSA PARA SALVAR ESTE REINO -

Luego de decir esto, el rey se fue de vuelta a su habitación, se sentó en su silla y se puso a pensar. Tenía que mantener vigilado a Nícolas para que no se escapara. El día para pensar se lo daría, pero había que tener precauciones. Tomó el teléfono, marcó algunos números y:

- ¿Hola? ¿Gloria? Necesito que sigas a alguien de cerca... -


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