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Chapter 905: Primera Línea Parte 3.

25 de septiembre de 2026, Nueva Londres, Inglaterra.

Dentro de la oficina del templo de mármol, un hombre de ojos negros y cabello negro mantuvo su mirada en el jardín que se podía ver a través de la ventana.

Un jardín bien cuidado, lleno de rosas rojas, pero lo que lo hacía aún más hermoso no era el cuidado, sino la mujer que se encontraba riéndose en medio del jardín.

Una risa encantadora y tan atractiva que él se quedó mirando como un idiota, a pesar de que...

"Cuando seas mayor, tendrás que casarte con mi amado", dijo la mujer a la joven que la acompañaba.

La mujer era hermosa en un nivel hechizante. Con su cabello rubio largo que parecía brillar, piel blanca y suave, y una sonrisa enigmática y seductora que, combinada con sus ojos rojos, resultaba fascinante.

"Entiendo, señora", respondió la joven.

Alexa Crawford, hija de Frederick Crawford. Él la salvó tal como le prometió a ese hombre que traicionó a sus colegas y a su nación, y en este momento ella estaba siendo enseñada por la mujer de la cual él se había enamorado.

"Me gusta que seas obediente. Yo seré la primera esposa y tú serás su pequeña amante", dijo la mujer.

Karl podía escuchar las voces de ambas y podía ver la mirada que Jezabel le daba a Alexa. No era una mirada de alguien que veía a otro como igual.

Jezabel era una mujer posesiva, pero también permisiva. Le permitiría a él tener lo que deseara, incluyendo mujeres, y la razón era que ella no veía a ninguna otra mujer como rival.

En este momento, miraba a Alexa como a un juguete y todos sabían que los juguetes podían ser ignorados cuando se volvían aburridos.

Karl no podía entenderla, pero era normal cuando ella era un ser incomprensible.

"Señor".

Una voz lo sacó de sus pensamientos y él se giró, notando a Frederick arrodillado en su oficina. En este momento estaba en un templo de una conocida diosa del orden en Inglaterra, y la razón por la cual estaba aquí era por esa mujer.

Jezabel era capaz de saber lo que él pensaba y él sentía que en el único momento en que había más resistencia a su privacidad era cuando estaba en el interior de las iglesias del orden.

"Tus invocaciones han destruido las fuerzas invasoras de Malik Zamora", dijo Frederick en calma.

Karl miró al hombre y luego se giró hacia la mujer.

Hace años, se había puesto como objetivo asesinar dioses. Sus padres murieron a causa de ese dios que destruyó la ciudad donde él se encontraba actualmente.

Salveroth, el Dios de la Ira y la Locura, el Gobernante del Séptimo Infierno, era sumamente conocido entre los demonios y era quien dirigía la invasión, pero detrás de él se encontraba alguien más.

Alguien que disfrutaba de espectáculos, y Karl se encontró con los ojos rojos de su amada y vio cómo ella le lanzaba un beso, pareciendo juguetona.

Él sintió cómo sus mejillas se calentaban y no era vergüenza, fue el beso que le llegaba. Cada día, desde que la mujer apareció, el calor aumentó a nuevos niveles.

"Envía a las invocaciones a asesinar a Malik", dijo Karl en calma.

"¿Señor?"

Al escuchar la duda, Karl sonrió.

En este momento, solo podía seguir adelante. Malik era insignificante y él lo había dejado vivir, pero a quien debía enfrentar era a la entidad que estaba detrás de todo.

Y lo enfrentaría, no por venganza o ambición, sino para conocer verdaderamente a la mujer de la cual se había enamorado.

No obstante, si su idea era correcta, entonces él tendría que ir más allá de simplemente conocerla y necesitaba ser lo suficientemente fuerte. Lo suficientemente fuerte para estar con la mujer que amaba.

Aunque lograrlo significara sacrificar todo y a todos.

Karl sonrió.

******

28 de marzo de 2027, Nueva Roma en el Imperio de Sudamérica.

Hoy era un día aburrido para Víctor. A pesar de estar en su nuevo palacio magníficamente construido en la nueva ciudad que él creó, se había aburrido.

Su buen amigo Karl había decidido matar a Malik, la única diversión que existía en este mundo, y así consiguió repeler la invasión.

Se esperaba que en el futuro los demonios volvieran a invadir, pero Víctor no sabía cuánto tiempo tenía que esperar.

"Soy insaciable", murmuró Víctor, bajando la mirada del cielo a la ciudad que él construyó.

En su recámara, a sus espaldas, estaban las mujeres más bellas a su disposición; a sus pies, los súbditos que él comandaba; y bajo su yugo, un imperio que perduraría por años.

Antes de cumplir treinta años, se había convertido en Emperador de una nación que él mismo construyó. Levantó los cimientos ladrillo por ladrillo, pero ahora que tenía todo, no podía parar.

Se convirtió en uno de los hombres más poderosos del planeta y, aun así, estaba aburrido.

"¿Debería conquistar África?" murmuró, y pensando en los enemigos, agregó, "Si lo hago, lucharé con algunas invocaciones de Karl."

Su amigo Su Chin estaba en Centroamérica, un tipo aburrido que estaba investigando magia sin parar en su nueva torre mágica, mientras que Karl había encontrado a una extraña y peligrosa mujer y se había obsesionado con ella.

Karl era un excelente invocador y él ni siquiera necesitaba luchar, enviaba calamidades por todas partes para deshacerse de los invasores, y Víctor escuchó que a varias de esas invocaciones se les dio permiso para construir reinos en África.

"También escuché que hay una poderosa bestia en esas tierras", murmuró, y mirando al cielo, suspiró.

No sería lo mismo.

¿Y qué si enfrentaba alguna calamidad? Ya no era suficiente para él.

Víctor se giró para entrar a su recámara y a mitad de camino se giró de vuelta y volvió al balcón, mirando el cielo.

El humo negro apareció en el cielo, extendiéndose por más de cien metros y luego...

"¡GRAAAA!"

Una masiva criatura apareció. Colmillos afilados, un par de alas gigantescas y escamas blancas. Era similar a los lagartos, pero a la vez muy diferente.

La criatura era más grande de lo que Víctor había visto y era hermosa a la vez que poderosa. Su sola presencia distorsionó el espacio y trajo pilares de luz.

Cuatro patas y dos alas. Un cuerpo gigantesco de más de ochenta metros de longitud, contando la larga y gruesa cola, y con una envergadura de más de cien metros.

Las escamas blancas brillaban y ese dragón sacado de los mitos reunía la energía mágica para moverse espacialmente.

¿Cómo llegó aquí? Víctor, al recordar el humo negro, pensó en su amigo y... Él saltó, rompiendo el suelo bajo sus pies, y voló hacia la masiva bestia.

Era más pequeño que uno de los colmillos de la bestia, pero igualmente chocó con la criatura, derribándola al suelo. Y antes de que cayeran, ambos cruzaron un portal y cayeron al suelo.

Víctor, al querer dar un golpe, fue expulsado por una onda de luz que quemó su cuerpo, pero al pararse, vio a la inmensa bestia revelando los colmillos.

"No creo que pueda servir como aperitivo para ti", dijo Víctor, riéndose al darse cuenta de que su amigo por fin habia aceptado su petición.

¿Cuántas veces le pidió a su amigo que invocara un dragón para luchar? Jamás lo había aceptado, pero ahora era diferente.

"Un mortal insolente", gruñó la bestia con una voz femenina y, al pararse, abrió su boca revelando una intensa luz.

Un fuego blanco que Víctor supo que lo mataría si lo recibía por completo, así que voló para esquivarlo y al mirar al cielo, vio dos soles, lo que le hizo darse cuenta de que ya había dejado la Tierra.

Sin embargo, no tuvo preguntas sobre lo que estaba sucediendo y se giró para mirar a la dragona de escamas blancas y sonrió.

Un semidiós era un oponente perfecto para otro semidiós.

******

En la Ciudad de México se encontraba una magnífica torre blanca. Cada piso de la torre estaba encantado mágicamente de tal modo que contenía un espacio interno descomunal.

Su Chin era el dueño de la torre y comprobó en su laboratorio los diferentes pisos. Tenía pisos dedicados a las viviendas de las familias de los investigadores, oficinas que administraban cada piso, criaderos de monstruos y bestias, granjas, y luego industria autosuficiente moderna.

La torre, en este punto, se había vuelto autosuficiente y podía considerarse un reino propio. Su Chin estaba orgulloso.

Esta torre fue creada por él y Karl, quien lo ayudó dándole más de cincuenta no-muertos que eran considerados calamidades por su cuenta para mantener en funcionamiento todos los círculos mágicos que extendían el espacio. Y como el espacio se extendía por kilómetros enteros, ellos eran muy necesarios.

También su amigo le había dado todo tipo de invocaciones para que pudiera mantener la seguridad, y su torre se convirtió en un arca para humanos y para las diferentes razas invocadas, y ahora todos convivían juntos. A la vez que le daban a él diferentes seres con los cuales podía interactuar y compartir conocimiento, permitiendo que él desarrollara todo tipo de magias.

Aquí dentro estaba todo lo que él quería. Su Chin, al sonreír entretenido, sintió la presencia de su amigo afuera de la entrada, y salió para encontrárselo, pero al instante que abrió la puerta, frunció el ceño al sentir ondas de energía mágica y notó cómo una carta caía desde el techo.

"La Tierra será destruida, así que elegí enviarte lejos", murmuró Su Chin al leer el contenido de la carta, y de inmediato se dirigió al interior de su oficina. Al activar las cámaras externas, observó un planeta con varias lunas. Karl finalmente se convertiría en un dios y se enfrentaría al invasor de la Tierra, y como no quería herirlos, los envió lejos.

Su Chin simplemente sonrió, deseándole suerte.


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