Justin se sentó bruscamente. El hombre, que acababa de hacer algo malo, tenía tal cargo de conciencia que no se atrevía a mirarla.
El hombre, que siempre había sido capaz de dominar el espacio en el que se encontraba, se tensó. En su mente, sus pensamientos también se enfrentaban entre sí: ¿Cuándo se había despertado? No lo sintió ahora, ¿verdad? ¿Debía seguir besándola?
Mientras mantenía una lucha interna, la mujer le agarró bruscamente del cuello de la camisa y tiró de él con fuerza. Justin, un hombre que podía esquivar todos los disparos en una lluvia de balas, fue jalado hacia ella como un débil, y chocó con ella.
—Venga, vamos a...
Al oír esto, Justin volvió a besarla con fuerza.
El beso esta vez fue extremadamente apasionado.